GILBERTO JAVIER LÓPEZ ALANÍS
Meses antes del Movimiento de 1968, vivimos intensamente la luminosidad de la Era de Acuario, todos los días amanecíamos oyendo a los Beatles o los Rolling Stone, por ahí se colaba Frank Zapa, Janis Joplin y Joan Baez, interactuando con las imágenes del Black Power, ese atractivo poder negro norteamericano, representado en Malcon “X” y Ángela Davis y su secuela del partido de las Panteras Negras, muy cerca rondaban las imágenes de la Invasión a Viet Nam, o la Guerra de Argel. Nos dejaron impresionados los textos de El retorno de los brujos de Louis Pauwels y Jacques Bergier y su revista Planeta; Frank Fánon despertaba nuestra conciencia con Los Condenados de la Tierra. El Che ya había sido asesinado en Bolivia; Martin Luther King en abril del 68 en territorio norteamericano y en el sur de México resonaban los nombres de Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas en las interpretaciones de José de Molina, Judith Reyes, Mercedes Sosa y otras cantantes. “México era una ilusión y América Latina un acto de fe”. Del Mayo francés nos llegaban pálidas ráfagas, y los manuales de la propaganda soviética y china no surtían
los efectos esperados en nuestros compañeros; nos desagradaban los interminables alegatos llenos de citas de Marx, Lenin o Mao Tse Tung.
El rococó discursivo de los cuadros vanguardistas de izquierda chocaba con la realidad represiva que se vivía cotidianamente; Alejandro Jorodosky nos ilustraba con sus fabulas pánicas en algún suplemento cultural en la prensa de la ciudad de México. Con todo este ambiente encima, preparábamos las participaciones críticas en clases del ciclo académico 1967-1968; estábamos al día en la discusión con nuestros mentores, sobre los problemas de América Latina, o los de México, aparte de los entramados teóricos de la ciencia económica, con sus propuestas de sociedades centralmente planificadas que hegemonizaba la Unión Soviética, o las de planeación indicativa al estilo francés, en el marco de las realidades del libre mercado propugnados
por Inglaterra o los Estados Unidos. Para los educadores la disyuntiva era interesante, como formar cuadros técnicos de economistas en un contexto de fuerte lucha ideológica al interior de los grupos académicos formales, donde tenía lugar preponderante la econometría, los estados financieros aunados con el conocimiento del funcionamiento de moneda y banca institucional como instrumentos de desarrollo que el futuro economista debía de tener en cuenta. Salíamos a los pasillos y el bullicio nos llevaba a los corredores, la cafetería, el patio, el auditorio donde todo era un maremágnum, repartición de volantes, discusiones, venta de libros, obsequio de propaganda política, exaltados improvisando templetes con arengas a los alumnos y unos docentes sorprendidos de tanta discusión y algarabía. Sin embargo se cumplía en lo académico con satisfacción y responsabilidad, hasta que llegó el viernes 26 de julio de ese año y a partir de ahí todo cambió; se desató el nudo, la suerte y el destino estuvo en nuestra manos.
X
En efecto, hace ya 50 años que sentados en las escaleras de la entrada de la Escuela Superior de Economía del Instituto Politécnico Nacional, Sócrates Amado Campos Lemus y el de esta remembranza, vimos pasar la manifestación de estudiantes de la Escuela Vocacional de Ciencias Sociales ubicada en la Plaza de la Ciudadela de la ciudad de México, que lideraba mi hermano Genaro Valentín López Alanís; los estudiantes marchaban rumbo al Carillón del campus de Santo Tomás del IPN, a un lado de la Escuela de Enfermería y la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, enfrente del Hospital “Rubén Leñero” de la Cruz Verde.
-Vamos, le dije a Sócrates.
-Espérate, me contestó, siento que algo va a pasar.
En efecto, después del mitin de desagravio que organizaron los politécnicos por la agresión que habían sufrido tres día atrás, precisamente el 23 de julio, al entrar los granaderos defeños a la “Voca 5”, golpeando a alumnos y maestros, los de la protesta se enfilaron hacia la Alameda Central y al coincidir con la manifestación de los estudiantes de la UNAM, que llegaron por la calle San Juan de Letrán hoy Eje Central, conmemorando el aniversario de la Revolución Cubana, fueron agredidos de nueva cuenta, desatándose a partir de ahí, una protesta juvenil y estudiantil de inusitadas consecuencias.
Para cuando los compañeros y activistas políticos de la Escuela Superior de Economía del IPN regresaron, con la información de lo que había pasado, ya habíamos tomado la escuela formando el Comité de Lucha, con Sócrates Amado Campos Lemus a la cabeza, al cual se integraron Florencio López Osuna, Fernando Hernández Zarate, Luis Ismael Gámez Robles, Efraín García Reyes, Jesús Guardado, y muchos más que apenas recuerdo. La solidaridad estudiantil con los alumnos golpeados y algunos desaparecidos, cundió en el Politécnico, sumándose en los días posteriores los Comités de Lucha de las Escuelas Superiores de Zacatenco y otros planteles, estructurándose un Comité de Huelga Estudiantil y los acontecimientos de agresión a las preparatorias de la UNAM, especialmente con el bazucaso, sumaron amplios contingentes para dar paso al Consejo Nacional de Huelga (CNH).
El Consejo Nacional de Huelga, tuvo una integración plural y amplia, donde especialmente brillaron los dirigentes sinaloenses como Genaro V. López Alanís (Voca 5, IPN), Gilberto Guevara Niebla (Ciencias de la UNAM), Sóstenes Tordecillas Bagasuma (Escuela Nacional de Homeopatía IPN), Huascar Calpolican Peña Inzunza (Medicina de la UNAM), Florencio López Osuna (Economía del IPN), Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca (Escuela de Agricultura de Chapingo), Salvador Martínez della Roca (UNAM), y muchos más en diversas estructuras organizativas que le dieron vida y sustancia a la protesta estudiantil y juvenil de entonces. Esta pléyade de jóvenes sinaloenses y muchos más de otros estados, que tras de si agruparon miles y miles de estudiantes de todas las latitudes del país, se levantaron para protestar ante el autoritarismo y la represión con un pliego petitorio de seis puntos que se difundió en forma masiva.
El fragor del Movimiento Estudiantil, concitó muchas esperanzas y anhelos populares, las manifestaciones fueron de miles de ciudadanos, se pidió el dialogo público y solución al pliego petitorio; en respuesta, los granaderos del Departamento del Distrito Federal y los agentes de la Dirección Federal de Seguridad, persiguieron brigadistas, se allanaron escuelas, locales de partidos políticos, sindicatos, sin embargo la solidaridad de la población dio impulso a las demandas estudiantiles. La protesta del 68, fue novedosa y moderna para un aparato de gobierno anquilosado que no supo dialogar, esos jóvenes acompañados de burócratas, obreros, campesinos, clases medias, maestros, profesionistas, intelectuales, artistas y líderes de los barrios de la ciudad de México, desbordó las formas de contención ensayadas durante tanto tiempo y pusieron en jaque una forma de gobernar que ya no respondía a las demandas emergentes de una sociedad que buscaba mejores formas de vida. Recuerdo que ante el garrote del granadero un compañero de la Escuela Superior de Economía en pleno movimiento compuso este poema que se ha logrado rescatar. –
Hermano Caín,
deja el garrote,
porque hay que buscar
entre nosotros
al hombre que traías cuando naciste.
*
Hermano Caín
baja de tu silla presidencial
por un momento,
que tenemos que hablar muy hondamente
del amor.
*
Hermano Caín,
suelta la pluma,
permite que tus líneas,
no corten la verdad de un solo tajo
*
Hermano Caín,
bandona tu arado, tu telar,
tus géneros, tu banco
de cambio de monedas
y piensa en el silencio de la muerte.
*
Hermano Caín,
grita el horror del crimen
en los salones, en las antesalas,
puerta por puerta,
incendiando el pavor con la palabra.
*
Porque tu hermano perdió su corazón
puso en tu trono la señal
escribió con su cuerpo tu sentencia severa
trocó su voz con la esperanza
dejó su clavo ardiendo en nuestras manos.
(Poema anónimo de la ESE-IPN. Expediente Movimiento Estudiantil de 1968. AHGS) Fueron y son muchos los acontecimientos que se vivieron, con los cuales se definió una forma de ser de aquella juventud que contemporizó con el mayo francés, con la revuelta estudiantil alemana, la muy combativa de Tokio, la brasileña, y las protestas en las universidades norteamericanas. Celebramos entonces con entusiasmo la propuesta de Bertrand Russel, el filósofo pacifista que se adhirió a los movimientos juveniles junto con Joan Paul Sastre, Daniel Cohn Bendith y muchos más. Como ya lo anotamos los Beatles y los Rolling Stone estaban en su apogeo y al compás de su música marchamos por las avenidas mexicanas, tomados de la mano con nuestras mujeres y hermanos de lucha. Nuestros gritos y silencios todavía se oyen en los recuerdos del medio siglo. Vendría después la triste realidad del 2 de Octubre, donde perdimos compañeros y maestros. Pero seguimos, ya nada pudo ser igual, transidos de dolor regresamos a nuestras matrias, a buscar las identidades negadas y después de conocerlas, en algo hemos contribuido a mantenerlas. Sin embargo quedó en nosotros la enorme felicidad de haber sido libres y poderosos; para recordar como un lejano eco, que podemos y debemos preservar la tradición libertaria del pueblo mexicano. Por todo lo anterior a medio siglo de aquellos afanes, diseñamos en las instalaciones del Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa, el proyecto ECOS del 68, que tiene su expresión en redes sociales junto con la diseñadora Dinorah Chiquete docente de la Universidad Casa Blanca en la ciudad de Culiacán. Logrando la integración de una generación de diseñadores que comprendieron el concepto y volcaron su entusiasmo juvenil en esta propuesta.
*Director del Archivo Histórico del Estado de Sinaloa