MARÍA FLORA CHONG MUÑOZ
El pasado 31 de agosto, en el Planetario de Cajeme Antonio Sánchez Ibarra, la ameritada literata Dra. Silvia Rousseau presentó, amena y brillantemente, el libro de relatos Amanecer en París de la talentosa escritora Primavera Encinas, obra auspiciada por la Agrupación para las Bellas Artes, A.C., APALBA, que comanda la no menos entusiasta e infatigable promotora cultural, Doña Irma Arana Rodríguez.
Muchos amigos de las letras, compañeros de talleres y diplomados de Primavera Encinas, se dieron cita en este recinto cultural dedicado a la divulgación de la Astronomía, pero amante de todas las ciencias, las artes y la cultura en general. Muchas preguntas, comentarios y felicitaciones le hicieron, tanto a Primavera como a la Dra. Rousseau, por parte del conocedor público asistente, mismo que al término, degustó deliciosos bocadillos y frescas bebidas preparados para tan especial ocasión. Muchas felicidades a estas tres brillantes mujeres por su importante labor en pro de la educación y la cultura de nuestra región. Aquí, la exposición de la Dra. Silvia Rousseau en la presentación de Amanecer en París:
“Esta mañana amaneció en París a las siete, y ha llovido, sé qué hace más frío a esa hora. No conozco la ciudad Luz y no tengo idea si la conoceré, pero la escritora Primavera Encinas me acaba de abrir una ventana para observar la famosa capital francesa. Pero no necesitamos abrir esa ventana solamente los que no hemos viajado al viejo mundo, como se le llamaba a Europa en el siglo pasado, ahora no, porque ya el mundo está en la cuarta edad. Esta entrega de relatos, invita a todos, incluso a quienes han viajado a tan lejano lugar y recorrer de otra forma los barrios parisinos. La narrativa exquisita de Primavera, revela su vena de ávida lectora y su talento en el género de la novela histórica. El centro de París con sus construcciones añejas, hacen que la autora guarde otra sorpresa, el viaje que emprendemos en compañía de este libro es a través del tiempo. De pronto encontramos espadas y la muerte, es una batalla, la voz narradora es femenina, es una mujer
vistiendo harapos, hambrienta, es la violencia en las calles de París del siglo trece. La Guerra de los Cien años. El personaje nos lleva allá, a la crudeza del comportamiento del enemigo y la victima sin escudo, al galope de los caballos, a las aves de rapiña, y leo: “Ellos no distinguían entre carne inglesa o francesa”. Me detengo en seco. Continuaré después pensé, cuando termine la matanza, pero, ¿qué estoy pensando? Hay batallas contemporáneas con otras armas y otra nacionalidad, los cuerpos yertos siempre son iguales en todos los tiempos. El mundo ha aprendido.
Continúa la voz femenina: “ Para estas alturas, ya oraba en francés antiguo”. Hago otro alto. Cómo sería ese idioma me pregunto, será necesario preguntar a un experto, pero me atrevo a imaginar una mezcla de culturas haciendo erupción por la boca de la mujer, apoyando las frases en una reducción fonética, lenguaje lírico, silvestre, deletreando como un riachuelo rebelde. Dentro de las historias en Amanecer en París, encuentro personajes reales y ficticios, o ¿qué tal si no lo son? ¿Será una celada que la autora preparó delicadamente, de manera sutil como un voltear de página, para atraparnos en la lectura?
Recorremos lugares que únicamente Encinas conoce, ¿en qué año estoy ahora? Y el romance se enlaza con la ópera y leo: “Jamás ha conocido la pasión que describen los libros”, ¿Cómo? Son las mismas palabras de la amiga que suele reposar su nostalgia en mi oído. Primavera le sabe algo, ¡estoy segura!
Las artes, los rincones históricos, los tugurios clandestinos cambian de siglo. Termina la lectura. No sé, Sólo pienso que, a mi maestra de Historia Universal le habría caído de maravilla leer un libro tal como este.”
* Astrónoma y Director del Planetario de Cajeme