FAUSTINO LÓPEZ OSUNA
El viernes 7 del presente mes, por la noche, cuando hablábamos telefónicamente el prestigiado periodista y articulista Ernesto Hernández Norzagaray y el que escribe, de pronto me preguntó: ¿Quieres ir a un Concierto dirigido por Enrique Patrón de Rueda, en el CECJUDE (Centro Penitenciario El Castillo), de Mazatlán, mañana a las 10 de la mañana? Claro que sí, le respondí. Y agregué: Patrón de Rueda es una garantía, y un concierto en el Centro Penitenciario sería una experiencia extraordinaria.
Bien, me dijo. Voy a llamar a la auxiliar de Raúl Rico (director del Instituto de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán) para que te incluya en la lista. Te devuelvo la llamada. Pasaron las horas, hasta que volví a llamarle y me dijo que le informaron que ya habían enviado la lista. Pero no te preocupes, comentó. Nos vemos a la entrada al cuarto para las 10. Te aseguro que veré que entres. Lo que no te aseguro es si podrás salir de nuevo, dijo bromeando.
Así quedamos.
El sábado había llovido temprano y no podía correr a mucha velocidad en carretera. Vi en el reloj que eran casi las 10. Intenté comunicarme por celular con Ernesto, pero ya había pasado al reclusorio, y como al entrar recogen el celular por seguridad, ya no pude avisarle que estaba por llegar. Pero, cuando el encargado del acceso encontró el nombre de Hernández Norzagaray en la lista, me permitió la entrada.
Pasé por varios filtros y se me condujo al campo del evento, llegando justo en el momento en que la Camerata Mazatlán (27 músicos y 21 voces del Coro) daba inicio al programa, con una Obertura Revolucionaria de varios autores mexicanos y el Coro Guillermo Sarabia. Vi dos carpas para el sol, en una estaba Raúl Rico, la consola del sonido y los técnicos y en la otra Ernesto y público en general. Al divisarme, me hizo señas para que me dirigiera en su dirección. El público, formado de jóvenes, perfectamente aseados, con camiseta blanca de mangas con distintivos del mismo Centro, de bermudas, eran, todos, internos. Siguió Toreador, de “Carmen”, de Georges Bizet, interpretada por los barítonos José Lora y Mario Canela. Luego La Verbena de la paloma, “Seguidillas”, de Tomas Breton, con el Coro Guillermo Sarabia. A la zarzuela siguió La leyenda del beso, de Reveriano Soutullo y Juan Vert, con el Coro Guillermo Sarabia, creando un delicado ambiente español que envolvió sentimentalmente al público, que se entregó en una ovación y un prolongado aplauso.
La orquesta, el Coro y solistas, ocupaban una suerte de kiosco, muy amplio, cuyo barandal permitía apreciar a todos en un escenario circular. Aprovechando la amplia sombra que proyectaba, muchos internos se acomodaron sentados en semicírculo en el pasillo, que daba con los escalones de acceso, lo que hizo que al iniciar La donna e mobile, “Rigoletto”, de Giuseppe Verdi, con los tenores, cantando alternadamente, César Delgado, Héctor Valle, Iván Valdez y Alejandro Yépez, en un arrebato, un interno se pusiera de pie y, con ágil paso, bailara, valseando, la romántica pieza inmortal de Verdi, alentado por la algarabía que suscitó entre sus compañeros. Continuó el programa con la hermosa aria O´mio Babbino Caro, “Gianni Schicchi”, de Giacomo Puccini, con las sopranos Rebeca de Rueda y Penélope Luna, cuya interpretación y la belleza de sus bien timbradas voces femeninas, provocó nuevamente que el público se entregara en una emocionada ovación y prolongado aplauso.
Aunque el programa no marcaba una primera y una segunda parte, se sintió un cambio de gran aliento, al continuar la Camerata con la vibrante música de México, siguiendo Dime que sí, de Alfonso Esparza Oteo, y la exaltada interpretación de todo el elenco. Igualmente con todos, vino un Mosaico Mexicano, de varios autores, con canciones conocidas de la tradición que cantaban los internos conjuntamente con el Coro, luego el infaltable son El Sinaloense, de Severiano Briseño Chávez con el que de nuevo se aprontó a zapatear el interno que bailó “Rigoletto”, enseguida el huapango Serenata Huasteca, de José Alredo Jimenez, e igualmente con todos, cerró la música mexicana con la polka ranchera Caray (arreglo Pablo López), de Juan Gabriel, interpretada por casi todos los asistentes. Cerró el programa con la italiana Nessun Dorma, “Turandot”, de Giacomo Puccini, con los cuatro tenores mencionados. Ante la exclamación de ¡Otra! (que, feliz, alentaba el propio Enrique Patrón de Rueda) sobrevinieron tres, cuatro interpretaciones más, con lo que concluyó el Concierto Canto a la Vida, inolvidable, en un ambiente humano indescriptible. Bravo por haberlo incluido en el Festival Cultural Mazatlán 2018, el Instituto de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán. Gracias, también, por la invitación solidaria y oportuna de Ernesto Hernández Norzagaray.
* Economista y compositor