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DESEO

Por viernes 31 de agosto de 2018 Sin Comentarios

CARLOS VARELA NÁJERA

El histérico se vive fundamentalmente como no habiendo sido suficientemente amado por el Otro, o como no habiendo recibido todos los testimonios de amor esperados de la madre. Así, en esta frustración, el histérico se inviste como un objeto desvalorizado e incompleto, es decir, como un objeto irrisorio del deseo de la madre frente a lo que podría ser, por el contrario, a un objeto completo e ideal: el falo” (Joël Dor, 1991)
El dramaturgo Francisco de Quevedo mencionaba “Solamente un dar me agrada, que es un dar, en no dar nada”, eso define lo que en la orientación Lacaniana conocemos como deseo, el deseo abre ventanas, posibilidades, muchas veces a condición de que esas ventanas no dan a ninguna parte, solamente cumplen una función de atisbar, asomarse, y detrás, sólo hay vacío, una suerte de matrix portátil que nos habita.
El cumplimiento de deseo es de cierto modo imposible, no hay un objeto que lo colme, tampoco que lo satisfaga, se balancea como una botella perdida en el océano, esperando que algo lo satisfaga pero nada viene a ese lugar. El deseo solo se preserva en el deseo mismo, es un deseo inconsciente que algunas veces desencadena otras cosas, entre éstas puede ser el síntoma, pero solo como disfraz del deseo, algo tenue del deseo que se corporiza, como acontecimiento del cuerpo, sin ser el deseo mismo sino otra cosa, tornando imposible su captura, rompe incluso la dimensión de temporalidad, del espacio, incluso de la cordura.
El deseo rompe con la cronicidad del tiempo ya que para el deseo que nos habita, no existe niño, joven, adulto ni anciano, el deseo es uno y no respeta la edad, de hecho si el deseo nos abandona nos viene a cobijar la muerte, ésta sí, como una realización del deseo desde la concepción Freudiana, en este sentido el deseo es el motor de la vida, la caída de deseo se vive como depresión y melancolía, de tal suerte que el deseo no respeta de ninguna manera la edad.
Frente al colosal deseo, sólo se saca provecho mercantil apendejándolo con imágenes, con salidas muy de sentido común, como la felicidad al alcance de la mano, o bien intoxicando el deseo para que éste no empuje al sujeto, como al burro su zanahoria, y crea, que frente al adormecimiento tóxico del deseo este desaparecerá y seremos felices. El capitalismo frente al deseo colosal solo nos llena de imágenes, sonidos, tóxicos, espejismos de trascendencia yoica que hacen a la larga más amarga la vida sin un deseo que nos habite.
Por otro lado, en la Clínica de la Orientación Lacaniana se da a conocer el deseo que nos habita, sin capturarlo onticamente, poner en juego el deseo que nos habita parece sencillo pero no es así, tan no es así que se inventaron muchas terapias sugestivas humanistas y conductuales, para sacar la vuelta y darle un rodeo al deseo, poniendo en su lugar tareas y teatralidades que taponan el deseo que habita al ser hablante.
Desde la clínica lacaniana se trabaja con esos fenómenos residuales que llamamos deseo y que ninguna “terapia light” puede descifrar en su práctica, sólo la intervención psicoanalítica, ya que el deseo es un enigma a descifrar en palabras, que como palabra de analista en ciernes nunca es definitivo.
Algunas veces el deseo se transforma en angustia, agazapado en un conflicto con la ley desbordando un monto, un quantum de angustia. Cualquier defensa que aparezca en el sujeto no es más que el enigma del deseo que amenaza la pobre investidura yoica, con la cual el sujeto se ha arropado para tapar su insalvable castración, que es a su vez, déjenme decirles, producto del deseo que nos habita.
Se puede decir en términos freudianos que la histeria no era más que el producto de deseos reprimidos que se corporizaban en actos, conversiones, parálisis, sueños y síntomas; una plétora de deseos que nos habitan. Ahí donde el histérico también se encuentra alienado al deseo del Otro que lo determina, “amo en ti más que a ti” dirá nuestro querido Lacan para no quedar fuera de sintonía con el decir Freudiano.

* Doctor en educación, Lic. en psicología

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