FAUSTINO LÓPEZ OSUNA
Aunque la población de México hoy día suma más de cien millones de habitantes, no todos pudieron ver todos los partidos del Mundial de Futbol 2018 en Rusia, debido a que la mayoría se supone que estaba trabajando a la hora de las transmisiones. Así que, proporcionalmente, pocos se enteraron por medio de un promocional transmitido en uno de los últimos dos partidos de los finalistas, que en estos momentos tenemos, vivo, un compatriota inmortal. No. No se trata de un nuevo Premio Nobel mexicano.
Ya que lo mencionamos, quisimos saber más de los tales Nobel y, acudiendo al Diccionario Enciclopédico Larousse 2006, encontramos que proviene del apellido del sueco Alfred Nobel, inventor de la dinamita (1886), quien en su testamento dispuso la creación de los premios que llevan su nombre. A partir de 1901, dicho Premio es concedido anualmente por diversas academias suecas o por la noruega a autores con contribuciones destacables en física, química, medicina y fisiología, literatura, paz y economía (ésta a partir de 1969).
Pero no se confunda el lector creyendo, como dijimos, que nuestro Inmortal es alguien como el británico Alexander Fleming, descubridor de la penicilina (Premio Nobel 1945), ni como el norteamericano Linus Carl Pauling, que introdujo la física cuántica en química y militó en los medios científicos a favor del desarme nuclear, siendo laureado dos veces con el Premio Nobel (de química 1954 y de la paz 1962). No. No va por ahí tampoco. Ya que tocamos de rozón esto de premios y premiados, considero importante consignar aquí, para nuestro lastimado y demeritado orgullo sinaloense, que cerca del actual periodo vacacional, un jovencito de esta tierra, Carlos Emilio Ramos Aguilar, estudiante de secundaria del Colegio Chapultepec de Culiacán, ganó dos medallas, bronce y plata, al representar a México en la Bulgaria International Mathematics Competition 2018, en Burgas, Bulgaria, compitiendo con más de mil representantes de 29 países, cosa que pasó de noche a las autoridades educativas y políticas del Estado, como para haberle dado la relevancia merecida.
A Carlos Emilio habrá que consolarlo informándole que en estas infamias de las que no está exento Sinaloa, hay un caso verdaderamente vergonzoso para la República Mexicana que nadie, ningún político, ningún partido político, ninguno de los tres Poderes de la Unión, ninguna Institución de la República, nadie reivindica hasta hoy:
Antonio Gómez Rodríguez, creador del Escudo Nacional, yace olvidado por la Nación en una pobre y lastimosa tumba, olvidada también, en un pueblo sin gloria, del estado de Guanajuato.
Cabe recordar aquí, aparte de su antipatriota olvido, que el primer presidente panista de ese Estado se burló del Escudo Nacional mochándole un ala al águila real del mismo en la papelería oficial utilizada durante los seis años de frivolidades de su gobierno; afrenta que tampoco tuvo desagravio alguno hasta la fecha. Claro que tampoco nada tiene que ver este caso con nuestro Inmortal.
Como tampoco tiene que ver el extraordinario ejemplo que en estos momentos está brindando a los mexicanos otro jovencito de nombre Carlos Antonio Santamaría Díaz, que con tan sólo 12 años de edad, después de aprobar de manera sobresaliente todos los reactivos de los exámenes de secundaria y bachillerato y de inscripción de la Universidad Nacional Autónoma de México, acaba de ingresar, precisamente a la UNAM, para cursar, a nivel superior, una Licenciatura. Pero en estos ejemplos se trata de genio y talento intelectual, no de la inmortalidad que nos ocupa.
De este modo llegamos al momento culminante de escribir el Nombre del Entrañable Compatriota motivo de esta lírica historia y digno de una Oda clásica a la manera del excelso Pubilius Ovidius Naso (Ovidio). Antes, volvemos por la enciclopédica luz del Diccionario, para recordar que el sustantivo inmortalidad es cualidad de inmortal, y el adjetivo inmortal es lo eterno, lo imperecedero, como el alma, o que dura tiempo indefinido, como la inmortal figura de don Quijote.
Así, descorriendo el original velo del prodigioso hallazgo, nos encontramos inmersos en el último juego del Mundial de Futbol Rusia 2018: Croacia contra Francia. El clímax no puede ser mayor que la anticipada sospecha del triunfo de los galos sobre los croatas. En eso, a modo de un promocional deportivo-cultural, como ha quedado asentado al principio, la cámara de televisión muestra un espacio en el que un grupo de niños se disponen a jugar futbolito con El Inmortal: Jorge Campos.
Sí, sin pudor alguno, Canal 7, “El Canal del Mundial”, le presenta al Mundo y a la Humanidad, dese Rusia 2018, al futbolista así titulado y acreditado por ellos, traído desde los siglos de su inmortalidad al presente, para anunciar comerciales de las tiendas Walmart.
* Licenciado en economía, compositor