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PEQUEÑAS ESTAMPAS DE LOS DEVORALIBROS

Por domingo 15 de julio de 2018 Sin Comentarios

Por: MIGUEL ALBERTO OCHOA GARCÍA

Por tercer año consecutivo Jazmín Lozada y un servidor tienen la oportunidad de ser instructores en el programa de círculos de lectura y talleres literarios para niños en el Centro Estatal de las Artes Tijuana con el Círculo de lectura infantil “Los Devoralibros”. Quién sabe si el próximo año estaremos también, pero lo que nos importa es el momento y disfrutarlo mucho contando disparates frente a niños que niñas que vienen en busca de divertirse.
Este año tuvimos una membresía mucho más grande que los años anteriores. En la primera sesión, 24 niños, y en la segunda, 30, imagínense: tantas mentes y caritas reflejando lo que piensan y sienten sin recato alguno. Apenas hemos tenido estas dos sesiones, pero se ve a leguas que será un Círculo con muchos ingredientes literarios.
Los padres de familia esperan afuera del lugar donde se lleva a cabo el Círculo con mucha paciencia y alegría de ver a sus hijos divertirse y hablando de lo que piensan. Esto me da alegría, mirar que las madres de familia se enorgullezcan cuando sus hijas e hijos dicen algún chiste o levantan la mano para hablar de lo que sea. Incluso que los padres de familia estén orgullosos es una de las razones por la cual hacemos este trabajo, porque todavía existe una fuerte inclinación de la sociedad en pensar que las humanidades y las actividades literarias o culturales «no dejan nada de provecho».
Sueña a rareza, a invento, pero no es cierto, todavía hay esa percepción, y en Los Devoralibros se está cocinando el antídoto. Por eso es importante que los padres de familia vengan, para que se den cuenta que la literatura solo es un pretexto para sus hijos hablen frente a los demás y pierdan el miedo a imaginar.
Hay algunos niños que tienen ciertos problemitas para empezar a imaginar, pero algunos no. En esta segunda sesión les pedimos que contaran la historia que quisieran, que agarraran una hoja en blanco y escribieran y dibujaran lo que su imaginación les dictara. Así lo hicieron, les llegó el momento de compartir su historia a dos niñas que se inspiraron en la película Coraline; la niña agarró con sus dos manitas la hoja y empezó a contar, relatar y narrar las aventuras de Coraline y sus amigos sin parar. Jazmín Lozada me hizo una seña y me moví un poco hacia adelante para ver en su hoja: sólo tenía un dibujito del personaje y me di cuenta de que todo este tiempo ella estuvo inventando, aunque no al personaje.
Le pedimos que les dejara tiempo a sus compañeros y que nos siguiera relatando la vida de Coraline la próxima sesión y la niña sonrió amistosamente. Creo que supo que la descubrimos, pero nunca miré arrepentimiento o vergüenza en su sonrisa, ella sabía lo que era crear una historia, una sucesión de hechos ficticios y poéticos. Ella sabía lo que era la literatura a su temprana edad y nos timó debido a que obedecía sus impulsos de niña creadora.
Siempre que trabajamos con niños aprendemos algo. En esta ocasión no pude resistirme a explicarles lo que es una página en blanco y a preguntarles qué significa la imaginación para ellos. Las respuestas fueron sorpresivamente precisas para un grupo de niños con una edad de 7 a 12 años. Así como los psicólogos o algunos psiquiatras pudieran contestar de forma sencilla qué es la imaginación, así contestaron Los Devoralibros. Hicimos algunos ejercicios de imaginación con los objetos dentro del salón y de lo que fue la manguera contra incendios resultó ser una boa gigante de las amazonas, y de la oscuridad que habitaba en un pasillo se convirtió en la cueva donde vivía un pulpo gigante que comía instructores de Círculos de lectura. O sea, yo.
Jazmín y yo nos divertimos a montones, y nunca cambiaríamos esta profesión por alguna otra: devorar libros juntos a las grandes mentes del mañana.

* Coordinador círculos de lectura UA. de B.C TIJUANA

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