SOFÍA MIRELES GAVITO
En Chiapas, las haciendas se formaron como una unidad de producción social y política, erigidas desde el siglo XVI, y en el siglo XVIII adquieren formalmente su status. Así, al llegar al siglo XIX, las haciendas eran claramente de tipo capitalista, asentadas en regiones semitropicales. La historiadora y cronista recientemente fallecida, María Trinidad Pulido Solís, hizo un trabajo de campo con apoyo del Centro INAH Chiapas para investigar las haciendas en Chiapas, logrando estudiar unas 200 haciendas y fincas en todo el estado.
Nos dice que en el siglo XIX se usaba indistintamente los términos: hacienda y finca. Aunque hay diferencias, y la principal es que la hacienda tiene más de 5,000 hectáreas y tenía generalmente una tienda de raya; y la finca era menor a las 5,000 hectáreas y nada más había la casa del dueño.
Sin embargo, podemos decir con base a esa investigación que la hacienda era la propiedad destinada a la ganadería y al añil (tinte); y la finca era la propiedad dedicada exclusivamente al cultivo del café. Además, existían las monterías que eran las tierras que se dedicaban a la explotación de las maderas finas, y éstas se establecieron principalmente en la región de la Selva Lacandona.
Las haciendas de Chiapas tenían un patrón arquitectónico inspirado en la influencia española andaluza con elementos decorativos del estilo neoclásico.
La Casa grande se situaba en un primer plano comprendida dentro de una extensión de dos hectáreas con la siguiente distribución: la casa por lo general presenta una planta en forma de L en donde se encuentran: recámaras, comedor, cocina, cuarto de servidumbre, bodega de alimentos, graneros, cuarto para la quesería y bodega de implementos de labranza y monturas. La vista de la casa es un gran patio en donde se ubica, a un costado de la casa o frente a ella, la ermita o capilla dedicada al patrono de la hacienda, donde cad a año se celebraba la fiesta por cuenta del hacendado.
La hacienda, de la que vamos a hablar, se encuentra en el Valle de Cintalapa, donde se localizan 34 haciendas, que actualmente son pequeñas propiedades que aún conservan el casco o casa grande.
La hacienda en cuestión se llama Macuilapa, y ya se mencionaba en 1586, cuando el Comisario General franciscano Alonso Ponce, al pasar de regreso a la Nueva España proveniente de Guatemala, el 14 de septiembre, da misa en una ermita de la estancia llamada Macuilapa, propiedad de un clérigo.
Macuilapa, en lengua náhuatl significa cinco arroyos; y se encuentra en los bajos de la vertiente interior de la Sierra Madre, cerca de la frontera con Oaxaca por el istmo. En el año de 1813, era Cuartel General de Milicias para vigilar la línea entre los dos reinos: Nueva España y Guatemala; y su propietario era el Capitán Esteban Figueroa, hermano del cura Luciano Figueroa, quien estaba en el pueblo de Tonalá, cuando se dio el incidente entre el Teniente Coronel insurgente Mariano Matamoros y el Teniente Coronel realista Manuel Dambrini. Macuilapa fue la primera hacienda fundada en el Valle de Cintalapa, por tal motivo fue centro general de otras haciendas como: La Morada, el Jardín, Orizaba, La Valdiviana, San Miguel y Los Pinos. Fue curato principal en el siglo XVII. En su época de esplendor la hacienda producía tinta de añil, de la cual llegó a tener una fábrica.
La casa grande está algo deteriorada actualmente, pues su propietario Luciano Farrera está muy grande de edad; igualmente a la ermita le falta mantenimiento. Esta ermita fue construida a mediados del siglo XVIII y principios del XIX. Las imágenes que se observan en el interior son los de: la Señora Santa Ana, San Miguel Arcángel, ambas de yeso que datan del siglo XVII; también hay un Cristo y una Virgen Santísima. Las imágenes son de procedencia guatemalteca.
BIBLIOGRAFÍA:
Pulido Solís, María Trinidad. (2000) Haciendas de Chiapas.
CONECULTA. Tuxtla Gutiérrez. págs.: 9-42, 86.
* Cronista de Tonalá Chiapas