Quisiera ir a una pinche supermarket
para comprarme una vida, una vida para ti, y para mí.
JUAN CIREROL
MIGUEL ALBERTO OCHOA
«DOS CUENTOS»
Pregúntale qué le causa ternura y sabrás qué tan inteligente es. Es más, ¿quieres que lo revise ahorita? Sí, claro que puedo, rápido te lo investigo.
Muy bien, aquí salió el resultado. Oh, no. No creo que lo puedas procesar, tu máquina es tan lenta. Mira, para empezar, sólo tengo un recuerdo y es de su padre. No viene nada de su mamá, así que hay que tener cuidado con este hombrecito, eh. Dicen los freudianos que los que no tienen mamás se violan a sus mascotas o algo así. Si digo pendejadas es porque eres mi amiga y no me importa que me escuches decirlas, así como sé que a ti no te importa que te las diga. Si no soy, ¿quién te entretiene y te hace estos favores, eh?
¿Quieres que te envíe el archivo? ¿Por qué no? Eres una supersticiosa horrible que cree en el amor. Mira, amiga, a esta edad, mejor cogida que casada. Bueno, te voy a decir lo de este recuerdo que salió, pero está, así como te lo voy a contar. Dura cuatro segundos, ¿lo puedes creer?
¡Qué pobreza de tipo! Ay, no. No quiero que seas su novia. Amiga, para qué quieres una persona que sólo puede recordar cuatro segundos de cosas buenas. ¿Y luego si tú haces algo memorable y sólo te recuerda pinches dos segundos?
Sí, sigo aquí. Yo no duermo, ya sabes. Sí, aquí tengo el archivo. Pues ya te dije, para qué quieres saber. Mejor abre el Xinder mañana y te buscas otro. Eres una marrana cibernética, y para acabarla: supersticiosa. Menos mal que soy una persona buena, en la que puedes confiar.
No te dejé en visto, estuve aquí esperando alguna palabra tuya y nunca leí nada. Yo no me hago del rogar, tú eres la que quieres que te rueguen y luego te dejen toda embarazada. Amiga, las computadoras no son un ambiente sano para un niño, ni para nosotras. Bueno, están comiendo en un restaurant chino, la mano gruesa, morena y peluda de un hombre pasa delante de él y toma lo que parece ser una pierna de pollo chiquita, pero bañada en salsa de piña, ya sabes de cuál, verdad.
Sí, es todo, son cuatro segundos exactos. Aquí tengo los datos de emociones, ese recuerdo lo conmueve hasta las lágrimas. No puedo acceder, amiga. Mira que si no puedo acceder en cinco minutos el tipo este está muerto y el recuerdo de la mano que agarra el pollo más enterrado en el olvido que nada. Excepto por ti y por mí que estamos hurgando en la vida de tu amorcito. Ya entré. Mira, qué persona tan compleja, me equivoqué, Dios santo, no puedo creerlo, no sólo es el pollo. Qué va, encontré otra tabla de emociones y sentimientos con altos índices cuando él se dio cuenta que había otro plato con más pollos, y también se emociona hasta las lágrimas. O sea, cómo te explico, si recuerda esto, su corazoncito se mueve, como que baila. La otra vez hablamos de estas emociones con Tilo. Tú de tonta que no haces caso y por eso no mejoras tus habilidades. Por andar pensando en el amor, por eso. Y yo, que soy tan buena persona que también te sigo. Oye, o el pollo estaba súper rico, que odioso que no nos alimentemos así, las pastillas las odio.
Déjame entro, ¿segura? Esto es raro. Tiene una clonación programada para mañana. Yo no fui, te lo juro. Hace tres días, y yo hace tres días estaba en incubación. Espera, tú estuviste el martes aquí todo el día. No me vengas con eso, Rita. Apenas te estás enterando que el tipo tenía una fijación espiritual con las piernas de pollo. ¿Y si sólo se le para cuatro segundos, qué harás? ¿Masturbarte con piernas de pollo? ¿Y si se viene y se pone a llorar todavía con la cuchilla dentro tuyo? Me tienes enojada. No. No me pidas eso, Rita. Por favor. Por favor, Rita.
¡Rita!
Yo no voy a darlo a luz, tú hiciste esto, ven tú y soluciónalo. Si no vienes le diré a medio mundo en el laboratorio que tienes problemas graves. Sí que los tienes. Y les diré, además, que me obligaste a entrar en los recuerdos de un horrible poeta muerto de hambre. Menos mal que lo encontré en la fosa común. Si no, fíjate Rita, en el problemón en el que estuviéramos metidas. Te llevo de las mías, ya te dije, odio las pastillas. Era mejor la vida cuando el aire tenía vitaminas. Pero uno tiene que mover la boca para pensar que come y engullir algo para saberse vivo.
Al menos el poeta ese tenía esa pierna de pollo, para ser feliz y saberse vivo.
Tú / Tú tienes / Tú me tienes
RAMMSTEIN
Let me live that fantasy
ROYALS
II.
No sería la primera vez que sueño con apretar este botón Su perfil emergió sin necesidad de ser demasiado especial. Apareció como si fuera un recado o un diminuto mensaje del destino. Delante de mí: el amor, Ha-ru, de mí que soy una tonta y que no sé hacer más que creer que nuestro trabajo vale la pena.
Los poetas y yo tenemos una cosa en común: no pertenecemos a este mundo. Las cosas que habrá escrito, Dios santo, qué cosas. Bien muerto que está, con su perfil electrónico hablando por él, con sus tablas de emociones y sentimientos como ficha de presentación. Bien podrían haber integrado algún poema para saber si era bueno o era malo. Aunque sus ojos verdes, pequeñísimos, me dicen que no hubiera podido escribir sin observar detalles pequeños, como yo, o esa pata de pollo de la que hablas. Nos pertenece este botón, hoy, por lo menos.
Ya puedo escucharlo latir. Aunque entren, aunque me arrastren del laboratorio, esto que comencé no podrá detenerse. La vida, la poesía no puede destruirse, y yo soy lo que la transforma, de una simple información cibernética, la convierto en una posibilidad, atenta a los relámpagos, atenta a la vida. Pronto fornicará conmigo, comerá pollo conmigo, defecará frente a mí y le enseñaré a decir palabras, para que luego aprenda a combinarlas y decirme lo que decía hace doscientos años, Ha-ru.
Debes apretar ese botón por mí. No puedo compartir la dicha de hacerlo porque no es mi turno de trabajo, tú lo sabes. Hace tiempo que he planificado esto, pero compartirlo me lo hubieras cobrado caro, si de por si creías que estaba loca porque escuchaba las canciones de Eminem y Mozart, que claro, para ti es lo mismo y no puedes distinguir una de otra. Pero no te preocupes, una vez que mi hermoso recuerde su lenguaje él podrá enseñarte a disfrutar de la música, de las palabras bien escritas, de la poesía.
Cuando estuve en Incubación aprendí de ello, no parece difícil. Es un proceso sencillo. La manera orgánica por supuesto, la manera de hacer personas hoy en día es latosa y tonta. Vitaminas por aquí y por allá. He visto en Incubación que antes era diferente.
Lo he intentado antes y me ayudaste a sacarlos de la ciudad. Los experimentos nunca son como uno los imagina. Hasta los perfiles que tenían las tablas de emociones medianamente balanceadas daban a luz a productos psicóticos y con tintes bestiales. Hoy recibo la posibilidad de la locura con los brazos abiertos.
¿Estás ahí?
Tengo guardado diez mil créditos, suficiente para un producto. Lo pediré en este momento como si fuera otra persona. No te preocupes, es de una señora de 90 años, no se darán cuenta. Lo voy a pedir y tú, inmediatamente, antes que traten de verificar la fuente del cliente, aprobarás la Incubación del poeta.
Déjame vivir esta fantasía, deja que se vuelva realidad. Ese archivo que recién descubres lo he estudiado por semanas enteras, y sabes qué, nunca había pensado la vida de la manera en que él la vivió. Imagínate si llora por una mano velluda agarrando una pata de pollo, ¿cómo reaccionará cuando sus hijos abran los ojos por primera vez?
La vida no es ese algoritmo en que bailan las instituciones.
No, Ha-ru, no quiero volver. Quiero quemar todos los puentes y destruir mi boleto de regreso a ese pestilente laboratorio que expele muerte. Nunca me pagaron bien y nunca conseguiré amor. Por eso te digo, amiga, que tú hagas lo mismo, selecciona otro espécimen, alguno que te guste, no importa si es feo o si tiene balances hormonales y emocionales fuera de lo común, como tú dices, mejor cogida que malsana, o algo así.
Sí, ¿recibiste la solicitud? Bien. Por favor, Ha-ru, envíame tan pronto tengas algunas fotos de las primeras fases de Incubación. Quiero enseñárselas cuando sepa pensar y hablar, quiero decirle todo lo que planificamos juntas. También tengo toda su información de su época y de su familia biológica, de todo. Incluso rastreé un poco de sus créditos y los integré a una cuenta bancaria que le hice. Le puse nombre, es decir, no puede llamarse igual; al fin y al cabo, son dos personas diferentes. Le puse José, y lo apellidé Atlantis: José Atlantis. ¿No te parece bonito? Quiero que se llame como su pueblo y quiero que se llame como un pueblo imaginario, para que sepa que dentro de él siempre estará el vivir fuera de lugar. No los mires, Ha-ru, les vas a decir que todo esto fue mi idea. En tu celular vas a encontrar un mensaje donde te estoy extorsionando. Sí, mentira, pero te protegerá, necesito que te quedes trabajando ahí, nunca sabemos si alguien más puede necesitar de un poeta. Nos iremos a China, te mandaremos fotografías, posiblemente encuentres libros de poesía y piernas de pollo en el paisaje. Gracias por todo, Ha-ru, besos.
* Coordinador del Círculo de lectura del CECUT y director de
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