FAUSTINO LÓPEZ OSUNA
Joan Manuel Serrat no deja lugar a dudas cuando dice en una canción: Nunca es triste la verdad / lo que no tiene es remedio.
El cambio, por ejemplo, es una condición y manifestación universal de la materia. Todos los fenómenos físicos, orgánicos e inorgánicos, están sujetos al cambio, que es acción y efecto de cambiar; cambio de estado que en Física es el paso de un estado físico a otro: el agua ofrece el mejor ejemplo de dichos pasos: de líquido, sólido y gaseoso. En Sociología, el cambio es el conjunto de mecanismos que permiten la transformación de una sociedad. El ser humano ejemplifica sus propias etapas evolutivas que van de la edad de piedra a la edad del átomo. En la Filosofía materialista, se establece que todo cambia, todo se transforma: lo único que no cambia es que todo cambia. El cambio, pues, no tiene remedio.
Cabe subrayar que la realidad se nos impone. Nos guste o no. No depende de nuestra voluntad. Por eso cuando los torturadores de la Santa Inquisición con amenazas de muerte en la hoguera obligaron a Galileo Galilei a negar que los planetas tenían un doble movimiento, sobre sí mismos y alrededor el Sol, el científico italiano lo negó, pues sabía que no dependía de su negación que dejaran de girar, de ahí que en cuanto lo negó, agregó: “y sin embargo, se mueven”. Pero eso no les importó a los imbéciles torturadores católicos, creyendo que con la retractación de Galileo habían echado por tierra la teoría del polaco Nicolás Copérnico. Pobres enfermos, ignorantes y fanáticos. Hasta el también polaco Juan Pablo VI, queriendo congraciarse con la Humanidad, pidió disculpas de la Iglesia por la barbaridad que cometieron sus antepasados con Galileo.
Si alguien tuvo claro el proceso del cambio inevitable desde hace cosa de 2500 años, fue el eminente filósofo griego Heráclito, célebre por sostener que nadie se puede bañar dos veces en las mismas aguas de un río. Pocos destacan que igualmente sostuvo el principio de un universo en devenir perpetuo, concepto que le permitió reflexionar sobre la lucha y la unidad de los contrarios. Para destacar la importancia de esta reflexión, basta señalar que una de las leyes de la Dialéctica establece que en todas las cosas existe una unidad de opuestos o de contrarios. Y la más importante es la que se refiere a la vida y la muerte, que encaja perfectamente en la concepción de la lucha y la unidad de los contrarios de Heráclito. Nosotros mismos, cada uno, somos una unidad de opuestos. Afirmación, negación: la continuidad histórica del pensamiento occidental, para citar a Octavio Paz, es una sucesión de rupturas que conforman una línea dialéctica trazada sobre las mismas a modo de síntesis. A estas alturas, ¿alguien podría negarles la razón a Heráclito, Copérnico y Galileo? La verdad científica tampoco tiene remedio. El cambio, lo mismo en el macrocosmos que en el microcosmos, tanto en los fenómenos naturales como en los sociales, se realiza por la vía de la evolución y de la mutación. Evolución es la serie de transformaciones sucesivas que han experimentado los seres vivos durante las eras geológicas.
En tanto que Mutación es modificación de la estructura de los cromosomas en los seres vivos, que se encuentra en el origen de una modificación hereditaria del fenotipo. (Cromosoma es el elemento de la célula que se halla en el interior del núcleo y contiene el material genético.
Fenotipo es el conjunto de caracteres que se manifiestan visiblemente en un individuo y que expresan la interacción de su genotipo con su medio).
En este mismo orden de cosas, mientras que mutacionismo es la Teoría explicativa de la evolución que asigna a las mutaciones el papel principal en la aparición de nuevas especies, mutante (que muta) es el gen, cromosoma u organismo que ha sufrido alguna alteración en la cantidad, estructura o composición química de su material hereditario. La misma Dialéctica da cuenta del cambio cuantitativo a cualitativo. Ello explica la metamorfosis del renacuajo en sapo o rana y la de la oruga en mariposa. Todo lo cual nos lleva a reiterar que la evolución y la mutación tampoco tienen remedio.
Y así podríamos continuar dirigiendo la mirada y la imaginación a los misterios de la materia y sus manifestaciones insólitas (lo desacostumbrado, fuera de lo común). Ejemplo: de acuerdo a investigadores del siglo antepasado, por razones evolutivas, todos los gatos totalmente blancos con ojos azules, son sordos. Desde hace muchísimo tiempo se conoce del daltonismo en los perros (defecto de la visión que afecta a la percepción de los colores, y produce normalmente la confusión entre el rojo y el verde).
Cerramos con el caso de las flores. A todos, desde la educación básica, se nos enseñó que las partes principales de una flor eran cáliz, corola y pistilo. Pero nunca se nos informó que había flores sin pétalos (apétalas), como el muérdago.
Estos gatos, perros y flores, ¿tendrán remedio?
* Economista y compositor