SYLVIA TERESA MANRÍQUEZ
Abrió los ojos y el mundo seguía allí. Levantarse y repartirse en piezas. Atender a los hijos, la pareja, ella misma, esa pieza que de transparente parece desvanecerse.
En las meditaciones de la ducha piensa. Hoy es jueves.
Hay que llevarse la ropa deportiva del hijo menor. ¿Ya se levantaría la mayor? No sabe qué hará de desayuno. Se mira al espejo, el tinte del cabello deja ver nuevamente las canas. Hay una arruga más en la frente.
Suena la televisión. El presidente en turno refrenda su compromiso con las mujeres y reconoce que siguen los prejuicios y actitudes que frenan su desarrollo, lo que llamó “una verdad innegable”. Se detuvo frente al televisor para escucharlo decir que en México, como en otros países, por desgracia, muchas mujeres siguen siendo ignoradas, discriminadas, golpeadas o asesinadas.
Ella se toma un minuto para razonar que las cosas en este país están tan mal que el presidente admite lo inadmisible.
Apenas ayer revisaba algunos datos desoladores. Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH 2016) el 66% de las mujeres mayores de 15 años han padecido violencia alguna vez en su vida. Más del 40% han sufrido violencia por parte de su actual o última pareja. El 60% de las que acuden a clínicas y hospitales son violentadas dentro de su hogar. Siente un escalofrío cuando piensa que los feminicidios ya no son sólo en Juárez sino en todo el país.
En el trabajo busca en las numeralias algo que le diga que en Sonora la situación es mejor. Pero lo que encuentra la hace pensar que el presidente se quedó corto. En esta entidad el homicidio ocupa el primer lugar como causa de muerte dolosa en las mujeres. Muertes que no tienen que ver con accidentes o enfermedades terminales.
Se le eriza la piel al leer que este tipo de muertes va en aumento y que la mayoría de los asesinatos sucedieron en el hogar.
Se pregunta qué está mal. Porqué en más de un siglo demandando igualdad la situación de las trabajadoras sigue siendo desigual. Lo sabe porque además de los datos duros que lee, ella forma parte de ese sector de mujeres que gana 20% menos que los varones que realizan la misma labor, aunque esté más capacitada.
Afortunadamente aún no entra al 70 % de mujeres mexicanas que viven en la pobreza.
Le vienen de golpe las palabras del presidente: “Tenemos que seguir trabajando por el respeto, en particular el respeto por las mujeres”. Se ríe.
Se han logrado importantes avances en poco más de un siglo de lucha, sin embargo las desigualdades son hoy más visibles que antes. Las mujeres siguen siendo las más expuestas entre los expuestos, las más discriminadas entre los discriminados.
Así avanza el día. Asiste a ceremonias de conmemoración, conferencias y jornadas. Recibe abrazos aunque sabe que no hay algo que celebrar. Participa en el debate con un certero razonamiento. El respeto sólo llegará cuando se cambie en todas las esferas la percepción que se tiene sobre la capacidad de las mujeres y el lugar que ocupan en la sociedad.
Por fin la noche, el balance no es optimista. De nuevo la televisión le presenta la realidad del respeto hacia las mujeres en este país. Deplora ONU que mujeres continúen siendo ciudadanos de segunda clase.
Reúne todas sus piezas y cierra los ojos para olvidar que el mundo sigue allí, comiendo vorazmente sus sueños.
* Autora y productora Radio Sonora