Cuando se echa el síntoma por la puerta vuelve por la ventana (Judith Miller)
CARLOS VARELA NÁJERA
Marzo conmemora el día internacional de la mujer, y no quiero dejar de rendir homenaje a Madame Judith Miller, acaecida el 6 de diciembre de 2017, hija del gran psicoanalista francés Jacques Lacan, y esposa de Jacques-Alain Miller, con quien nos une un lazo de trabajo, pues sé de oídas, no podría ser de otra manera como psicoanalista, lo que esta gran mujer representó para la consolidación, desarrollo y promoción del psicoanálisis, ella luchadora infatigable, logró romper cadenas y desafió las fronteras para sostener la apuesta de introducir al psicoanálisis en muchos rincones del planeta sin dar tregua, y sin que ningún obstáculo la aminorara, si una puerta se cerraba Judith lograba abrir tres más, ya que el tiempo no la tomaba por sorpresa, y sabía anticiparse aun a las desventuras, de tal suerte que ni el país de los muertos pudo acallar su palabra pues su voz resuena entre hojas escritas, en risas y miradas vivas, en enseñanza que sostiene su ser entre nosotros y que quienes tuvieron la dicha de conocerla la amaron por su dedicada entrega al trabajo del psicoanálisis.
Ana Viganó, otra infatigable trabajadora del psicoanálisis me habló de Judith y el aprecio de ella hacia Madame Miller, no dejo de taladrarme los oídos, se veía adolorida pero con gran fuerza para tomar lo que ella nos delegó y seguir con todo el ánimo echado hacia adelante, Ana sabía que la única manera de honrar a Madame Miller era trabajar incansablemente por su causa, y aunque era una pérdida sentida por todos los que estamos en transferencia de trabajo, tomábamos de Judith su entrega heroica porque se sabía por dichos de otros que Madame Miller metía todo el cuerpo y aún más, hasta una libras de carne para que las cosas se dieran.
Se acerca el Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, este abril en Barcelona, no me cabe la menor duda que las palmas ella se las lleva, pienso que su nombre resonará en cada uno de los que estemos presentes en esa gesta, donde reunidos totémicamente ante la insigniade las psicosis, y cómo no evocar también en Barcelona a Madame Judith Miller, porque ella encarna el deseo de que más congresos se realicen, con la misma fuerza, con la misma sintonía, con esfuerzo de poesía.
Judith además de ser hija de Lacan era una defensora de la obra de su padre, sabía del peso del agalma, y cómo eso genera disputas estériles, ya que su marido, pese a quien le pese es responsable de garantizar que Los Seminario salieran a contra corriente, aun en contra del refunfuño de otros, los seminarios van, y van muy bien, ella lo sabía, es un tesoro, por eso la disputa, pero Jacques-Alain Miller, sigue sus propios tiempos.
Sabemos que Madame Judith Miller, estaba detrás del Telón de la obra psicoanalítica, y tras bastidores pincelaba muy bien el paisaje donde hoy nos movemos, es una artista sin proponérselo, pero el paisaje florido donde discurre nuestro psicoanálisis sabemos que en mucho se lo debemos a sus pinceladas.
Judith significa en hebreo “La Alabada”, diremos admirada y querida, quienes tuvieron la suerte de convivir con ella les dejó una marca de la pasión por este saber, del trabajo de su insistencia y tenacidad que era tan grande su amor por este saber que ella se bastaba sola con su esfuerzo titánico para que las cosas se fueran dando, ella al dar su vida por el psicoanálisis supo que mucho de lo que hacía era para preservar el deseo de su padre, con su trabajo titánico hizo presente la fuerte presencia de Jacques Lacan para que su obra se mantuviera con la misma frescura tal como la recibió de su padre.
Judith filósofa al igual que su marido, mujer brillante e inteligente se ha ido, nos queda no rumiar su pérdida sino hacer de su esfuerzo nuestra tarea, afianzando los lazos de transferencia, promoviendo la pasión por esta orientación que a algunos nos ha orientado, y que sabemos que estamos orgullosos de contar con nuestra Judith no todos la tenían, su significante nos arropa y eso hace la distinción con otros lacanosos que encarnan al urvater, pero que Madame Judith Miller con su solo semblante los hace palidecer.
* Doctor en educación, lic en psicología