FAUSTINO LÓPEZ OSUNA
Así como hay una inmensa mayoría de mexicanos que se dicen tales, y nacen, crecen y mueren sin haber leído jamás la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los hay también católicos que nacen, crecen y mueren en la Iglesia Católica sin haber abierto jamás la Biblia. Y como para reproducirse lo que opera en ellos son las hormonas y no la preparación intelectual ni el conocimiento científico, ni falta les hace. Si les fue bien o mal en la vida es cosa de la suerte o de Dios, y asunto arreglado. Eso sí, como la ignorancia es la madre de todos los prejuicios habidos y por haber, durante toda su existencia hacen y deshacen de honras ajenas hasta su último aliento: para algo se vino al mundo, qué caray.
A modo de segunda parte de ´Hablemos de Dioses¨, nos referimos ya al politeísmo y al monoteísmo. En el primero, destacamos que los romanos asimilaron a Zeus con Júpiter. Lo que no dijimos es que el catolicismo hizo lo mismo con las facultades de dioses antiguos en algunos de sus santos, como san Isidro y santa Rita. Menos dijimos que Pantocrátor (del griego, pantocratór) es epíteto atribuido al Dios de los cristianos. ¿Alguna vez usted, buen cristiano, lo supo? Y no sólo eso. Resulta que también aparte de llamar a Dios Pantocrátor, este término se utilizaba como sobrenombre de Zeus. Sí: lo leyó usted bien. En los cristianos quedaba, como en los romanos, el eco de Zeus, Dios del cielo y señor de los dioses. ¿Acaso de ahí devino la reiteración, por los siglos de los siglos, de “único Dios verdadero”? Aunque un tanto pesada la palabrita Pantocrátor en griego, comparándola con la que usamos del latín, Dios, ocurre lo mismo que con la palabra ´gracias´ en búlgaro: blagodariá, pues golpea tanto su pronunciación para agradecer delicadamente, que los mismos búlgaros utilizan indistintamente dicha palabra serbocroata y el mercí francés.
Un dato literario digno de comprenderse y apreciarse: con la misma raíz griega de Pantocrátor, se forma la palabra Panteísmo (del inglés pantheism, del griego pan, todo, y theós, Dios): Doctrina según la cual todo lo que existe participa de la naturaleza divina. En la poesía universal, la de Enrique González Martínez es profundamente panteísta y de prodigiosa belleza. Los que no aceptan a Dios ni en pintura, aborrecen de la poesía del jalisciense-mocoritense González Martínez, que es un Monumento en pro de la Ecología mundial, recordándoles a tales dogmáticos que, en su momento, fue nominada al Premio Nobel de Literatura.
Regresando al tema, agregamos que si de por sí son muchas las sorpresas para creyentes muy poco informados de su religión, en griego (parakletos) y en Teología también, Paráclito es Espíritu Santo. ¿Cómo la ve? ¿Desde cuándo la Iglesia dejó de utilizar Paráclito? Sepa.
Por otro lado, algún amigo que leyó la primera parte de ´Hablemos de Dioses´ me señaló que le había parecido “fuerte”. Le aclaré que yo mismo había advertido que únicamente transcribía lo que decía el Diccionario. Ahora agrego que entonces como hoy consulté la Enciclopedia Larousse, por si alguien quiere constatarlo, aunque sucede lo mismo que con la Constitución y la Biblia: se nace, se crece y se muere hablando el español, pero nunca se lee el Diccionario.
En mérito y honor a nuestros pueblos prehispánicos a los que a sangre y fuego les fueron destruidos sus dioses amados, respetados y venerados (los otros dioses no mencionados aquí: Huitzilopochtli, Quetzalcóatl, Coatlicue, Coyolxauqui), de la mano de Miguel León Portilla, si se quiere ir a la polémica, podemos citar a Bertrand Russell (1872-1970), filósofo británico. Su actividad más significativa se sitúa en el terreno científico y lógico. Escribió Principia mathematica. Premio Nobel de Literatura 1950. Entre sus obras figura “Por qué no soy cristiano”. Hace añicos el dogma de la Primera Causa, aplicando la lógica más elemental. Partiendo del razonamiento de que si todo tiene una causa hasta llegar a la primera, que es Dios, pregunta: ¿por qué detienen ahí el razonamiento? Y afirma: antes de Dios tiene que haber otra primera causa. Pero le responde el silencio.
Otro autor rescatable es el mexicano José Emilio Pacheco, quien, como Russell, con la más elemental lógica, deduce: Si hay tres Personas distintas y un solo Dios verdadero, ¿qué caso tienen las otras dos?
Así seguiríamos citando autores importantes, como el nicaragüense Rubén Darío, sobre todo su obra juvenil, con una libertad de pensamiento envidiable hasta en nuestros días, con la que puso en predicamento al propio Vaticano (“¿Sabéis quién es? Allá está:/ su trono se bambolea/ porque el soplo de la idea/ su trono derribará”), lo que le valió que lo “castigaran” colocando su poesía en el inquisitorial Índex (obras inscritas en inmensas mantas que colgaban en lugares visibles del Vaticano, cuyas lecturas se hacían acreedoras a la excomunión), cosa que alegró a Rubén Darío (su colocación), por la universal publicidad inesperada. ¿Y qué decir del poeta coahuilense del Nocturno a Rosario, Manuel Acuña, quien vivió los años luminosos de Benito Juárez y escribió una combatiente décima “A Dios” (“¿por qué si es verdad que existes/ no existes en mi conciencia?”), censurada, obviamente, por todas las editoriales de influencia religiosa católica? En nuestro país, la única editorial que la tiene publicada, reunida en su Poesía Completa, es Porrúa Hermanos, honrando dichos libreros la libertad de imprenta.
Todo lo anterior, lo recordamos en honor a las libertades que consagra nuestra Constitución, que cumplió sus primeros cien años el pasado 5 del presente. Gloria a sus creadores.
* Economista y compositor