VERONICA HERNANDEZ JACOBO
Es el título de un texto publicado por Miquel Bassols, presidente de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, que aglutina a médicos, psiquiatras, psicólogos, filosofos, sociólogos, poetas, matemáticos y por si fuera poco psicoanalistas, en resumen a la intelligencia, de los 4 puntos cardinales del planeta, y que nos ofrece en esta obra del 2017, una mirada sobre lo femenino, mencionando de pasada que hoy existe la mundialización de lo femenino, jugando un poco la otra hipótesis de la feminización del mundo.
Lo femenino como enigma abre un espacio según Bassols que ya no podría funcionar en la lógica presenciaausencia, en ese” entre” que da lugar a un espacio imposible de recorrer, lo femenino que hace estallar, hoy más que nunca el imperio de la cifra y la exactitud, que comanda el discurso de la ciencia.
Lo femenino tal como lo entiende la experiencia en psicoanálisis no es un género, ya que cuando se asume la posición de género, se burocratiza, convirtiéndose en una asignatura meramente política y de slogan, se hace la politiquería del genero, y entonces en su nombre algunas veces se segrega al hombre, se alcanza un puesto, se coloca un departamento para denostar al hombre, en el nombre de… tratar la violencia familiar, ya que en algunos delirios de género, ser hombre es de entrada ser agresivo, o bien en nombre de ese género se alcanza una diputación para gritar desde lo femenino “putooooo en los congresos”.
Cuando lo femenino se hace género, se intenta emascular lo masculino, siendo que cada una de estas posiciones sexuadas más que de género, gozan solos en su propia extranjeridad, entendiendo que el goce no es reciproco sólo hace del sujeto una comedia de los sexos, de ahí la dificultad no para aparearse, sino para hacer uno en pareja, ya que los goces disparejos no emparejan a la pareja, sino que nos disparan a la soledad autísta, gozamos solos ya que el goce hace imposible la relación sexual, o bien que lleve a buenos términos, ya que el goce es la hiancia pura de la castración, es decir no hay complementariedad de los sexos.
No lo decimos nosotros, lo dicen los que si saben del amor, los poetas, de ahí que Antoine Tudal mencione que: entre el hombre y el amor hay una mujer. Entre el hombre y la mujer hay un mundo. Entre el hombre y el mundo hay un muro. Y ese “entre” podría alargarse infinitesimalmente, haciendo del hombre y la mujer frente al goce unos extraños solemnes.
Lo femenino no es agotado ni por las teorías de género que algunas veces asumen una protesta muy viril, ni por la ciencia que no alcanza a dar pie con bola cuando de lo femenino y sus goces se trata, ya que los discursos psiconeuroendocrinológicos poco saben del goce femenino y frente a esto sólo se hacen sordos, el goce extranjeriza al sujeto en su propio goce, siempre se es para un goce del Otro, donde incluso la mujer en el terreno de lo femenino, es Otra para sí misma, como lo es para él, de este modo ni goce, ni, la mujer, mucho menos lo femenino pueden ser atrapadas en las moléculas, ni en la satisfacion de los sexólogos que todo lo han ontologizado al sexo.
Lo femenino se jugaría entre tantas otras como una metáfora menciona Bassols “aguardo pero no espero nada”, en este sentido las certidumbres que intenta fundar el cientificismo son desvanecidos por el semblante femenino, y ahí ya no existe puerto seguro, puede pasar incluso para un sujeto que busca la mujer y no la encuentra, porque èsta es sòlo un ideal que la otra mujer despertarà.
Vacio que nos dice que lo femenino no hace uno, no hay reciprocidad, de eso que introduce la alteridad del sexo para seguir a Bassols, de una manera que el significante no podrá abordar, para ello se recurre a otra lógica que no es la del significante sino de la letra con todas sus implicaciones pues la feminidad puede desbordarnos.
* Doctora en educación