CARLOS VARELA NÁJERA
La psicología simple, la del sentido común, esa que se ofrece con investiduras académicas y que se jencuentra incrustada tanto en instituciones académicas, como espacios institucionales en programas de gobierno, sufren un mal endémico, no quieren pensar, sólo sentir, pero sobre todo negando la realidad y asumiendo en su reflexión profunda con el más espurio sentido común para interpretar el mundo.
Se llenan esas instituciones y programas de gobierno con un sin fin de cursillos que en su mayoría se tira a la basura, donde se imprime el peso ideológico, sólo de sentir, empujando al sujeto a ser más empático, pero en los hechos tras varios cursos se convierte en un sujeto más deshumanizado y sobre todo negando la realidad: crisis, de pobreza extrema, violencia generalizada. Al decir de estos bufoncitos con semblantes de psi que la crisis en todos los sentidos de nuestro país es mental, y de percepción falsa, que la superemos con mente positiva, en resumen tanto el gobierno como la psicología simplista, hacen creer a la población que todo está en la cabeza y solo hace falta que el sujeto sea más optimista.
En ese sentido, tanto el gobierno como la psicología simple de corte humanista, nutre a ese gobierno con cursos de valores, no haciéndolos más humanos, sino al contrario más inhumanos laboralmente y atropellando los derechos del trabajador, lo vimos en Sinaloa en gobiernos anteriores en el caso de Secretaría de Salud. Entonces de qué sirve toda esa parafernalia de cursos humanistas, ya que lo único que generan instituciones más sádicas e inhumanas con el trabajador. Esconden los recursos, diciendo que no hay más dinero, bajo el slogan federal “hacer más con menos”.
En este sentido tanto los gobiernos como las instituciones usan el quehacer humanista con sus supuestos cursos para que eviten en todo momento que el sujeto piense, que razone, para ello lo llenaran de cursos afectivos, emocionales, de relaciones interpersonales, provocando que el sujeto sea acrítico, que no se movilice, que no luche por sus derechos, que sea un ladrillo más en la pared y que soporte la realidad sin que proteste, en fin…que se someta sin quejarse, un simple cordero fiel y discreto pero repleto de cursos para que sea feliz.
Para lograr su objetivo el orden institucional adormece al sujeto con cursos y telenovelas, sino le alcanza con lo anterior, entonces usará el poder psiquiátrico para volverlo a sedar con las benzodiacepinas, convertirlo al sujeto en una docilidad manejable, como ven el poder de la psiquiatría y la psicología siendo participes de ese adormecimiento, para que soporte los efectos de un entorno catastrófico.
Se trata de aislar al sujeto con supuestos cursos que lo lleven a hacer creer que la fuerza se encuentra dentro de él, que basta con que quiera para que todo se le cumpla, se le aísla con un falso narcisismo, con un falso concepto de trascendencia, otorgándole en lugar de un buen salario sólo falacias de autoestima, y reconocimientos con sellos oficiales que lo enaltecen pero sin futuro, o su futuro hipotecado.
El sujeto con tantas tomadas de pelo en nombre del humanismo, se ha convertido en un niño generalizado, y anhela a alguien que le diga qué hacer, este infantilismo psíquico es el producto de tantos talleres de psicología común que sólo abonan a producir un niñote que debe ir de la mano de un amo, que le diga hacia donde dirigirse, sujetos que en los talleres lloriquean y moquean a más no poder, pensando que de esa manera alcanzarán el éxito, y sólo encuentran ser la servidumbre voluntaria de un Otro que los goza al feminizarlos en sus lloriqueos, y en eso no hay nada de que sentirse orgulloso, al contrario analizar la servidumbre voluntaria a la cual conducen esas supuestas prácticas liberadoras que lo someten siempre al goce de la manipulación y el lavado de cerebro.
*Doctor en Educación, Lic en Psicología
