ANDRÉS GARRIDO DEL TORAL
El jueves 1 de junio de 2017 tuve el honor de presentar la más reciente obra de la talentosa doctora Guadalupe Zárate Miguel llamada “Los pioneros de la fotografía en Querétaro”, en la mismísima galería baja del beaterio y colegio real de Santa Rosa -de mis amores- de Viterbo. Doris Nieto de la Vega nos atendió con unos excelentes bocadillos de jamón serrano y a más de algún ortodoxo de los vinos tintos le enseñé cómo transformar a Dionisio en tinto de verano en una calurosa tarde queretana.
El formato del libro podrá parecer simple, pero no, escuincles hijos de mi última cruda: Lupita Zárate no publica fotografías de arte sino históricas, por lo que si algún señorito perfumado quiere criticar la sencillez pero a la vez idónea forma de editar y publicar que vaya a Shangai o a Sumatra. El esfuerzo de la Secretaría de Cultura y el Instituto Queretano de la Imagen vale mil aplausos. Primeramente rescatan la figura de un queretano cadereytense, español, huérfano y pobre, de ascendientes mineros, que pudo a entrar a estudiar al entonces Colegio de Metálica, después Colegio de Minería y hoy Facultad de Ingeniería de la UNAM. El abuelo y padre de este personaje fueron mineros en la zona de Escanela, Pinal de Amoles y El Doctor Cadereyta, pero no tuvieron fortuna y cayeron en la pobreza a pesar de haber sido de los exploradores y soldados que recibieron mercedes reales por su aventurera labor.
Es el caso que la viuda se tuvo que trasladar a una casa de beneficencia en la Ciudad de México y en 1797 logró que su hijo fuera admitido con una beca real de 300 pesos, con la cual podría estudiar y vivir dignamente. Este queretano de Cadereyta es José Manuel de Herrera Olvera, a quien el exigente jurado calificador encontró “limpio de sangre judía y mora” en tan discriminatorias prácticas. Si yo hubiera vivido en esas épocas no habría estudiado nada porque la tengo de árabe, al igual que Beto Herrera Moreno de judío.
Es el caso que este José Manuel de Herrera Olvera rápidamente ganó fama en la prestigiada institución por su dedicación a la Química y a las Matemáticas. Lo enviaron a San Antonio de El Doctor a hacer unas prácticas mineras y rápidamente encontró una fórmula para eficientar el uso del cinabrio o mercurio para “el beneficio” de la plata. Allí mismo descubrió dos nuevas sustancias químicas al grado de que uno de sus mentores decidió llamar a una de ellas como “Herrería” en honor a su descubridor. Al licenciarse decidió continuar en el ya Colegio de Minería como maestro, al mismo tiempo que continuó estudiando hasta el doctorado, siendo uno de los poquísimos mexicanos que pudieron obtener ese grado tan complicada época (ahora hasta los compran).
Siempre estuvo este personaje del lado del pueblo en la Guerra de Independencia y en las revueltas intestinas del país, pero nunca dejó de dar clases e inclusive ofreció dar sus lecciones en su propia casa particular. Un México pobre y violento le debe dos importantes aportaciones: a) A través de la Química hacer que el costo de producción y venta al público del carbón bajara para hacerlo accesible a las clases populares; b) Encontrar una sustancia líquida y en polvo para evitar la propagación del cólera en las poblaciones de todo el país. Como si esto no fuera suficiente todavía el cadereytense se dio tiempo de descubrir el proceso fotográfico antes de que éste nos llegara importado a manera de daguerrotipo de Francia en 1839.
O sea que es el pionero nacional de la fotografía en México, quien además fue precursor de las ciencias forenses y de la criminalística. Murió en 1856 y fue enterrado en San Fernando, México, allí donde están Benito Juárez y Tomás Mejía y de donde salió Junípero Serra rumbo a la Sierra Gorda. Descubrir a este personaje tan importante se lo debemos al historiador Jesús Mendoza Muñoz, multipremiado en varios foros nacionales. Creo que si pudieran conseguir una carta de iniciativa de la Facultad de Ingeniería de la UNAM proponiendo a José Manuel de Herrera Olvera para ocupar un nicho en el Panteón y Recinto de Honor de las Personas Ilustres de Querétaro mi jefe Marcos Aguilar Vega no tendría objeción para presentarlo como persona de mérito al Consejo Consultivo.
Cuando menos que mi amigo León Enrique Bolaño, alcalde de mi vieja Cadereyta, le imponga el nombre del científico a una callejuela, calle, avenida o callejón, allá donde el Divo hizo de las suyas durante 18 años. ¡He dicho!.
Regresando al magnífico libro “Los pioneros de la fotografía en Querétaro”, contiene éste la que fue considerada la foto más antigua tomada en Querétaro -de 1850- a unos “indios otomites” vestidos de mestizos. Pero mi admirada Sol de la Vega Macías le presentó a Lupita Zárate una de 1847, así que a esperar una segunda edición. Por otra parte, Lupita rescata con mejor resolución la foto del héroe queretano en Acultzingo, en Puebla en el5 de mayo de 1862 y Puebla 1863: Rómulo Bautista, a quien conocíamos en fotos borrosas de don Fernando Díaz Ramírez. Como Rómulo Bautista murió en la batalla de Puebla de 1863 Benito Juárez entregó la medalla de honor a sus familiares. Este tampoco tiene calle amiga Paola López Birláin, regidora y presidenta de la Comisión de Educación y Cultura del Ayuntamiento capitalino.
El libro cierra con fotos de personajes de todas las clases sociales del período de la República restaurada, sentenciando que salir en una fotografía era sinónimo de avances en la escala social. Allí encontramos tres fotografías de Nicolás Campa y una de Ezequiel Montes, además del político Luis Quintanar, queretano de exportación para gobernar Jalisco. Pero antes del cierre, Lupita Zárate se lució con otra advertencia: ¡Todas esas fotos que hasta mercenarios andan ofreciendo y fechando mal son de 1864! Sí señores, fueron tomadas con motivo del primer viaje de Maximiliano de Habsburgo en agosto de 1864 por estas tierras para asistir a la fiesta de Independencia en el pueblo de Dolores, de donde: José Alfredo Jiménez (salud).
Estas fotos corresponden a la Fototeca Reyes Valerio y no tienen desperdicio ninguno, desde la hacienda de Arroyo Zarco, calle principal y casita indígena de San Juan del Río, plaza San Francisco con reloj en la torre, portal Quemado antes del incendio de diciembre de 1864, parte trasera de La Cruz con zuavo francés incluido, casas de los trabajadores de la fábrica El Hércules y una más que quiero dejar al último porque estoy “encarbonato”. Lupita Zárate entró hasta los sótanos de la nómina de Maximiliano y descubrió que el autor de tan importantes fotos fue Ernesto Lovet, pagador del ejército francés. La foto polémica a la que me refiero es a la de la fuente y estatua del marqués de la Villa del Villar, Juan Antonio de Urrutia y Arana, en la Alameda llamada después “Alameda Hidalgo”. Don Manuel Septién y Septién publicó desde 1967 una fotografía que siempre denominó como fuente y estatua del marqués en la Alameda, sin embargo, cronistas e historiadores no tan originales como el maestro Septién decían que era una equivocación, que la susodicha foto correspondía a la Alameda chilanga. Casi me convencieron esta bola de “caones” pero lo cierto es que la seriedad de don Manuel Septién y su relación con archivos y bibliotecas en la Ciudad de México están fuera de duda. Eso sí, don Manuel no citó la fuente y Lupita Zárate sí: Fototeca Reyes Valerio y año 1864. Posteriormente y una vez que se intentó reponer después del Sitio de Querétaro la imagen urbana, esta estatua fue cambiada para reponer de manera temporal la estatua del marqués que fue derribada en Plaza de Armas en 1867, colocándose la efigie de Miguel Hidalgo en pleno porfiriato. Si no me creen compren el libro, o les vendo un puerco parroquial y chismoso.
*Doctor en derecho, Cronista de Querétaro