Por: Carlos Lavín Figueroa
Este pasado martes, otra vez, en 19 de septiembre, unos minutos antes del temblor, caminaba por calle Guerrero en el centro de Cuernavaca, cuando percibí ligeros movimientos del piso que atribuí a leves pero extraños mareos o que el suelo estaba disparejo debido a las obras que ahí se realizan, volteé a verlo, pero no era tal cosa, seguí cam inando y más adelante otra vez, y hubo un tercero, o sea.
Eran las 13 horas con 14 minutos, estando ya en Plaza de Armas, percibí como el piso se movía ondulante, los grandes árboles se sacudían de manera violenta. La gente, salió de sus trabajos y negocios llenando plazas y calles, el tráfico se paralizó por media hora. Los estacionamientos se vaciaban de manera continua.
De boca en boca empanzó a circular lo sucedido, la gente rodeaba a los informantes; que se dañó en sus tres cuerpos el campanario de la recién restaurada torre de Catedral; que el Palacio de Cortés sufrió daños en la torre y las carátulas del reloj se votaron, que su fachada posterior está afectada; que se derrumbó La Latino; que hubo daños en el mercado y en el Puente del Dragón y corrían los comentarios.
No había paso en Avenida Morelos -la más transitada del centro de la ciudad- por el derrumbe parcial de “La Latino” edificio emblemático de la Cuernavaca moderna, el tráfico bajaba en sentido contrario por Lerdo de Tejada.
Señoras en llanto hablaban por celular, había confusión, angustia.
Llegue a casa y como muchas, había cosas derribadas en las habitaciones. Se fue la energía eléctrica, en la radio del auto se escuchaban rezos continuos en varias estaciones, el miedo a las réplicas estaba presente.
Este temblor de 7.1 causó más daños que el anterior de 8.4 del día siete, entre otros por su cercanía y por la velocidad de su translación. Morelos se localiza en una zona sísmica de intensidad media, aun así, nuestro patrimonio histórico tangible de los siglos XVI y XVII casi desaparece; iglesias, sus torres y conventos derruidos, lo que indica que por lo menos en cinco siglos no se había presentado un temblor con
ese poder destructivo, bardas y casas desplomadas. El día siguiente amanece con un fuerte aguacero en la zona poniente, y siguen las lluvias, familias acogidas por familiares y amigos. Jojutla fue la más afectada, manzanas completas derruidas. En Tetecala el hospital está rebasado, camas prestadas en los pasillos, llagan heridos de otros pueblos, la población se muestra solidaria, ayuda con medicamentos, alimentos y despensas, la urgencia continuará por semanas y meses, ya se requieren láminas de asbesto para cubrir lo que quedo de sus casas o para construir un cuarto.
La desgracia nos demostró que los milenians -sin distingos de cases sociales- no son indiferentes, salieron a los pueblos a llevar ayuda, esta vez no se encontraron en el antro; las niñas ayudan a empacar despensas, medicinas, ropa, y hoy demuestran que están comprometidos con su gente, con su país. Son el futuro de nuestro México.
Pero hubo escépticos que no creyeron que percibí esos temblores previos, con ironía me llamaron pitoniso, otros que por qué no les avisé. Pero esos temblores previos existen, son los llamados “temblores precursores” que pocos pueden percibir, y que anuncian grandes terremotos.
En la literatura antigua se han mencionado anomalías magnéticas y cambios en el comportamiento de animales mamíferos y aves antes de grandes temblores.
Deformaciones o ligeros abultamientos momentáneos de la superficie periférica al epicentro. Cambios en los niveles del agua, que se aprecia hasta en un vaso.
Formación de niebla y nubes.
Presencia de luces en las crestas y cimas de las montañas.
Movimientos anómalos en las agujas de las brújulas.
Cambios de temperatura de varios grados en el área.
Pero los cambios en el comportamiento animal, incluyen al ser humano, esos movimientos previos, no son perceptibles para la gran mayoría de las personas. Las deformaciones o abultamientos de la superficie han sido constatados, pueden ser momentáneos o permanentes, de sólo algunos centímetros antes del evento.
La formación de niebla y nubes es un fenómeno que ha sido observado desde de la antigüedad por los chinos como una manifestación previa a un gran sismo.
Las luces observadas en las cimas de las montañas antes y después de los temblores han sido discutidas con frecuencia, se caracterizan por ser frías y quietas, coloreadas de blanco, azul o rojo, usualmente opacas pero algunas veces son más brillantes que la luz de la luna. Durante el sismo del 15 de agosto del 2007 al sur de Perú, testigos presenciales de origen extranjero apreciaron la manifestación de una gran luminosidad nunca antes vista en Lima, que ascendía de la superficie hacia las partes altas, la explicación que se dio fue asociada a los fuertes movimientos de las fallas locales que liberó gran cantidad de energía estática descargada desde el suelo, tal aseveración fue considerada como especulación ya que merecía una investigación más precisa, o acaso los terremotos están relacionados con las acciones del hombre; lo mencionaré en mi próximo artículo.
Morelos requiere de la ayuda de todos los mexicanos.
P.D. Hasta la próxima.
* Historiador y cronista de Cuernavaca