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Función de Amo

By sábado 15 de julio de 2017 No Comments

funcion de amo

Por: Verónica Hernández Jacobo

“…necesitará ese cuerpo los excesos inminentes de nuestra cirugía para que estalle ante la común mirada que sólo disponemos de él sino al hacerlo ser su propia fragmentación…”. (Jacques Lacan 1967).
Alexander Kojéve inspira este pequeño título que a la orientación lacaniana siempre le ha venido como anillo al dedo, ya que hace de este un concepto crucial para explicar las formas más ominosas en las cuales incurre el discurso capitalista, y sus intachables instituciones que cosifican al sujeto hasta convertirlo en desecho y hay que decirlo donde los psicoanálisis no se escapan.

Uno de los conceptos que mantiene ocupado al discurso universitario es el del bullying, donde lo que se instala es esa dialéctica del amo y del esclavo más allá de hablar de victimas y victimarios hablamos del principio de autoridad que en el nombre del bullying se expresa.
Si bien, acosar y amenazar al semejante no es algo novedoso siempre ha sido así, de tal suerte que no podría haber sistema educativo sin evaluación y ya ahí en la evaluatitis, sería la enfermedad del discurso universitario y va de suyo el bullying. Si bien no hay sociedad sin que se instale este artificio de sometimiento, llamado bullying, en occidente la sociedad de vigilancia, con cámaras que en Sinaloa “nunca ven nada”, pero cámaras al fin.. cámaras en escuelas o bien software como el pegasus, que vigilan el quehacer del Otro, para atemorizarlo, intimidarlo, violentarlo, generando con ello miedo y angustias colaterales por el uso de esa tecnologías.

Hay por parte algo del Estado que se repite insistentemente, la ruta del espanto, meter miedo a la sociedad para que ésta vea la violencia como algo normal, como un goteo incesante de sangre, miedo y normalización son formas de generar una adaptación al medio, al normalizar la violencia y corrupción, todo esto genera un desequilibrio psíquico, una anomia social, que se ve como síntomas del orden social, un síntoma en sentido marxista como un plus de goce que escamotea la vida y la hace imposible de ser vivida sin consecuencias de malestar.

Acosar al otro es un atentado contra lo más íntimo, lo más propio que tiene un sujeto, que en la orientación de psicoanálisis lacaniano llamamos singularidad, eso que se resiste a la cosificación del Otro, a la alienación del Otro en términos Hegelianos, pero que despedaza al sujeto y sus circunstancias, lo convierte siempre en víctima del terror, de la amenaza, de la mirada invasiva que muerde, produciéndose la captura especular por esa mirada insidiosa del otro encarnado en la autoridad.

De esta manera nuestra sociedad va más allá de la sociedad del riesgo, ya que Lacan menciona en su estadio del espejo, que es un milagro el que la criatura humana se conserve con vida debido a su prematuración, la vida en sí misma es un riesgo, aún más vivir en una sociedad colapsada por el miedo, pero si a esto, se añaden las formas ominosas de amenazas de bullying, amenazas constantes a la intimidad, violencia generalizada, el robo descarado de los que gobiernan, y la amenaza latente para que aceptemos eso como nuestro bien, hace de nuestra vida un futuro incierto, donde la amenaza, el miedo, el bullying se han institucionalizado por los que decían que cuidaban el estado de derecho y como dice Cantinflas no hay derecho.

Cuando en las escuelas se produce bullying, se instala a nivel de grupo una colaboración muda, testigos mudos, que con su silencio avalan esta violencia escolar, hay cierta complicidad por omisión de parte de los otros alumnos que festejan mórbidamente que a su compañero se le violente, es una risa sardónica la que muestra el testigo mudo que avala ese acto, por lo tanto el observador grupal es colaborador del bullying haciendo ese acto más inhumano y descarnado, porque satisface mórbidamente a los testigos que con su silencio avalan.

En la sociedad del riesgo el sujeto es un cómplice, con su omisión y al mantenerse en silencio son cómplices ominosos que el estado genera. Entonces tomemos los medios a nuestra mano para redireccionar nuestro pan óptico y no dejemos de ver a nuestros gobernantes, que ellos sepan que por estos medios no se permitirá que instalen sus modos operandi de complicidad, frente a nuestro panóptico que también vigila.

* Doctora en educación

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