Por: Faustino López Osuna
Del 12 de junio de 1864 al 12 de junio de 1867, sucedieron en México los más importantes acontecimientos históricos después de la Independencia Nacional: los intentos de dar marcha atrás a la República y reinstaurar la Monarquía. En la primera fecha, invitado y traído por los conservadores, entra a la ciudad de México el archiduque de Austria, Maximiliano de Habsburgo, como emperador de México, apoyado por Napoleón III de Francia.
En la segunda fecha, tres años después, se instituye en la ciudad de Querétaro el Consejo de Guerra contra Maximiliano y Miramón y Mejía, juzgados con base en la Ley del 23 de enero de 1862 que, desde hacía 4 años ya (dos años antes de la llegada del austriaco), establecía la pena de muerte a los traidores a la patria. Y es con esta Ley, no por ningún capricho personal de nadie, que fueron juzgados, condenados y fusilados en el Cerro de las Campanas quienes, como antes Iturbide, soñaron en imponer el Imperio mexicano.
Para llegar a este punto, es necesario recordar que la Masonería desde su surgimiento en el siglo XVII y su introducción en Inglaterra y Escocia, al profesar principios de fraternidad, auspició que las logias se convirtieran en centros políticos. En el siglo XVIII la masonería especulativa, como asociación jerarquizada, se extendió por toda Europa, con enorme difusión en Francia. En EUA alcanzó su mayor desarrollo. Fue condenada por la Iglesia católica por su liberalismo anticlerical.
Las logias masónicas tuvieron un destacado papel en el proceso emancipador hispanoamericano, especialmente en México, Argentina y Chile, así como en los movimientos independentistas de fines del siglo XIX en Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
Muy pocos estudiosos hablan de que en nuestro país existió el Partido yorkino, constituido por las logias masónicas del rito de York formadas en México (en septiembre de 1825). Dicha agrupación defendió un programa liberal y federalista. Triunfó en las elecciones parlamentarias de 1826, y Vicente Guerrero, Gran Maestro de las logias yorkinas, accedió a la presidencia de la república en 1829.
En ese proceso de luchas se encontraba todo el Continente pugnando por su emancipación de las monarquías europeas, cuando irrumpe Maximiliano imponiendo la monarquía, completamente fuera del tiempo histórico continental. El Gran Masón Benito Pablo Juárez García, encabezando a los más luminosos patriotas, luchaba por la creación del Estado Mexicano al mismo tiempo que por la República. Representaba el vigor de lo que pugna por nacer frente a la decrepitud de lo viejo que se niega a morir y que encarnaba Maximiliano, masón en todo caso avanzado dentro de la monarquía austriaca en el Viejo Continente, pero sin la visión de futuro de la Humanidad en el Nuevo Continente. Tarde se dio cuenta de ello, afrontando su destino sin retorno.
Como sombras fantasmales del mundo que se negaba a morir, el 14 de junio de 1867 el barón Magnus, ministro de Prusia, intercede personalmente ante Juárez por la vida de Maximiliano. Juárez se muestra inflexible. Por considerar que se está planeando la fuga de Maximiliano, el general Mariano Escobedo expulsa de Querétaro a los ministros extranjeros: barón de Lago, de Austria; señor Hooricks, de Bélgica; señor Curpatti, de Italia; señor Forest, de Francia, así como a la princesa Salm Salm, de quien se tenían datos precisos de que trabajaba para tal fin.
El Consejo de Guerra reunido en la ciudad de Querétaro para juzgar a Maximiliano, Miramón y Mejía, después del juicio entablado en su contra, dictamina, a las trece horas de la fecha señalada, la sentencia de muerte, misma que habrá de cumplirse el día 19 de junio, recuperándose la soberanía de México.
Interesados en minimizar la extraordinaria actuación ejemplar ante la Historia de don Benito Juárez, pretenden colocarlo en la disyuntiva de que debió pasar por encima de la Ley y del Consejo de Guerra y perdonar como masón a Maximiliano. Pero el error fue de éste y no del mexicano. Para comprenderlo y aquilatarlo mejor, se tendría que responder a la pregunta: Si Benito Juárez, apoyado por EUA hubiera entrado a Austria desconociendo al gobierno y desapareciendo la monarquía austriaca e imponiendo un gobierno republicano, ¿Maximiliano, acatando las leyes austriacas y las resoluciones de sus tribunales, no lo hubiera apresado y condenado a muerte?.
* Economista y compositor