Por: Juan Manuel Veliz
Soy un apasionado en comentar en escribir y hablar de la historia de mi pueblo y esta vez quiero hacer mención de las boticas y boticarios que existieron en nuestro pueblo a finales del siglo XIX y XX, fueron apareciendo con el transcurso de los años en el distrito de Sinaloa principalmente en la villa de Sinaloa y años más tarde se le impondría ya como municipio de Sinaloa y su cabecera la la villa de Sinaloa de Leyva.
El vocablo Botica deriva del término griego apoteca que significa almacén o depósito que contiene remedios para la salud de pública. Mientras que la botica, propiamente dicha, era el espacio destinado a la dispensación del medicamento al público y en él se almacenaban los simples medicinales y los medicamentos elaborados. Ahora bien la botica se caracterizó por el silencio, la limpieza y el olor. Un olor característico no se sabe a qué, un olor sui generis, un olor agradable.
A veces olía a jara, menta tornillo y demás “hierbas montaraces de fuerte olor”, como las llamo el poeta español Antonio Machado. No sé qué extraña mezcla de olores, pero su aroma es inolvidable. La Botica en su estructura era un mostrador de madera de cedro con finos acabados con su estantería que contaba con separadores donde albergaban recipientes para conservar los medicamentos.
Mientras que los boticarios eran personajes que tenían el conocimiento y mostraban la habilidad para componer toda clase de alivios que recuperasen la salud o bien el vocablo boticario aparece por primera vez en España con Alfonso X “El Sabio” y se refiere a la persona que preparaba sustancias curativas.
Ahora bien el boticario en los pueblos o ranchos solía ser una autoridad muy querida y respetada por todo mundo. En la primera década del siglo XX era el boticario, quien ejercía las funciones de médico, ya que era quien recetaba medicamentos para males que iban desde los parásitos hasta la hinchazón, desde la anemia hasta la fatiga.
Pues bien en la villa de Sinaloa de Leyva les puedo compartir esta información sobre las boticas y boticarios.
En 1925 llegó procedente de Colima llego a esta villa de Sinaloa el profesor y alquimista José Alejandro Forbes Vidríales, con domicilio por la calle Benito Juárez y Morelos. Aquí mismo estableció un laboratorio farmacéutico el cual registro con sus iniciales de nombre y apellido, JAF.
Allí mismo preparaba sus ungüentos o pomadas para curar la gripe llamado “Guayacol”, un jarabe de eucalipto el cual registro como “Eucaliptol”, y lo recetaba para la tos y pastilla de nombre “Cafenitina” para el dolor y otros medicamentos más. Y que el mismo vendía en su negocio llamado la “Botica JAF”.
Murió en colima lo trasladaron y lo sepultaron en el panteón histórico de Sinaloa de Leyva. Enseguida en el año de 1952 llego a esta cabecera el doctor Roberto Lasso y Herrera, venia hacerse cargo del Centro de Salud, aprovecho y estableció “La Botica Lasso” que se ubicaba, por la misma calle Juárez. Murió el 17 de marzo de 1975 en su natal Guadalajara.
Por esas mismas fechas apareció procedente de Bamoa Pueblo, Guasave el boticario Estanislao “Tanis” Valdez West y estableció la “Botica de Tanis” que se ubicaba calle Francisco I Madero (antes calle de la “Parroquia”).
Allí mismo elaboraba sus medicamentos como eran: los ungüentos, que hoy son pomadas, los jarabes y polvos. Murió en el año de 1958, aquí en Sinaloa de Leyva. Más adelante por esa misma calle Juárez vivía don Octavio Velázquez Armenta, sus orígenes estaban en el Palmar de los Sepúlveda y su domicilio se ubicaba exactamente donde se encuentran las oficinas de correo, en esa misma casa estableció su negocio y se llamaba la “Botica de Tavo Velázquez”.
Igualmente había un mostrador de Madera de cedro, con sus anaqueles y separadores y se exhibían los jarabes, pomadas y otras cosas más. En el año de 1960, todavía existía la botica y su dueño que por cierto recuerdo en mi niñez a ese boticario era un señor delegado, alto, de color blanco o güero y me dice doña Trini Montoya Urquidez; “le falto un año para recibirse de doctor, me decía mi mamá y era muy atinado en lo que recetaba”. Don Octavio murió en la ciudad de Guasave, en el año de 1965.
Luego por la calle Benito Juárez vivía la Ingeniera Química la señorita Rebeca María Gaxiola Peña, que en el año de 1940 se graduó en la escuela de Química de la Universidad Socialista del Noroeste (hoy UAS). Siendo una de las primeras mujeres profesionistas en nuestro estado. De Igual manera estableció su botica en su casa y la registro con el nombre “Botica del Rosario” ella misma preparaba los medicamentos que se usaban en esa época. Se fue a vivir a los Mochis y murió en esa ciudad el 7 de enero 1993, pero ella pidió ser sepultada en el panteón de Sinaloa de Leyva.
Algunas boticas no sólo tenían sus productos médicos pócimas o remedios que ellos mismos preparaban, también tenían otros medicamentos que ellos compraban a los agentes de ventas de las empresas norteamericanas, europeas y nacionales que vendían vía comercio al puerto de Mazatlán y de allí las trasladaban en diligencia y después en el tren, los llevaban a las cabeceras de los distritos y luego fueron cabeceras municipales entre ellos estaba: el jarabe Painkiller de Perry Davis, (matadolor, así las anunciaban); las píldoras del Doctor Lovett; el vino Tónico Wintresmith; las píldoras de vida del Dr. Ross, el tónico Wampole,, el Jarabe Hemostyl, Emulsión de Scott, Laxante, Emplastos Hazol, los mejores para Lumbago y también aquellos productos nacionales Magozcon o triangulito, para purgar, Estomacurol en polvo, para la gastritis, las gotas de Coramina para el corazón, talcos, perfumes, El peparahuit, Azarcón para el empacho, etcétera.
Es decir las boticasno sólo se conseguían medicamentos, también se podían comprar polvos, yerbas aromáticas, pastas dentales y jabones de allí la frase: “De todo como en botica”.
Para concluir, las boticas es el antecedente más cercano a lo que hoy conocemos como farmacias ya que la “Botica de Tanis” fue la “Farmacia Lugo”, a cargo de su hija Consuelo Valdez de Lugo. Luego la “Botica de la señorita Rebeca” se convirtió en Farmacia del Rosario”, la “Botica de Lasso se convirtió en la “Farmacia Moderna” y así sucesivamente fueron desapareciendo las boticas y aparecieron las farmacias ya que al morir sus dueños y emigrar sus familiares más cercanos.
Hoy sólo nos queda el recuerdo de aquellos hombres y mujeres que despachaban atrás de aquellos mostradores de madera fina, buscando sanar los males que aquejaban a los habitantes de la Villa de Sinaloa hoy Sinaloa de Leyva.
* Cronista de Sinaloa de Leyva