Por: Alberto Ángel “El Cuervo”
—¿Qué es lo que lleva a un artista a repetir en sus obras una misma figura, un objeto o un trazo…?
—¿Cómo…?
—Sí, es decir: ¿Por qué los pintores tienden a repetir en su obra un mismo trazo o un mismo objeto o personas iguales…?
—¿Estarías refiriéndote al estilo de cada pintor…?
—Pues sí, de alguna manera… Es que he notado que a cada artista plástico se le puede identificar porque siempre utiliza los mismos trazos o el mismo tipo de figuras o incluso los mismos objetos que se repiten una y otra vez…
—¿Estarías hablando quizá de que los neuróticos de los pintores tenemos definitivamente una compulsión a la repetición…? Jajajajajaja
—Pues si lo planteas de ese modo, sí… Es muy interesante el contemplarlo desde el punto de vista psicológico… Freudiano en toda la línea ¿no crees…?
—Mmmmmm… La verdad, no se me había ocurrido ver desde esa vitrina mi obra o la obra de cualquier pintor… Pero sí, tienes razón, resulta ser muy interesante poner la creatividad en esos rasgos bajo la lupa psicoanalítica… Aunque debo confesarte que esa es una labor que en la inmensa mayoría de los casos no tiene nada qué ver con la realidad… Las motivaciones que un pintor pueda tener para plasmar una imagen en un cuadro, muchas veces son incluso absolutamente pensadas, planeadas… Y el intentar realizar un “psicoanálisis” de un pintor por medio de su obra sin conocer su vida, sus razones, sus emociones etc. Sin ir más allá que lo recabado por historiadores, críticos, amigos y demás, solamente es una especie de divertimento eurístico en el que la verdad muchísimas veces está ausente…
—Bueno, por mucho que quieras defenderte, en toda obra siempre se deposita una emoción incluso en aquellas que son planeadas por alguna razón de mera conveniencia o mercantilismo… Además, tú como psicoanalista sabes bien que en toda conducta siempre hay emociones escondidas que se depositan consciente o inconscientemente, sobre todo en las repeticiones compulsivas…
—Es que no necesariamente puede calificarse de compulsión a la repetición a las formas, los trazos, los colores etc. Que se plasman en los cuadros de alguna etapa del pintor…
Una charla entre Psicólogos, muy fácilmente puede desencadenar una discusión que lleve a callejones sin salida… Pero el giro que daba la plática, era cada vez más interesante e invitaba necesariamente a una reflexión… Sin afán de exagerar en lo académico o científico, al grado de hacer un ensayo, un escrito cualquiera algo inentendible que solamente sirve para asumir una pose dado que cuanto menos se entienda una disertación, menos preguntas hay por el temor a parecer ignorante y por ende, las opiniones validan la genialidad del autor en proporción inversa: A menor posibilidad de entenderlo, mayor valoración merece… Absurdo, pero así sucede.
Y en el caso de la conducta humana, el pensamiento, las emociones y demás material primario para la consulta psicoanalítica, esto es muy común. Así que intentaré ser lo más claro posible, lo más llano, lo más coloquial… La llamada “compulsión a la repetición”, ha sido considerada por muchos autores como central en la importancia de la terapia psicoanalítica. Se define la compulsión a la repetición como un proceso incoercible y de origen inconsciente, en viertud del cual el sujeto se sitúa activamente en situaciones penosas, repitiendo así experiencias antiguas, sin recordar el prototipo de ellas, sino al contrario, con la impresión muy viva de que se trata de algo plenamente motivado en lo actual. Esperando que esto no haya confundido más al lector, podríamos decir que la compulsión a la repetición es una posibilidad de obtener placer al repetir un evento traumático o doloroso y supuestamente en terapia esa repetición se elaborará para obtener la cura y la desaparición del síntoma… Y bueno, esto conduce a la pregunta: ¿Qué tiene qué ver con que el pintor busque su estilo repitiendo un tipo de trazo o de colores, o figuras dentro de su obra? Pues existen pintores como Magritte a los que se adjudicó un rasgo en su pintura que se repetía compulsivamente, la intención de ocultar los rostros algunas veces en una manzana, otras con una paloma blanca y sobre todo en la serie de pinturas tituladas “los amantes” en la que supuestamente se repite un suceso traumático doloroso de su infancia cuando el pintor estuvo presente mientras sacaban el cuerpo de su madre ahogada y el vestido le cubría el rostro… Cabe señalar que Magritte siempre negó esa interpretación e incluso con el tiempo se descubriría que ese supuesto evento fue inventado por algunos críticos con intensiones de psicoanalistas del arte y pitonisos. Por otro lado, Pollock repitió hasta el hartazgo su trazo por goteo y de alguna manera también se le intenta “interpretar psicoanalíticamente” como tendiente a la compulsión a la repetición por alguna razón traumática… Es curioso… En las escuelas de artes plásticas, se nos enseña que es necesario buscar un estilo, un sello que se mantenga en nuestra obra de tal manera que sea identificable… Pregunto: ¿Para qué…? Como pintor ¿qué carajos me importa a mí que me identifiquen o no para que se cubra la sed del crítico y del espectador en general? Precisamente una de las discusiones con una mi maestra en el dibujo de la figura humana, fue que estoy en contra de ello…
—Alberto, es que debes de pintar con un sólo estilo, no es posible, no debe ser que abordes todos los estilos, todas las escuelas, las técnicas, debes definirte en una sola y no salirte de ahí…
—¿por qué…?
—Para que seas considerado un artista verdadero…
—¿Ah sí…? Y quién va a tener la capacidad de nombrarme alguna vez un “artista verdadero”…
—Pues la crítica, las galerías, los conocedores…
—¿los mismos conocedores, los mismos críticos que juzgaron que la obra de Van Gogh no valía un centavo y que catalogaron la pintura del burro Lolo conocido en el mundo estúpido de la crítica como el Maestro Boronalli? ¿qué calidad tienen ellos para juzgar si han cometido esos errores verdaderamente patéticos, perdón, pero la opinión de ellos y la tuya, me importan un comino…
La consecuencia de mi conducta irreverente motivó que mi diploma de graduación desapareciera… Con el tiempo, me di cuenta que la repetición de trazos, figuras, colores, etc., estaba presente en mi obra por etapas… Los psicoanalistas, especialmente los autonombrados o nombrados unos a otros entre el gremio de charlatanería que actualmente prevalece en esos rubros, dirán que es una compulsión a la repetición… ¿No sería posible simplemente juzgar que de pronto encuentro alguna figura, algún trazo, algún color o técnica que me safisface y al intentar manejarla con mayor destreza logro desgastarla poco a poco hasta que esa etapa de esa figura, ese trazo o ese color culmina…? No sería posible incluso considerar que mi llamada compulsión a la repetición es una especie de actividad lúdica que me produce regocijo y por ello la abordo una y otra vez hasta digerirla? ¿no sería posible equiparar mi “neurosis de compulsión a la repetición” al placer que un niño encuentra en comer pastel hasta que de tantos que come los abandona para buscar una experiencia nueva…?
—Todo eso que alegas no es más que una manera de defenderte… La compulsión a la repetición quizá te lleve a un estilo en tu pintura, o tal vez la compulsión sea resultado manifiesto de tu búsqueda de estilo, pero finalmente es una manera de conseguir la conversión del dolor en placer…
—¿Por qué no, mejor intentas disfrutar de una pintura sin adoptar una pose…? Finalmente la consideración que de lo bello, lo estético hacen los filósofos llega a tener un carácter universal fundido con lo personal y su historicidad pero hablan de la percepción de la obra… ¿por qué buscar interpretar las motivaciones del autor cuando que en ocasiones son los resultados totalmente fortuitos? Ni siquiera la llamada etapa de pintura psicoanalítica brinda una posibilidad de juzgarla con esa intención patética de doctos oráculos que adoptan los adivinadores de los misterios insondables de la mente del artista en busca de su estilo…
—Te estás enojando… Y tu enojo puede ser motivado porque sabes que la interpretación de tu obra ha sido acertada y eso aumenta tus rasgos neuróticos manifestados en tu estilo y sus compulsiones a la repetición…
Desde luego, no hubo un acuerdo… Yo quedé con un sabor de boca de metal patético y absurdo… Mi interlocutor intentaba conservar la pose docta habiéndose eregido en juez e interpretador eurístico de mi persona por medio de mi obra cuando que en algunos de los cuadros que el verdugo psicoanalítico intentaba juzgar, habían sido prácticamente dictados por las indicaciones que el comprador daba y que eran aceptadas por la búsqueda de un satisfactor placentero, sí, pero que no tenía nada que ver con mis neurosis y traumas… Simplemente en esos cuadros pensaba en la posibilidad de pagar deudas y comprar comida como tantos compañeros… Así que ¿el estilo en el arte será válido o no pasará más allá de ser una compulsión a la repetición?.
* Intérprete, compositor, pintor