Por: Sofía Mireles Gavito
Don Miguel Álvarez del Toro, cuyo nombre completo era Miguel Carlos Francisco, nació el 23 de agosto de 1917 en la ciudad de Colima. Su educación primaria la cursó en su ciudad natal, pero en 1932 su familia se mudó a la ciudad de México, donde estudió la secundaria y la preparatoria en el Colegio “Morelos”. Desde temprana edad, su afición a los animales y el contacto con el ambiente silvestre de la hacienda Capacha, propiedad familiar, forjó en el, el amor a los animales y lo convirtió en un zoólogo empírico.
Descendiente de una familia de políticos, militares y hacendados, entre sus antepasados se encuentran el Gral. Manuel Álvarez Zamora, primer Gobernador de Colima, el Gral. Juan Álvarez, quien combatiera contra los norteamericanos en 1847 y fuera Presidente Interino de la República Mexicana en 1856.
Dos aspectos distinguieron su personalida
d: el autodidactismo, que reconoció con humildad frente a la comunidad de científicos a la que perteneció; y su pasión inagotable por la zoología.
En 1938 colaboró con la Academia de Ciencias Naturales de Filadelfia, como colector científico. De 1939 a 1942 laboró como técnico taxidermista primero y como Subdirector después, del Museo de la Flora y Fauna, dependiente del Departamento Autónomo Forestal y de Caza y Pesca en la ciudad de México.
En 1942 viajó a Chiapas respondiendo a una convocatoria del Gobernador del Estado, Dr. Rafael Pascacio Gamboa, para ocupar el cargo de zoólogo general en la naciente institución denominada Departamento de Viveros Tropicales y Museo de Historia Natural, dirigida por el Profr. Eliseo Palacios Aguilera, quién en 1944 falleció y Álvarez del Toro lo sustituyó en el puesto.
Desde 1944 hasta agosto de 1996, dirigió el Instituto de Historia Natural del Gobierno del Estado de Chiapas. La primera huella dejada en su administración en 1944 fue el diseño y supervisión de la construcción del primer zoológico Regional del Estado y el Museo de Historia Natural, en el entonces Parque Madero, en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez. Entre 1979 y 1980 el zoológico fue renovado por Álvarez del Toro y César Domínguez, construyendo este espacio dentro de una reserva natural “El Zapotal”, en la periferia de Tuxtla Gutiérrez.
Fue promotor incansable de la protección de los recursos naturales de Chiapas, a él se debe la existencia de algunas áreas naturales protegidas, como son las reservas de la Biosfera “Selva el Ocote”, “El Triunfo”, “ La Encrucijada” y “La Sepultura”.
De 1968 a 1971, con el apoyo de World Wildlife Found (WWF), desarrolló el proyecto “Reproducción controlada del cocodrilo de pantano”. Fungió como asesor técnico de dependencias gubernamentales, organizaciones no gubernamentales (ONG), centros de investigación, universidades, gobiernos estatales, centros de crianza de fauna silvestre; así también sirvió de asesor en trabajos de investigación y en tesis profesionales.
Fue autor de varios libros: Los animales silvestres en Chiapas (1952), Los reptiles de Chiapas (1971, 1973 y 1982), Las aves de Chiapas (1971, 1980), Los crocodylia de México (1974, 2001), Los mamíferos de Chiapas (1977, 1991), Así era Chiapas (1985, 1990), Las arañas de Chiapas (1992), Chiapas y su biodiversidad (1993), y Comitán, una puerta al sur (1994). Además, contribuyó en la elaboración de las obras: Las Aves en México (1968), The Living Bird (1971) y Aspectos internacionales de los recursos renovables de México (1972).
Publicó alrededor de 100 artículos, tanto en revistas de carácter científico como de divulgación; dictó innumerables conferencias en diversos foros científicos. También fue un novelista, que no publicó sus novelas, un gran pintor que nunca expuso sus obras.
RECONOCIMIENTOS:
Premio Chiapas en 1952, Medalla “José Emilio Grajales” en 1976,
Reconocimiento en el 1er Congreso Nacional de Zoología en 1977,
Reconocimiento en el 6º Congreso Nacional de Zoología en 1982,
Reconocimiento de la Sociedad Americana de Parques Zoológicos y Acuarios (AAZPA) en 1979,
Reconocimiento en el 3er Simposio Nacional de Ornitología en 1978,
Hombre del Año 1984 en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez,
Medalla “Alfonso L. Herrera” en 1985 por mérito en ecología y conservación,
Reconocimiento al Mérito Ecológico y la Conservación en 1989 por la Sociedad Zoológica de Chicago,
Premio “Paul Getty” para la conservación de la naturaleza en 1989 otorgado por World Wildlife Found,
Doctor Honoris Causa en 1992 por el Colegio de Postgraduados de Chapingo; y
Doctor Honoris Causa en 1993 por la UNACH.
Otro reconocimiento es que el laboratorio de fauna silvestre de la facultad de ciencias de la UNAM (1977) lleva su nombre.
Don Miguel Álvarez del Toro falleció el 2 de agosto de 1996, víctima de un infarto cardíaco. Sus cenizas fueron esparcidas en la reserva “El Ocote”, tal y como fuera su voluntad.
Les muestro fragmentos de sus últimos discursos donde nos alerta del desastre ambiental que ha hecho el hombre en la tierra:
“El hombre, es un organismo que principió su carrera destructiva desde que descubrió el fuego, desde que precipitó en trampas y barrancos las manadas de caballos, de mamuts y otros animales, ha modificado la naturaleza en pocos años; lo que tomaba milenios en ocurrir, ahora ha sucedido en pocas décadas y desde luego las especies se extinguen, no tienen tiempo de adaptarse a cambios tan rápidos.
El hombre es el único ser que destruye sus mismos medios de vida, lo que no hace ningún animalillo de los que despectivamente calificamos de irracionales. Entonces, cabe preguntarse ¿dónde está el raciocinio del que tanto hacemos gala?” (Discurso de Miguel Álvarez del Toro, de junio de 1994).
En otros discursos nos expresó lo siguiente: “…el espectro de la deforestación con todas sus consecuencias
amenaza no solamente a Chiapas sino al mundo entero, este pequeño planeta que es nuestro hábitat. Las regiones que han sucumbido a la desertificación, deberían servir de ejemplos preventivos de lo que no debemos hacer, mas tal parece que los humanos somos incapaces de usar el sentido común y esperamos impávidos hasta que nos asfixie el polvo, la sequía de un planeta desertificado.” (Noviembre de 1995) “Estamos apenas a tiempo de abrir los ojos a la realidad o nos precipitamos al abismo de la irreversible destrucción, ¿lo haremos?” (Junio de 1994).
Podemos afirmar, que Miguel Álvarez del Toro, cada vez que pudo, señaló que el ser humano era el único responsable del gravísimo daño que ha sufrido la naturaleza; y la falta que ha existido de una cultura ecológica.
* Cronista de Tonalá, Chiapas