Estatal

La venganza del ahijado

By miércoles 31 de mayo de 2017 No Comments

Por: Salvador Antonio Echeagaray Picosecheagaray

N de la R Salvador
Antonio Echeagaray Picos
en tres entregas nos ha deleitado
con su narrativa. Con este
artículo, la tercera parte se cierra
el ciclo de “Velorio con Tambora”.

“Tiempo después, mucho antes de que se levantara la polvareda provocada por la muerte del temido pistolero al servicio de la banda de los “del monte”, conocido como el “culiche”, empezaron a oírse los corridos en las cantinas de la región, que contaban la hazaña del adolescente -casi niño-llamado Dimitas Noriega, quien en insólito duelo ala venganza del ahijado muerte protagonizado a un costado del templo Parroquial, frente a la tienda de don Ángel Tolosa, mató a su padrino…, de un sólo disparo en la frente, más cinco adicionales en su cuerpo.., tomando así cumplida venganza con el traidor compadre que semanas atrás, había asesinado a su amado padre y además festejado con música de tambora, en cruel remedo de velorio”.

-Nomás por ser su ahijado, le di chanza de que se defendiera…
-No lo quise matar como mató a mi padre, a traición y cobardemente
-Le disparé.., mirándolo de frente…
-Pá que viera con sus ojos bien abiertos..,
-Donde le pondría la bala.., la que lo mataría, luego las otras cinco que tenía el cargador de la Súper

Mach de mi padre…
-Que él mismo me había regresado…
-Pá que lo matara……Luego le pedí a Don Ángel que llevara a su viuda, el mismo morral con las mismas monedas – sin faltar ni una sola – que hacía poco tiempo, de parte de mi padrino, había entregado a mi Santa Madrecita.

-Eso sí, en cuanto a la Súper de mi padre que me regresó…
-Se quedará conmigo.., y sólo me la quitarán muerto…
-Cuantimás que ya le había devuelto las seis balas que tenía el cargador…
-La primera que disparé a su cabeza.., y las demás a su cuerpo que caía…
-Aunque no las haya podido ver.
-Yo pensaba y pensaba.., que si él mató a mi padre…
-Y hasta me dio chanza pá vengarme.., con las balas que explotaron en su cuerpo…
-Y que si le mandó a mi madrecita viuda, un morral que sonaba a plata..
-Pos igual, yo le regresé a su esposa viuda, el mismo morral..,
-con las mismas monedas cantarinas.
-“tanteo” clarito.., padrino, que estamos a mano…
-¿O no?, pápa Dimas.

* Autor, notario y magistrado en retiro

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