Por: Alberto Ángel “El Cuervo”
Intentaba evadir un poco la verdadera riada de gente que arremetía contra lo que fuera con tal de llegar primero a la esquina… La puerta lateral de La Quinta Casa de Correos estaba abierta, así que lo aproveché y entré para disfrutar una vez más de la belleza extremadamente cursi de la arquitectura de Ádamo Boari, ese italiano a quien se le debe el edificio de este Palacio Postal, así como la derrama insultante en el proyecto de construcción de otro palacio situado frente a éste: El Palacio de las Bellas Artes. Cuando Boari dejó la construcción a medias de el hoy emblemático edificio junto a la Alameda Central, el presupuesto ya per se descomunal se elevó casi diez veces (¿se imaginan ustedes lo que era la cantidad de 24 millones de pesos en 1900?) y es ahí cuando entra el Arquitecto Mexicano Federico Mariscal, alumno de Boari para terminar la eternizada construcción del edificio hundido hoy en día ya más de dos metros porque no se calculó el peso del edificio adecuadamente para la resistencia del suelo donde se construyó. Entre estas reflexiones, salí de La Quinta Casa de Correos que merece un escrito aparte pero por el momento les cuento que se llama así porque precisamente fue la quinta sede de los correos nacionales. Saliendo, cruzo la vieja calle de San Juan De Letrán hoy Eje Central, arriesgando la vida como todos los habitantes del hoy ex Distrito Federal para ingresar al MUNAL a la exposición de uno de los más emblemáticos pintores alemanes: Otto Dix.
Hablar de Otto Dix, implica necesariamente entender sus profundas e impactantes motivaciones dadas sus horripilantes experiencias durante su participación en la primera guerra mundial, una de las guerras más cruentas en la historia de la humanidad. Después de haber sido incluso condecorado, él mismo confesaría la traumática emoción que le envolvería durante toda la existencia. Por si fuera poco, más adelante le toca vivir otra guerra terrible, la llamada segunda guerra mundial durante la cual es encarcelado por ofender la idiosincrasia de la Alemania nazi. Siendo Maestro titular en la Academia de Arte de Dresde, fue el primer Maestro en ser destituido. El hostigamiento contra Dix, se deja sentir a partir de ese momento boicoteando sus exposiciones e incluso prohibiéndolas hasta que llega a ser encarcelado acusado de participar en el atentado contra Hitler en Munich. Luchando contra corriente, Dix realiza en esa época una de sus obras consideradas más importantes: El Retrato de San Cristobal Martir.
Hay artistas en general que son perfectamente identificados e identificables por su estilo, su escuela, su camino dentro de una corriente que muchas veces no abandonan jamás. Otto Dix es conocido por su gran eclecticismo en el arte, lo que le lleva a abordar lo mismo una intención cubista que realista, dadaísta, etc. Aunque, no obstante haber abordado con una destreza verdaderamente genial prácticamente todos los estilos, es mayormente conocido por sus pinturas sobre la guerra. En ocasiones anteriores, ya he comentado que la creatividad surge en gran medida a causa de la experimentación profunda de una emoción dolorosa… Así, en la Poesía (léase amorosa aunque el amor es universal, diverso, eterno…) basta con hojear el libro que sea, del autor que sea, para encontrarnos con que los poemas más impactantes (me rehuso a llamarles los más bellos porque el impacto emocional no tiene nada que ver con los principios de la estética universal), surgen del dolor… Jaime Sabines al decir por ejemplo: “Que voy a morir pronto, lo sé… Siempre será demasiado pronto…” nos produce un impacto que permanece ahí imborrable en la memoria… Neruda al escribir “ Ya me veo olvidado como esas viejas anclas… Son más tristes los muelles cuando atraca la tarde…” mueve las más profundas fibras de la emoción… En la música, quisiera conocer a alguien que me diga que al escuchar el Claro de Luna de Claude Debussy o quizá la guitarra de Bribiesca no se conmueve… Quisiera conocerlo para llamarle mentiroso… O quizá mentarle la madre… En la pintura, aquel que haya tenido la fortuna de sentarse frente a la obra de Goya en su etapa obscura, así llamada, obligadamente siente apretarse algo por dentro por ahí a la orilla izquierda del corazón… Así es la obra de Otto Dix… Dolorosa… Parida de los abismos infernales de la tormenta que su camino le brindó permanentemente… Y me pregunto: ¿De qué otra forma pudo haber pintado sino con ese trazo genial y torturante…? ¿Acaso podría haber llenado el bolsillo del alma, su sentir y su pensar, con un hatillo de sonrisas fingidas…? Y así, deambulando de escuela en escuela, de trazo en trazo extremadamente disímbolos, Dix fue plasmando su dolor en acuarelas, grabados, óleos, acrílicos y demás… Dix se describe a sí mismo como hijo de trabajadores… Su padre, forjador de hierro… Su madre, una mujer por demás interesada en el arte en general… De ella heredó su interés en el oficio… De su padre la creatividad con la que trabajaba el hierro… Fue su maestro de dibujo, Ernst Schunke, quien prácticamente convenció a Otto a continuar su preparación dentro de la pintura. Así comenzó su peregrinar en busca de la preparación hasta que llega a la Escuela de Arte de Dresde donde recibiría realmente su formación como pintor. Abordando en primera instancia el estilo renacentista, característico de la época en Alemania, deja rienda suelta a su inquietud libertaria del trazo y se permite conocer y profundizar diversas técnicas y estilos. Dix, aborda magistralmente de hecho todas las corrientes, los estilos en la pintura… ¡Qué afortunado fue de haber sido menospreciado por uno de sus maestros, Carl Senff…! Senff, considerado un “pintor decorativo”, no quiso apoyarlo no obstante la disciplina que Otto mostró siempre como su aprendiz… El destino es así, al haberlo descalificado Senff, le brindó la posibilidad de buscar su preparación en otras instituciones y otros maestros y compañeros. De esta forma, si nos asomamos a la obra de Dix, en encontraremos lo mismo un cuadro Cubista que Dadaista o dentro del llamado Futurismo, e incluso encontraremos el abordaje de alguna manera en la escuela impresionista y expresionista para culminar siendo considerado uno de los máximos exponentes de la escuela conocida como Nueva Objetividad.
Cabe recordar aquí, que aunque nunca me haya gustado el etiquetar una obra y lo he considerado siempre un atentado a la libertad de trazo, para comodidad del espectador a veces conviene precisar algunos estilos para poder observar una obra pictórica con mayor claridad. La pintura, el arte en general, finalmente siempre tendrá un elevadísimo porcentaje de subjetividad implícito tanto en la creatividad como en el momento de verse recreado por el espíritu de quienes acuden a disfrutar de mirarlo en este caso…Pero lo que les hablo acerca de mi reticencia ante las etiquetas, queda comprobado una y otra vez a lo largo de la historia del arte y de su crítica misma que la mayor parte de las veces se haya constituida por gente frustrada en su búsqueda de convertirse en artistas. Así, el término Impresionismo, mismo que etiqueta a un cimentado movimiento en el arte no solamente pictórico sino en cualquiera de sus manifestaciones, surge a manera de burla por parte de un crítico al observar la obra genial de Claude Monet llamada “Impresión soleil levan” (impresión, sol naciente) fue el llamado crítico de arte Louis Leroy quien en un afán despectivo y destructivo, generalizara a todos aquellos pintores que expusieron junto con Monet en el Salón de Artistas Independientes de París en mayo de 1874 (Degas, Renoir, Cézanne, entre otros) jamás se imaginó que su intento peyorativo, sería el principio de una escuela eterna en la pintura… En contraposición a este, surge el Expresionismo en el que a diferencia del primero, se intenta manifestar la emoción interna, se busca pues plasmar en el lienzo esa gran necesidad de expresión emocional en tanto que el impresionismo lleva a la tela la impresión que la naturaleza le produce… El cubismo, de nueva cuenta tiene su frustrado pintor que se gana la vida como crítico.
Louis Vauxcelles es quien intenta burlarse de Braque, Picasso, Gris y otros diciendo que ese tipo de pintura era compuesta por pequeños cubos. Ellos adoptan con orgullo ese término y surge uno de los estilos que mayor influencia han tenido en las artes plásticas. El Dadaismo, que se rebela contra todo lo convencional en el arte, el Futurismo, que tiene una intención similar… Todos esos estilos y técnicas, fueron abordadas magistralmente por Otto Dix… Con justificada razón, Dix ha sido considerado uno de los
más grandes pintores Alemanes; claro, esto después de haber sido humillado muchas veces por su postura siempre crítica, siempre en búsqueda de la denuncia de todo lo que de abominable tiene la humanidad… Dentro del movimiento conocido como Nueva Objetividad, Dix es calificado como pilar imprescindible… Una escuela que, por principio, rechaza tajantemente la corriente expresionista de la cual fue gran expositor. No obstante lo anterior, Otto Dix muestra en cada obra suya ese sufrimiento que su alma experimenta en el transcurso de su existencia que lo mantuvo siempre en el trazo por demás impactante.
Salgo del MUNAL, como siempre, absolutamente pletórico de emociones… Ya no me da tiempo de mis quince minutos acostumbrados para contemplar la bellísima obra de Felix Parra “Fray Bartolomé de las Casas”… Bueno, digamos impactantante, mejor… Me rehuso a utilizar la palabra bello porque la emoción de una pintura no tiene nada qué ver con la estética convencional… Y ese es justo el sabor absolutamente convincente y convencido que me deja la exposición “La Guerra” de Otto Dix…
* Pintor, interprete, autor