Por: Teodoso Navidad Salazar
Los parisinos asistieron en masa al funeral de Víctor Hugo (1802-1885); no obstante que su cuerpo había permanecido expuesto (durante una semana), bajo el Arco del Triunfo, su cortejo fue apoteótico.
Una gran multitud se congregó por Los Campos Elíseos, principal avenida de la “Capital del mundo” (París), por donde transitó el carruaje fúnebre, tirado por mansos caballos, camino al Panteón de Los Inmortales. Al acompañamiento se sumaron autoridades, y artistas de todos los géneros.
Ocho años después del nacimiento del idolatrado bardo, México se vería convulsionado por el estallido de la revolución independentista con respecto de España; el año de su fallecimiento en nuestra república, fue el año en que se consolidó el sistema dictatorial, encabezado por don Porfirio Díaz. El mismo año de la muerte de Hugo, fue también el de Alfonso XII, rey de España entre 1874 y 1885 y Fernando II, rey de Portugal.
Mientras que en el arte y literatura, Emilo Zolá otro de los grandes escritores franceses publicó Germinal: en ciencia y tecnología, Jaime Ferán y Clua, inventó una vacuna contra el terrible cólera que tantas muertes causó en Europa; ese año, terminaba la cumbre de Berlín, donde los países europeos se repartían África, por mencionar algunos acontecimientos.
A Víctor Hugo, se le abrieron puertas de círculos literarios luego de publicar sus primeras obras (Odas 1829 y baldas en 1826). Fue un intelectual de ideas liberales; tuvo otras visiones y propuso una nueva estética teatral, como lo manifiesta en el prólogo al drama Cromwell (1827), donde habla de libertad en el arte, inspiración histórica, no a la política aristotélica, etcétera; este pensamiento, se puede observar a leer a Hermani (1830), y las obras póstumas, María Tudor (1833); Lucrecia Borgia (1833); Ruy Blas (1838), y otras.
En 1848, gracias a su trabajo incansable, fue distinguido por la Corte, pero no comulgó con el Imperio y se autoexilió (Bélgica, Jersey Guernesey), para no regresar a su tierra hasta el término del imperio (1870).
OBRA
Víctor Hugo, fue un novelista, poeta y dramaturgo prolífero. En 1823 (contando solo 21 años), publicó su primera novela titulada Hans de Islandia; al año siguiente los poemas llamados, Las Baladas; En 1826, publica su segunda novela, Bug Jargal, que refiere la amistad entre un príncipe africano esclavizado, cuyo nombre es el título de la novela y un oficial del ejército francés, llamado Leopold D´Auverney, inspirada en el periodo desordenado de la revolución en Haití.
Como ha quedado dicho ya, en 1827, publicó su primer drama, Cromwell; en 1829, fue galardonado por su poesía Las orientales; en 1830, estrenó las obras de teatro Hernani y Marion Delorme.
Es incansable, en 1831 se imprimieron y divulgaron con gran éxito Nuestra Señora de París (El Jorobado de Notre Dame),novela de 11 libros, centrada en la trágica historia de Esmeralda, una gitana, en el París del siglo XV, que sirve de modelo en los temas del romanticismo francés; ese mismo año también publicó, Hojas de otoño, Los Cantos del Crepúsculo, Luces y Sombras.
En 1833, estrenó, sin mucho éxito el drama lírico Ruy Blas; para 1843 (año en que murió ahogada su hija Leopoldina), Víctor Hugo, estrenó la obra Los Burgraves; ya en el exilio (1853), publicó la poesía Los Castigos.
Entre 1856 y 59, publicó las poesías Las contemplaciones y La Leyenda de los siglos (primera serie). Su obra cumbre Los Miserables, fue publicada en 1862, novela que causó furor y traducida a varios idiomas.
Entre 1864 y 1883 gracias a su fèrrea disciplina de trabajo, publicò de Willian Shakespeare las poesías; Las canciones de las calles y de los bosques, la novela Los trabajadores del mar; El hombre que ríe; la obra de teatro, Torquemada; la novela El año terrible, en la que el autor plasmó todo aquello que sentía y pensaba relacionado con los horrores de la guerra, ocurrida en su tierra a partir de 1870.
En ese periodo entregó a sus lectores El noventa y tres, que sería su última novela, recreada en la más terrible etapa de la Revolución Francesa (El Terror, 1793); luego vendría El arte de ser abuelo, serie de cuentos inspirados en su nieta (Juana).
Posteriormente La leyenda de los siglos (segunda serie); El Papa; La piedad suprema; La leyenda de los siglos (tercera y última serie). Su muerte, acaecida en 1885, no permitió ver publicada su obra Toda la lira y El fin de Satán Dios.
Sin duda que la obra cumbre fue Los Miserables, que sigue siendo traducida en varios idiomas y en ediciones ilustradas para niños; sin contar múltiples versiones que han sido llevadas a la pantalla chica y grande. La trama de la novela nos revela la vida de miseria e injusticia en las que sobrevivía el pueblo francés.
Retrató la Revolución Francesa, que tanto aportó a los deseos de libertad de otros países como el nuestro. De manera descarnada desnudó a la sociedad de la época que se desenvolvía en la Corte con frivolidades, como estas discusiones sin sustancia, en las que Víctor Hugo les señaló:
“Señores, ustedes hacen demasiada alharaca, acerca de si los botones de la guardia Nacional deben ser blancos o amarillos…Caballeros, consideren esto: la mayoría del pueblo sufre. El pueblo tiene hambre.
El pueblo tiene frío. La pobreza conduce a la gente al crimen o al vicio…Ustedes tienen demasiados convictos, demasiadas prostitutas. ¿Qué prueban estas dos úlceras, si no que el cuerpo social sufre, debido a las impurezas de su corriente sanguínea?”.
Cualquier parecido con la realidad actual, es mera coincidencia.
Desde su exilio que duró 19 años, observó las infamias de Napoleón III, a quien de manera despreciativa llamó “Napoleón El Pequeño”. Cuando las tropas Francesas invadieron la República Mexicana, Víctor Hugo envió una proclama al pueblo de México:
“¡Mexicanos! Tenéis razón y yo estoy con vosotros. Podéis contar con mi apoyo. Y habéis de saber que no es Francia quien os hace la guerra, es el Imperio. Estoy de veras con vosotros, porque todos estamos frente al Imperio; vosotros en México y yo en Europa. Vosotros en la Patria y yo en el destierro. Combatid, Luchad, sed terribles y si creéis que mi nombre vale para algo, servíos de él. ¡Apuntad a ese hombre en la cabeza, y que la bala que lo mate, sea vuestra propia libertad!.
¡Valientes hombres de México! Resistid a la perfidia y a la traición. ¡Y si lo hacéis venceréis! Pero sabed, que vencedores o vencidos Francia será siempre vuestra hermana; hermana en vuestra gloria como en vuestra desgracia. Yo, por mi parte, envío a los vencedores mexicanos, mi fraternidad de ciudadano libre; y si vencidos, mi fraternidad de proscrito”.
Víctor Hugo, máximo exponente del romanticismo francés, nació en Bezancon, Francia el 26 de febrero de 1802; falleció, en París, el 22 de mayo de 1885. Cumplió 83 años sin haber perdido un solo diente. Sin duda, un hombre longevo para su tiempo. El romanticismo francés, encontró en Hugo, a uno de sus más fieles exponentes.
*La Promesa, Eldorado, Sinaloa. Julio de 2016
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