Por: Mario Arturo Ramos
La noche en San Ángel era lluviosa aquel último sábado de agosto de setenta y dos, en aquellos tiempos era zona colonial del D.F. El pintor y cantor, Mario Orozco Rivera, había invitado a su morada a Guadalupe Trigo, su esposa Viola y al que escribe, a una reunión bohemia, que contaba con la presencia del poeta David Huerta entre otros participantes. Después de los bocadillos y el ron cubano, Trigo empuñó su guitarra y las armonías magistrales inundaron el ambiente nocturno, su compañera solidaria como siempre, unió su voz a la del cantor peninsular; no se me olvida que los presentes aplaudían a cada nueva interpretación con muchas ganas. En un momento de descanso se tocó el tema de un genial poeta granadino, asesinado el 18 de agosto de 1936, por la ira fascista que no perdona a la inteligencia ni a la poesía: Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca.
El anfitrión señaló que había compuesto en su banjo, una obra músico/ literaria para la víctima mortal de la intolerancia y la repressión; al término del larguísimo canto, preguntó a la tertulia ¿qué les parece?… El silencio del yucateco y el nacido en Querétaro fue la respuesta, se trataba de callar ante algo que nos pareció un intento de canción popular no logrado. Viola, sentada junto a la esposa del pintor, al darse cuenta de la situación preguntó, ¿me pueden rentar el banjo?, estoy produciendo “jingles y el color musical del instrumento me gusta para incorporarlo a los temas publicitarios”.
Para no soltar la imprudente carcajada, comenté que se acababan de cumplir treinta y seis años del fallecimiento del poeta bajo las armas de las hordas franquistas, esas que con terror enlutaron a España. Eran las cinco en punto de la tarde/ un niño trajo la blanca sábana/ a las cinco de la tarde. Una espuerta de cal ya prevenida/ a las cinco de la tarde. / Lo demás era muerte y solo muerte/ a las cinco de la tarde…. Fragmento “A las cinco de la tarde”- llanto por Ignacio Sánchez Mejía.- F. G. L.
Nunca me ha gustado la que llaman “fiesta taurina”, en su crueldad para divertir, encuentro una manifestación innecesaria de sadismo; no me importa que sus defensores manifiesten su bagaje histórico y sus cualidades de “luz y sombra”, reconozco sin embargo que en la poesía de Federico y en las pinturas de Sánchez de Icaza, encuentro el arte que en las plazas de toros a las que he asistido, porque por más que esmero los sentidos no hallo.
El nacido en Fuente Vaqueros, provincia de Granada, el cinco de junio de 1896, en el hogar formado por Federico García Rodríguez y Vicenta Lorca Romero, cantó con hondura y riqueza expresiva a lo que no me entusiasma. Por lo tanto cuando me cuentan de capotes, muletas, banderillas, picadores, ruedos, plazas de toros, toreros, y el TORO, pienso en Lorca, sonrió y me emociono.
Yo quiero ver aquí los hombres de voz dura. / Los que doman caballos y dominan los ríos. / Los hombres que les suena el esqueleto y cantan/ con una boca llena de sol y pedernales. Fragmento “Cuerpo presente” F. G.L.
La cuarta hora de la madrugada del 18 de Agosto de 1936 anunciaba en el horizonte, la fecha escogida de la tragedia, para el asesinato de uno de los integrantes – el más leído -de la generación del 27, conformada por Pedro Salinas, Jorge Guillen, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Dámaso Alonso Vicente Alexander-. Había que matar a Federico, desparecerlo de la faz de la tierra para que nadie lo encontrara. Según el historiador Gabriel Pozo,”idiotas morales”, liderados por Ramón Urbano Ruiz Alonso, siguiendo las órdenes de los enemigos de la República, de la inteligencia y el pueblo español, encabezados por Nicolás Velasco S., daban otro zarpazo contra el arte; sentían que su tarea reivindicaba los valores que encabezaba aquel Franco de triste memoria.
Mucho se ha escrito sobre los momentos finales del poeta, su estancia en la barranca de la localidad de Viznar, done hoy existe una placa como testimonio del asesinato,-que continúa causando indignación-, su entereza para soportar las vejaciones de sus captores su convicción de que su final era simplemente muestra del oprobio que las dictaduras cometen en contra de los pensantes y libertarios, la seguridad de que su final físico no terminaba su actividad poética, que a partir del infausto día creció, creció, como los árboles frondosos que resisten al mal tiempo. Mi corazón oprimido/ siente junto a la morada/ el dolor de sus amores/ y el sueño de la distancia. La Luz de la aurora lleva/ semilleros de nostalgias/ y la tristeza sin ojos/ de la medula del alma. / La gran tumba de la noche/ su negro velo levanta/ para ocultar con el día/ la inmensa cumbre estrellada. Fragmento “Alba” F. G. L.
La búsqueda de los restos mortales del poeta, dramaturgo, autor de canciones, no cesa, su poesía se lee y se lee, al cantor Paco Ibáñez le escuché en Berlín, hace muchos veranos canciones populares cuyo textos son del granadino. Finalizaba la reunión en casa de Orozco Rivera, la madrugada pedía que nos despidiéramos como epílogo cité una estrofa de una canción popular de su autoría: “Anda Jaleo” .Por la calle de los muros/ han matado una paloma/ yo cargaré con mis manos/ las flores de tu corona. Este 2016 se cumplen 80 años de la muerte de un poeta, para recordarlo debo citar un fragmento de su “Canción otoñal”: Hoy siento en el corazón/ un vago temblor de estrellas pero mi senda se pierde/ en el alma de la niebla. / La luz me troncha las alas/ y el dolor de mis tristeza/ va mojando los recuerdos/en la fuente de la idea. El recuerdo y la obra de Lorca en este aniversario me permite decir: Casi ochenta años Lorca, casi 80, Federico y sigues tan poesía…
*Autor e investigador