Por: Jorge Alberto Soria Lugo
Nadie sabe la fecha exacta ni cuando sucedió este hecho, lo cierto es que existe una capilla que todo aquel que pasa por el frente de ella se santigua y quien conoce esta historia le deja un bule con agua en señal de aquel acontecimiento que ahí sucedió.
La gente mayor nos cuenta que esto sucedió a finales del siglo XIX, cuando una madre se trasladaba a Pericos, para buscar atención medica para su hijo, que en aquellos años era escasa y la que había se encontraba en los pueblos con mayor población, dicen que venía de la zona serrana de Badiraguato y que llevaba caminando por veredas y caminos muchas horas con el firme propósito de lograr que un galeno atendiera a su primogénito el cual tenía ya varios días con mucha fiebre, dicen que esto sucedió en el tiempo de verano, ya con los brazos casi muertos esta noble mujer llego al crucero San Francisco mejor conocido como crucero de Badiraguato, quienes la vieron pasar la describen como una mujer de tez morena, cabello negro largo y de complexión baja y venia tapada con un rebozo el cual envolvía a su hijo, durante el camino esta mujer había provisto de provisiones para aquel viaje con lo más esencial, como era el agua y unos panes para ella, pero pasado el tiempo durante su largo andar el vital liquido, se terminó por lo que sin agua recorrió varios kilómetros sin tener una sola gota para continuar con su camino, aunque paso por varias rancherías durante su trayecto, nunca imaginó que en el último tramo antes de llegar a su destino la muerte llegaría para arrebatarle a lo más precioso que tenía que era su hijo.
Pero aun y que ella veía como su ser más preciado se le iba apagando su existencia, ella apresuraba el paso ya con los estragos de la falta de agua y de la fatiga incesante, esta madre que en un hecho de fuerza de voluntad camino y camino, hasta hacer un alto debajo de un capule a unos cuantos metros del Panteón Municipal de Pericos por el camino viejo que conduce a esta población todavía con la esperanza de poder salvar a su hijo, pero el destino le tenía una mala jugada ya sin agua y con sus fuerzas agotadas tratando de atajarse un poco de aquel sol incesante que se empecinaba para que no llegara a su destino la mujer morena se sentó y al momento de revisar a su hijo, su rostro palideció al ver que su pequeño hijo se le iba la vida por la incesante temperatura y que aquella mujer no tenía ni una gota de agua para darle de beber, nunca se había visto como el pequeño se aferraba a la vida, pero su destino ya estaba marcado el pequeño infante falleció en los brazos de su madre, que al ver como su hijo ya había partido al cosmos del eterno, ella de igual manera su vida estaba a punto de expirar sin poder derramar una gota de llanto por falta de agua en su cuerpo, ella decidió correr con la misma suerte, termino su vida abrazada de su pequeño hijo, que ironías de la vida a unos cuantos metros estaba el arroyo viejo de Pericos que en aquel tiempo arrastraba agua cristalina y de el bebían cuantos por ahí cruzaban.
Hoy quienes pasamos por ahí recordamos esta triste historia que ha sido trasmitida de generación en generación y que sin ser esto un acto donde se pueda justificar como de un santo, hay gente que asegura que cuando acuden al anima del capulito le hacen favores por alguna petición hecha a estos personajes.
Yo los invito a todos a conocer la rustica capilla hecha en su honor en ella ya se todavía el viejo capule testigo mudo de aquella historia y quienes pasan por ahí suelen dejar un recipiente con agua y de vez en cuando alguna veladora en señal de duelo y respeto.
*Cronista adjunto de la sindicatura de Pericos, Mocorito.