Por: José Carlos Ibarra
“…Si vive su pensamiento, el hombre razona su fe,
si sólo piensa sin vivirlo, se queda a media jornada
y es un mero espectador -la más noble de su vida-…”
PASCAL “Pensamientos”
En 1935 mediante canonización de Pío XI, la Iglesia Católica elevó a los altares a Tomás Moro, ¿pero quién fue este nuevo santo, cuál su vida, obras y virtudes heroicas, que lo hicieran merecedor de pasar a formar parte, del santoral católico.
Nace el 7 de febrero de 1478 en Londres, a los 22 años se gradúa de abogado y en 1501 ingresa a la Barra, entre 1509 y 1532 desempeña diversos cargos, siendo los más relevantes en misiones diplomáticas, subtesorero responsable del tesoro real, y finalmente Gran Canciller de Inglaterra, de octubre 25 de 1529 al 10 de mayo de 1532, en que es admitida su renuncia por el rey Enrique VIII. Fue contemporáneo entre otros personajes de Lutero y Cronwell, amigo entrañable de grandes humanistas, como él, Erasmo de Rotterdam y Pedro Egidio, tradujo las obras de Pico de la Mirándola, y los Diálogos de Luciano de Samosata, y de sus tareas literarias, pasaría a la posteridad su famosa “Utopía” (no hay tal lugar), que ha despertado el interés de investigadores e intelectuales, hasta nuestros días, considerada clásica en su género, y que marcaría un hito para otras utopías, de autores de renombre.
Su renuncia como Gran Canciller de Inglaterra, se debió a que desconoció la autoridad espiritual de Enrique VIII, y por tanto, la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón, para casarse con Ana Bolena, por lo cual fue recluído en la Torre de Londres, en donde permaneció preso, desde el 17 de abril de 1534 hasta el 6 de julio de 1535, en que fue ejecutado por el delito de traición, cuya pena para tales sentencias era la horca, hoguera y otros, que el Rey le conmutó para ser decapitado, y su cabeza expuesta en el Puente de Londres.
Erasmo le dedicó su célebre “Elogio de la locura”, en el prefacio fechado el 8 de junio de 1508, en donde le dice: “Aunque por la singular agudeza de tu ingenio estás apartadísimo del vulgo, gracias a la increíble dulzura y amabilidad de tu carácter con todos compartes las horas, con todos te llevas bien y te diviertes. También intercedió para que fuera enviado al destierro, pero el tiránico y cruel monarca hizo caso omiso de su petición.
No obstante su prestigio como abogado, oficio que ejerció por algunos años, y los altos cargos que desempeñara, los bienes que le fueron confiscados por la Ley, fueron escasos, a grado tal, que su esposa se vio obligada a vender sus ropas, para pagar la pensión carcelaria de Moro, pues no hubo un gesto de clemencia de parte del poderoso rey.
Entre los famosos retratos que se conservan, está el de Hans Holbein el joven, en la Galería Frick de Nueva York, el de Rubens en el Museo del Prado en Madrid, en ambos refleja una gran majestad y serenidad de espíritu, como corresponde a seres de su estirpe. De los atributos que algunos de sus biógrafos, han resaltado de su perfil moral, son: “su carácter noble digno; la energía heroica del caballero que sacrifica su vida para obedecer a la voz de su conciencia más que a la de la política o de la religión”.
Y como se recordará, el 21 de junio del 2000 con motivo del Año del Jubileo, el Papa Juan Pablo II proclamó a Santo Tomás Moro, Patrono de los políticos y parlamentarios, y para conmemorar este acontecimiento, anualmente se viene celebrando Misa, en la Basílica de Guadalupe, y allí se les ve devotos y contritos, cuando menos así lo aparentan. De manera que por modelo a seguir no queda, a quienes se dedican al oficio político, a no ser que sea reincidente la fuerza de la costumbre, en cuanto a la inclinación, por las enseñanzas y métodos de Maquiavelo y del tenebroso Fouché.
* Periodista y escritor sinaloense