Por: Carlos Varela Nájera
Es el título de uno de los cursos de Jacques-Alain Miller, para nuestro caso ilustra el hecho de que al no tomarse en cuenta los detalles todo se viene al traste, como decimos por acá.
Si lo ubicamos en el campo de la clínica el detalle es fundamental porque determina la dirección de la cura; el detalle tiene mala reputación dirá Miller, pero sobre todo cuando se dice con frecuencia, “perderse en los detalles”, a la ciencia no le interesan los detalles sino la visión de conjunto, esto instala una problemática, ya que frente a la visión de conjunto, mejor sería perderse en los detalles para poder detenerse en ellos, inaugurando con el detalle la dimensión de lo singular.
Incluso se puede afirmar que el detalle, esa cosa tan insignificante, determina y sostiene una relación, ya que esos pequeños detalles harán soportable o no la propia vida… amorosa, aunque el detalle siempre es reducido, tiene un impacto determinante en los sujetos, lo minúsculo del detalle es lo que hace detonar las cosas, las relaciones, los lazos, y aún la propia existencia.
El detalle es ese pequeño bing-bang portátil generador de causas, que perdonen la expresión, más útil que la visión de conjunto del cual hace alarde el cientificismo. El detalle sería en esta lógica eso que mueve el mundo, el capitalismo y las religiones, estos últimas luchan a partir de los detalles doctrinarios, depositando la verdad que profesan en el detalle bíblico, en ese sentido religioso la diferencia doctrinaria la ostenta el detalle al cual se le confiere un poder y eso hace la diferencia.
La familia se constituye a partir de no contar los detalles, se dice coloquialmente que por los detalles entra el diablo, bueno es una manera de ver la parte sacra del detalle, entendiendo por sacra no ese hueso que define el anatomista sino lo sagrado, la familia no entra en detalle porque eso pondría en apuros a la discreción, y como muchos hechos dentro de la familia se manejan a un nivel de discreción necesaria, el detalle sería lo inconveniente y más cuando de lo sexual se tiene que abordar, es preferible no entrar en detalles.
La religión que usa el detalle para sostener sus creencias, “detalles bíblicos”, no se detiene por otro lado en los detalles cuando quiere explicar el origen del mundo y la existencia divina, sino que pide confiar en la fe, en lugar de detallar la manera en como existe eso divino, es decir, el detalle se convierte en su enemigo y sin dar detalles pide auxilio a la fe.
Por otra parte, en la clínica de Orientación Lacaniana, el gusto por el detalle funda una práctica, porque siempre busca el detalle sin pasar de largo, se detiene en él, puede ser un olvido, un tropiezo lenguajero, de hecho recortar el fantasma, “es un decir”, pone en tensión el propio concepto de detalle, pues etimológicamente significa “cortar en pedazos”, el detalle en la clínica decía, que se obtiene algunas veces en lo especular de la mirada, al fijarnos en detalle o en la escucha, cazando tropiezos del lenguaje haciendo saltar en ese tropiezo el detalle.
Fue Edgar Allan Poe quien enseñó a Lacan en una suerte de carta forzada de la clínica a no dejar de tomar en cuenta el detalle, de ahí surge un método en criminología y que el psicoanálisis usa en sus investigaciones, a saber el método indiciario, que soporta una práctica clínica, colocándolo en el estrellato de las ciencias cualitativas, llevando a rango mayor el detalle, como sostén de un practicable que para nada está indefenso frente a las ciencias llamadas duras, la investigación del detalle da vida al método indiciario, y de ahí en adelante el psicoanálisis puede tranquilamente usar ese dispositivo para estar allado del supuesto saber que la ciencia pretende detentar.
* Licenciado en Psicología y Doctor en Educación,
Profesor e Investigador.