Por: Alberto Ángel “El Cuervo”
Aquella escena, inevitablemente motivaba la sonrisa reflexiva… Una y otra vez, observaba cómo los adultos o los adolescentes, verdaderamente “reciclaban” a los niños…
—¿Es tu papá?
—“Simón”… Mientras no reclame el sancho jajajaja pero es mi chamaco… ¡Órele, agradezca, van a decir que no le enseño a comportarse…!
—Gracias, señor… Feliz Navidad, con esto nos va a dar de cenar mi jefecita…
—De nada… ¡Siguiente…! No se vale repetir ¿eh? Y acuérdense que tienen que formarse los niños con sus papás…
Y ante la vorágine de trabajadores de la calle el día 24, a la espera de la noche buena, los que repartían los juguetes y despensas, ni cuenta se daban de lo que estaba sucediendo… Los chamacos iban y venían poniendo gesto triste asumiéndose como el hijo en turno de adultos que ni siquiera conocían o que en el mejor de los casos era solamente compañero de trabajo ocasional en esa esquina o ese camellón de la milagrosa Ciudad de México… Así se vivía esa tragicomedia brevísima para conseguirle a los adultos que no tenían hijos, las dádivas que por “las bondades de navidad”, les otorgaban… A cambio de ello, los adultos les daban una moneda…
“A ti ya te di ¿no?” “No, señor, le dio a mi hermano y a mi tío” “Ah, con razón se parecía a ti… El que sigue“ “¿ya vez, te dije que siquiera te pusieras la gorra para que no te cacharan” y como los más amorosos padres, tomaban de la mano al actor infantil de cara compungida para obtener su regalo de navidad… Y todo ese ingenio se improvisaba en unos cuantos segundos para aprovechar… El D. F. Es una ciudad que vive de prisa… O te mueves, o te aplastan los que vienen atrás… Así que el habitante de la “ciudad milagro”, se ve obligado a derramar ingenio para sobrevivir…
Y ¿cómo culpar a nadie de fingir ser hijo de o padre de para conseguir esas migajas que el sistema derrama sobre los desposeídos durante la celebración de las navidades…? ¿Cómo reclamar que no dijeran la verdad cuando han vivido desde que fueron paridos entre mentiras y crueldades…? Y por ahí, perdida entre muchas otras frases, se escuchaba la voz de recriminación que venía de alguna camioneta de lujo que esperaba a que el semáforo cambiara a luz verde decir: “¡Mira nada más, haciéndose pasar por hijos de toda esa bola de flojos para que les den otro regalo! Por eso estamos como estamos, porque les enseñan a ser tramposos desde niños…”
Con ganas de decirle que de ellas y sus maridos han aprendido a vivir entre engaños, con las frases vacías de los políticos que en sus campañas intentan convencer de que su prioridad es resolver los problemas de fondo de sus conciudadanos… Con ganas de gritarle que los lujos que derrama frente a la miseria de los trabajadores callejeros son resultado de las mentiras que a todos niveles utilizan como herramienta generosa sus maridos, sus familias cómplices de la mentira oficialista que se derrama sobre los que critican… Pero así es mi México… Y así hay que amarlo al mismo tiempo que la lucha por lograr un cambio verdadero… No puedo menos que acordarme de la celebérrima frase de Víctor Hugo: “Vosotros queréis socorrer a los pobres, yo quiero abolir la miseria.” Cuánta razón tenía este ilustre pensador…
Y eso fue dicho en la segunda mitad del siglo XIX… estamos en pleno siglo XXI y su sentencia sigue teniendo una actualidad vergonzante… Continúan las damas de la caridad asumiéndose como las actuales émulas de María Antonieta reuniéndose en salones de lujo en banquetes de lujo para planear “aventarle panecillos” a los pobres para mitigar su hambre… La obra cumbre de Víctor Hugo “Los Miserables”, parecería retratar la condición social contemporánea… Transpolando y modificando levemente personajes y condición tecnológica, fácilmente podría pasar como una novela basada en la realidad de este año 2015 que agoniza entre la disparidad socioeconómica insultante de nuestro país… Entre estas reflexiones, me dispuse acudir a uno más de los museos que nuestra ciudad ofrece como alternativas culturales pese a todo lo que de reprobable tenga el sistema, el Museo Franz Mayer.
La llegada, se hace bastante cómoda cuando en automóvil se realiza. Entrando al estacionamiento puede uno bajar del automóvil casi frente a la entrada del Museo. O bien, en transporte público, baja del autobús frente a la fachada principal del mismo o en la parada Bellas Artes si el viaje es en el metro. A un costado de uno de los parques más antiguos y emblemáticos de la Ciudad de México, el Parque Alameda, junto al Museo de la Estampa, se sitúa el Museo Franz Mayer resultado de la iniciativa privada en su totalidad y que debería ser ejemplo a seguir por muchos.
Esta institución, básicamente ofrece una enorme colección de objetos valiosísimos en el rubro de las llamadas artes decorativas y fue fundada por el Filántropo Franz Mayer Traumann, alemán de nacimiento (Mannheim 1882) aunque nacionalizado mexicano en 1933. Murió el filántropo, fotógrafo, floricultor y coleccionista en la Ciudad de México en el año de 1975. A lo largo de muchísimos años, Mayer fue haciéndose de más de diez mil piezas de arte con la idea de legar la valiosísima colección al pueblo de México, su nación por convicción… En 1963 constituyó un fideicomiso con el Banco de México y designa un patronato para encargarle fundar una biblioteca y salas de exposición y conferencias. Pasarían once años a partir de su fallecimiento, para que se abriera, según sus deseos, el Museo que lleva su nombre. El museo está en lo que primeramente fuera el primer Hospital de América, el Hospital de San Juan de Dios.
Entrar al edificio del hoy Museo Franz Mayer, es ya per se un verdadero viaje a otra dimensión. Entrar al patio principal donde se sitúa la cafetería es envolverse en una paz que otrora deben haber tenido los internos de aquel antiquísimo hospital. Pero no siempre fue Hospital, a pocos años de haber culminado la conquista, se construye lo que fue la Casa del Peso de la Harina que, como su nombre lo indica, era la institución en donde se pesaban los granos y demás productos para garantizar que no hubiera fraude. Posteriormente pasó a ser Hospital de los Desamparados fundado por quien fuera el primer Doctor en Medicina egresado de la entonces Real y Pontificia Universidad de México, el Dr. Pedro López. Años después, Maximiliano de Habsburgo, durante su polémico período de gobierno, lo convirtió en un hospital exclusivo para la atención médica de las prostitutas. Posteriormente, ya en el siglo XX, se convirtió en el Hospital de la Mujer. De cualquier manera y destinado para una u otra, es un edificio mágico… La colección que se mantiene en el museo como exposición permanente, no deja de ser sumamente interesante.
Puede uno observar por ejemplo en el área destinada a la platería, además de los miles de objetos antiguos realizados por los grandes orfebres mexicanos, cosas tan interesantes como el origen de lo que hoy conocemos como oro o plata quintada. A reserva de que descubra el lector por sí mismo en su visita al Museo Franz Mayer la historia completa, le diré que se refería en un inicio al llevar el sello, a que ese mismo sello garantizaba que ya se había pagado el impuesto correspondiente que era de una quinta parte (quinto real), es decir un 20% de su valor. En una visita que, siendo ligera, debe el visitante en calcular alrededor de cuatro o cinco horas, puede observarse la cerámica, mobiliario, textiles, escultura, pintura y estampa. Esto, además de las exposiciones temporales que generalmente son de fotografía y de algunas exposiciones y talleres de las hoy en día llamadas artes populares.
Recorriendo el museo, me topé con la sorpresa muy grata de ver un cuadro realizado por el Maestro Pelegrin Clave, quien fuera Maestro de perspectiva y Director de la Academia de San Carlos de nuestra Ciudad. La obra en cuestión es “Retrato de un Hombre”. Fechada en 1862, es una obra realista impecable realizada por el Maestro Clavé. Había ya leído ese delicioso libro del Lic. José Bernardo Couto: “Diálogo Sobre La Historia De La Pintura en México”. Es éste, un libro considerado una joya inmortal acerca de la pintura colonial. Fue el primero en salir a la luz haciendo una narrativa más o menos en orden acerca de la historia de la pintura mexicana. Se desarrolla el llamado diálogo entre José Bernardo Couto, José Joaquín Pesado y el propio Pelegrín Clavé, justamente en la Academia de San Carlos partiendo de las obras que se exponían ahí y comentando acerca de otras más expuestas en distintos recintos de nuestro país.
Confieso que habiendo leído muchas cosas acerca de Pelegrín Clavé, importantísimo personaje en el arte de nuestro país, jamás había tenido la oportunidad de situarme frente a uno de sus cuadros y al contemplarlo emocional y analíticamente, me di perfecta cuenta del por qué el Maestro Clavé fue elegido entre un numeroso grupo de artistas europeos de aquel entonces para dirigir la Academia de San Carlos y dar clase sobre todo de técnica perspectiva en la misma. Esa es una de las muchas agradabilísimas vivencias que el Museo Franz Mayer ofrece al visitante, de ahí que mi consejo al turista que viene de los diferentes estados de nuestro país a visitar el Distrito Federal, sea que se de un tiempo para asistir a este museo y empaparse de arte e historia en su bellísimo edificio donde además puede asistir a algún taller para construir piñatas mexicanas, por ejemplo. No cabe duda, como bien lo señala mi hermano gato, esta maravillosa ciudad, es fácil de amar en primera instancia por la gran oferta cultural y artística que ofrece a todos. Que disfrute usted su próxima visita.
* Compositor, pintor, intérprete, autor