Por: Carlos Lavin Figueroa
Muy de mañana salimos de Cuernavaca rumbo Taxco al desayuno al que asistí como orador invitado por el grupo Unidos por Taxco, donde hablé de las relaciones ancestrales entre estas dos ciudades, lo que terminó en amena tertulia, ahí expuse que ambas ciudades forman una comarca unida desde tiempos remotos, indivisible en afectos, costumbres, comida, cultura y comercio. Taxco fue habitada también por los tlahuicas de Cuauhnáhuac que llegaron llevados por Ahuizotl emperador azteca, -posiblemente para la producción de hilos, telas, tilmas y papel amate que era su espacialidad- región donde tuvieron asentamientos con importantes vestigios.
Hernán Cortés, residente de Cuernavaca, desde donde gobernaba su Marquesado del Valle, estableció un campo minero en Tetelcingo que después se constituyó en la población de Taxco lugar que visitaba constantemente y que también llevaría tlahuicas de Cuernavaca a explotar sus minas.
Juan Ruiz de Alarcón -escritor taxqueño de principios del s. XVII- autor de La verdad sospechosa -una de las mejores piezas de la literatura hispanoamericana- cuya fama llegó a Europa, fue su nombre el que llevó el primer Teatro de la Ciudad de Cuernavaca que fue consumido por un incendio donde se conservan su pórtico y escalinatas interiores en la calle que también lleva ese nombre esquina con calle Rayón.
A mediados del XVIII, el inversionista José de la Borda llegó a Taxco, formó el Real de Minas, la más importante explotación minera de Nueva España, años más tarde ordenó la construcción del templo de Santa Prisca. Borda trajo de Italia al arquitecto Benito Mazari para finalizar los últimos detalles del interior de esa fastuosa Iglesia, este, se quedó a vivir en Taxco formando su familia, cuyo apellido llevó mi bisabuela paterna Fernanda Aranda Mazari. Y también construyó en Cuernavaca una casa que servía de posta para resguardar por la noche sus cargamentos de plata entre Taxco y Ciudad de México –casa que ocuparía después el Emperador Maximiliano- y un acueducto para la toda la población; finalmente don José no quiso saber nada de Taxco y ordenó ser sepultado en Cuernavaca dentro de la Capilla Abierta conocida como de San José frente a su casa.
Su hijo Manuel construiría ahí los famosos jardines y el anexo Sagrario de Nuestra Señora de Guadalupe, además de los huertos de aclimatación de plantas y árboles frutales como el mango traído de las Filipinas en la Nao de China y otros de Europa como las árabes granadas que se producen en la región peninsular andaluza, y de los huertos Borda pasarían a toda la Nueva España.
Durante el Segundo Imperio Maximiliano de Habsburgo une a Taxco con Cuernavaca formando el Distrito de Iturbide, pero Juárez, al ganar la Guerra de Intervención separa estas dos coloniales poblaciones, y ya no incluyó Taxco al establecer el estado de Morelos.
Ya en la Revolución se levantaron en armas los Figueroa de Huitzuco -cuyo origen es Juliantla- y enviaron una carta de adhesión a Zapata misma que firmaban varios de ellos como generales, cuando el caudillo la leyó, exclamo, ¡a chinga yo quiero conocer ese pueblo “donde las mujeres paren puros generales” -en ese momento Zapata era el único general revolucionario en Morelos. Los Figueroa, generales zapatistas de Guerrero se entrevistaban con el caudillo en el Hotel Moctezuma de Cuernavaca y este viajaba constantemente a tierras guerrerenses.
Finalmente, Zapata rompería relaciones con los Generales Figueroa al quedarse estos del lado de Madero cuando Zapata promulga el Plan de Ayala donde se pedía la destitución del General Ambrosio Figueroa como Gobernador de Morelos y se desconocía a Madero como presidente, Plan que fue redactado en Iguala Guerrero por el sinaloense Salustio Carrasco Núñez.
Unos años después llegó de turista a Taxco William Spratling quien consiguió ser reportero de una revista norteamericana y se quedó a vivir en esa población, pronto perdió el empleo y vivió dando clases de inglés, era ya un taxqueño de corazón, él, seria intermediario entre su representado Diego Rivera y Dwight Morrow -banquero, embajador norteamericano y suegro de Charles Lindberg quien visito en varias ocasiones la casa de los Morrow en Cuernavaca para ver a su novia, aterrizando su aeroplano en una loma al poniente de la ciudad; casa, donde se dio la negociación para que Rivera pintara los murales del Palacio de Cortés cuando era gobernador Carlos Lavin Aranda, mismos murales que Morrow pagó.
Diego le había aceptado un precio menor; lo que más deseaba el pintor eran espacios para plasmar sus frescos, pero Spratling subió el precio a Morrow a doce mil dólares -el triple- por tal, Diego le dio una comisión de dos mil dólares –de aquellos de1930- con la que Spratling inició su negocio de platería y comenzó a diseñar trabajos en plata principalmente basados en motivos prehispánicos, que lo harían millonario, y mundialmente famoso como el padre de la platería mexicana dejando ese importante legado a Taxco.
Taxqueños destacados han vivido en Cuernavaca, como José Manuel Figueroa -Joan Sebastian- de Juliantla –a quien este próximo día 24 de noviembre se le develará la primera estrella inaugurando así el Paseo de las Estrellas de esta ciudad a iniciativa y gestión de mi maestro y amigo Pablo Rubén Villalobos.
Los Figueroa –de origen judío-portugués- fundaron a principios de la Época Colonial la población judía de Judianea, después Judiantla y finalmente Juliantla donde se construyó la primera sinagoga de América de la que sólo se conserva el Migbé -baño ceremonial- y el pozo de purificación para mujeres posterior a la menstruación. En Taxco se encuentra el colonial Museo Casa de los Figueroa, que también visitamos, luego fuimos a la comida que nos ofreció en su casa mi pariente Ignacio Figueroa, después a la tumba de Joan Sebastian, y para completar el día, campirana velada y cena en el rancho del cantautor. A lo largo de la historia la familia Figueroa ha sido de las la más destacadas en Guerrero; fundadores, revolucionarios, políticos, artistas, empresarios y también caciques.
A principios del siglo pasado mi abuelo materno Licabardo Figueroa llegaría muy joven precisamente de Taxco a establecer un rancho ganadero en Morelos, cerca de las Grutas, unos años después se casa y establece en Tetecala donde entabla estrecha amistad con mi abuelo paterno Carlos Lavin que vivía en Cuernavaca, así se conocerían mis padres.
Finalmente, pasamos un inolvidable día con mis parientes los Figueroa, con los Castillo famosos por su platería, con los hosteleros Meléndez, con los cronistas de Taxco Juan Crisostomo Estrada y Javier Ruiz Ocampo, con excompañeros del Colegio Cristóbal Colón de Cuernavaca como Antonio Ortega Figueroa expresidente de Taxco y primo hermano de Joan Sebastian.
P.D. Hasta la próxima
* Historiador y Cronista de la Ciudad de Cuernavaca