Por: Nicolás Avilés González
Dormía y era hermoso lo que sucedía en mi cuerpo intercambiaban gases mis neumocitos, pletóricos hematíes se deslizaban entre mis venas; como que sabían que a pesar de la polución continuarían funcionando como desde que nos dieron el hálito. Quise mecer a mi compañera, pero me detuve, aunque moría por compartir con alguien mi euforia.
Mutación bendita, pues bastaba la mugre que abunda en el aire ¡A otro lado con el cuento de la acumulación de los gases y del efecto invernadero! al menos de asfixia no moriremos.
Cosa del pasado el oxígeno, a pesar del humo se perpetuarían mis genes, sobrevivirían mis hijos, mis nietos, me guardaría el mundo al regreso de entre los muertos.
Al diablo el tratado de Kyoto, el de Río ¡Que importa el monóxido! resoplen chimeneas, mofles, que emane lava, viviremos a pesar de la acumulación de venenos.
Atenazó mi garganta la sed, la calmé con salada de la bahía de Altata, pues viraron también mis nefronas y ahora el agua del cielo tan sólo un grato recuerdo. Transformación bendita el futuro está asegurado.
Que importa la lluvia, tiren los árboles, ensucien los ríos. Al despertar me di cuenta que todo había sido un sueño. Los sueños son posibilidad en la nada.
¡Limpiemos el aire, cuidemos el agua, plantemos un árbol, perpetuemos la especie. ¡Un mejor mundo para los que vienen!
* Doctor y autor