Por: Verónica Hernández Jacobo
La paradoja en los sujetos, proteger, guiar, cuidar, pero sobre todo criar a los hijos, no se realiza ésta sin una cuota de malestar social, que en psicoanálisis llamamos síntoma, este síntoma lo ubicamos como eso que no anda, que no marcha, bajo la exigencia de los ideales que el Estado demanda. Esta exigencia de tutela por parte del Estado pretende la protección de la infancia, y ahí donde más se tararea esta exigencia es donde los chicos están más desprotegidos. Por otro lado, no menos alentador observamos la psicologización de la educación, produciendo en lugar de un saber, sujetos cada vez más individualistas navegando en el narcisismo de sus diferencias, ahogando lo colectivo como compromiso social, encerrando a cada estudiante en los ideales del éxito, y con ello alienando al estudiante a ser un eterno evaluado. ¿Necesita usted ser evaluado? Este sería el máximo mandamiento del discurso capitalista, la moral protestante que dirige los hilos del capital, o lo que es lo mismo al capitalismo ya le salió lo Donald Trump. Asistimos a un desorden de lo real, que observamos en la imposible guía de los sujetos, de los niños.
El discurso capitalista todo lo que toca lo vuelve inservible, o ganancia o mierda, este discurso entra en todas las instituciones, incluidas la familia y la escuela, en el caso de la familia, la moral del Estado luterano o protestante del capital entra, diciendo que todo se resuelve con valores, no importa la corrupción, el robo, la mezquindad y simulación, basta con valores positivos para que todo se arregle, pero el buen juez que predica con valores por su curul empieza, porque ahí se dan los peores amarres según cuenta la gente.
Pero si se pierde la autoridad todo lo demás cae, ya que se sueltan los hilos invisibles que ponen límites, entonces no hay forma de corregir. En la escuela no se podrá regular y normalizar a los alumnos, a no ser que usemos al medicamento para controlarlo. Entonces frente a la pérdida de autoridad amarrarlo con las drogas e inventándole al estudiante múltiples trastornos de personalidad es la solución, la acusación y el diagnóstico tomarán el relevo policiaco, al ser el estudiante un peligro para el orden establecido que la institución encarna, sistemas policiacos vestidos de ciencia donde el cognitivismo evaluador hace el trabajo sucio de los diagnósticos, asumiendo la función de normalizadores de la conducta, que ¡sin querer queriendo! hacen función de segregación. Llegar a la época del padre pulverizado, produce un niño desbordado por el exceso donde las patologías de la infancia toman el lugar de esta ausencia paterna, donde los hijos naufragan en el vendaval de los goces. Si bien la familia es un sistema psicosocial, en este se instalan los intercambios simbólicos lo que Lacan viene a llamar el significante, estos intercambios van a producir dimensiones subjetivas a nivel de lo inconsciente, pero de igual manera Freud va a plantear que el niño y la niña cuando nacen, existe en ellos una fuerte marca de desamparo, de ahí que necesite ayuda externa, una acción específica que venga a auxiliar de tal modo que el grito y el llanto son elementos que advierte la necesaria presencia del otro para que el infante sobreviva.
Lacan sostiene que entre todos los grupos humanos la familia tiene un papel esencial en la transmisión de la cultura sin papá y mamá estos niños simplemente no sobrevivirían, o bien ellos sin la ley de por medio que imponga la prohibición, seguirían realizando el incesto porque de eso nos viene a salvar la función paterna, es decir la ley que escribe en todos nosotros lo prohibido y lo permitido, se trata entonces que los padres pongan límites, que apliquen normas, corrijan a los hijos de lo contrario el niño será más acusado por ese otro de lo social que se instala como nuevo padre deformado y le invita siempre al exceso: alcohol, drogas y otro tipo de salidas pulsionales. Cuidar entonces a los hijos es seguir instalando los límites ya que éste produce espacios diferenciados por los cuales el sujeto debe caminar, de esta manera se va instalando la singularidad, eso que hace único y distinto al niño de otros niños, la singularidad es fundamental para que el sujeto tenga frente a nosotros sus particularidades, su marca.
* Doctora en educación