Por: Juan Cervera Sanchis
CANTAR DEL DESAHUCIADO
Junto con mi corazón
traigo el alma malherida,
yo ni siquiera soy yo,
que mi vida, ¡ay, mi vida!,
es una causa perdida
que no tiene solución.
CANTARES
1.-Son tantos tu besos ya
que no sé dónde guardarlos,
pero los voy a guardar,
con permiso de tus labios,
en los labios de un cantar.
2,-Fui condenado a galeras
y entre cadenas horribles
-cantar no estaba prohibidoyo
cantaba y era libre
contra mi fiero destino.
3.-Con tu vida y con mi vida
quiero escribir un cantar
en donde quepan tu vida
y mi vida, y nadie más
que tu vida y que mi vida.
4.-Fundidos tú y yo en el aire
de un cantar, juntos muy juntos,
nos iremos por los cielos
a recorrer este mundo
en alas de nuestros besos.
5.-Cuando me miran tus ojos
y yo me miro en tus ojos,
de tanto y tanto mirarnos
y vernos el uno al otro
vivir es maravilloso.
EL HIJO DEL CREADOR
Hay manera de huir
por el hoyo negro de la mentira,
mas no es mi estilo huir
por ningún hoyo negro
por negro que este sea,
yo soy hijo del Creador
de los insospechados y prodigiosos
hoyos azules del salvador Amor,
y tengo que seguir en pie y cantando
y esperar que el reloj de la luz
marque el segundo exacto de mi liberación.
Entre tanto debo continuar entre estas rejas
y entre estos carceleros con la risa en los labios.
Se que el futuro es mío y yo soy del futuro.
Estas gentes apenas son vacuos espejismos,
ridículos y efímeros fantasmas.
No hay que huir, no hay que huir de estas gentes,
y menos por el hoyo negro de la mentira.
Yo soy hijo del Creador
de los insospechados y prodigiosos
hoyos azules del salvador Amor,
y ya está dicho todo lo que aquí está dicho.
MI MADRE
Los días de mi madre, mi madre era mi madre,
y sabía mi madre del dolor más que nadie.
Sabía lo que sabía y callaba y callaba y sonreía.
Mi madre, ¡ay!, mi madre, aquella madre mía,
la heroína aquella que en verdad de verdad era mi
madre,
porque mi madre era una heroína.
La recuerdo vestida de negro, pues vestía de negro,
siempre vistió de negro, y negro era su pelo
y eran sus ojos negros, negros, negros, negros.
Recuerdo los días de mi madre,
aquellos días tan suyos y tan míos;
aquellos días que se fueron para siempre
y siempre han de venir conmigo, como ella,
pues por más que se fueron,
en verdad de verdad es que jamás se fueron.
Mi madre era mi madre y mi madre sabía,
y sabía mi madre del dolor más que nadie,
y yo sé con mi madre lo que sabía mi madre,
porque soy su hijo, el hijo de mi madre,
la del vestido negro, la de los ojos negros
y la del pelo negro, la que sabía y sabía
del dolor más que nadie, y callaba y callaba y sonreía.
* Poeta y periodista andaluz