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Obscenidades

Por sábado 15 de agosto de 2015 Sin Comentarios

Por: Carlos Varela Nájera

Lo obsceno escapa a cualquier intención de ser atrapada de manera objetiva como es la pretensión del discurso cientificista, ya que esta se mueve en distintos escenarios, lo que si pone a operar es la especularidad, donde la mirada saca su mejor tajada, de ahí que las escenas pornográficas, los cuerpos estallados o decapitados en la guerra entre carteles, la agonía de un país muerto de hambre exhiba la grotesca obscenidad del Otro del capital, donde lo repugnante, lo chocante, despliega la subjetividad de cada uno, posicionándose el arrebato a la mirada con secuelas traumáticas o perversas en el mirón incomodo. Lo obsceno aparece siempre sin invitación por los despliegues subjetivos que deja como marca en el sujeto, es un intruso especular que hace mutis en el lenguaje aterrorizando o desbordando la mirada, pero sobre todo poniendo en suspensión la lengua, algunas veces lo obsceno traumatiza, porque acerca lo muerto al viviente, y éste contornea su cuerpo hacia el asco, o bien el arte retoma lo obsceno para hacer de la naturaleza un performativo que atrapa y duele a la mirada. La obscenidad como se mueve en distintos escenarios no es un concepto claro, ya que depende del sujeto su reacción frente al escenario con respuestas distintas según sea lo singular de cada uno, la inestabilidad de esto choca con la avaricia del científico que todo lo quiere clasificar porque este concepto aparece como un inclasificable tal como Jacques- Alain Miller llama a uno de sus seminarios los inclasificables de la clínica.
La doble moral que rige la sociedad contemporánea, posibilita que la obscenidad repercuta más en ellos, donde incluso el exceso de consumo se presenta de manera obscena, o bien el territorio mexicano tapizado con cuerpos estallados, decapitados o estudiantes desaparecidos, frente a un gobierno autista despliega un alto grado de morbosidad obscena, o más obsceno aún es observar salarios de algunos políticos que chocan con la realidad de muchos mexicanos, estos modos distintos de presentarse la obscenidad en escenarios varios despliega distintos tipos de opinión, o escuchar en un café a un político decir: “para mi, todos los días son aguinaldos”, esto es obsceno. Lo obsceno nos excede porque instala una alteridad entre atracción y repulsión pero nunca deja de asombrar a quien lo toca, algunas veces molesta, otras tantas hace vomitar. Freud menciona que existe en el sujeto una inquietante extrañeza, que parte de lo familiar y que puede sintomatizar a los sujetos, a eso él le llamo (Heimlich), esto implica que existe algo malsano en el sujeto que siempre opera sin querer queriendo, pero que es empujado siniestramente derivando hacia lo heimlich, serian en todo caso briznas siniestras en cada sujeto que rayan en lo obsceno. Para un niño no habría algo más obsceno que acercarlo al coito de los padres y esta obscenidad no dejaría de causar secuelas en lo infantil, esa escena primaria tal como lo describe el psicoanálisis, dejaría boquiabierto a todo observador incomodo de ese acto de los padres, incluso si no pasó, el sólo hecho de imaginarlo despliega las subjetividades obscenas, de tal suerte que por el sólo hecho de pensarlas nos perturba ese acto. Diré que lo obsceno se agazapa en el fantasma de cada sujeto, de ahí sus resonancias en construcciones de la moral o de sujetos bienpensantes, que vendrían a ser suplencias a esa investidura fantasmatizada de lo obsceno que podría despertarse en las miradas, o aun sin verlas, solamente fantasmatizadas, como sería el origen de nuestro nacimiento, en ese escarseo frenético de nuestros padres. O bien cuando los artistas exhiben sus pinturas con animales que después de ser abiertos exponen a la mirada del otro las tripas fuera de su cuerpo, mostrando cada uno de los pliegues con el corazón abierto, los nervios ensangrentados de dicho animal, o cuerpos triturados por maquinas de la Santa Inquisición abren el espacio psíquico para lo obsceno, en este sentido Jacques Lacan en un trabajo a propósito de Maurice Merleau-Ponty sobre el análisis de las alucinaciones, menciona que, eso a lo que el artista nos permite el acceso, es el lugar de lo que no podría verse.

* Licenciado en Psicología y Doctor en Educación,
Profesor e Investigador

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