Por: Veronica hernandez Jacobo
El sujeto intenta salir del anonimato al inventarse una familia, aunque ésta tal parece que es empujada a su disolución, ya que frente a esta estructura cultural se hacen múltiples manoseos políticos, ideologicos, y cientificistas. Se supondría que la familia es una estructura de transmisión, de ahí su importancia, sin embargo lo político penetra dentro del ámbito familiar intentando democratizar,- aunque no se sabe bien qué es eso-, los miembros de una familia, y tal como se conoce hoy la política, una especie de politiquería que corrompe el estamento familiar, lo privado intenta hacerlo público generando suspicacia. Exponer las partes privadas al escrutinio público es más que nada un acto vouyerista, menos que una evolución de lo familiar, o bien de una familia moderna, en los políticos anida ese ideal platónico de que nuestros niños sean hijos del Estado, como si este les otorgara realmente sustentabilidad, cuando son ellos los que atentan contra nuestros hijos mediante leye que muchas veces no favorecen a los ciudadanos. De ahí que se perciba que no hay interés por lo familiar, más bien hay una simulación del Estado frente a la opinión pública. Mirar lo íntimo desde lo público es otro modo de nombrar lo que Jacques-Alain Miller retoma de Lacan como lo “Extimo”, de hecho la familia siempre ha sido un extimo, lo familiar interior-exteriorizado, pero ahora legislando para que lo interno sea públicamente mirado, como si eso ayudara a las familias, en lugar de legislar para cambiar las condiciones de éstas, de hecho el padre es expuesto hacia afuera como otro pobre más, esa condición inhumana es la que se debería legislar, no democratizar lo familiar ya que sabemos que algo íntimo mejor que así se quede.
En todo caso cuando se abre una ley es para ser legislada, arbitrada, normalizada, corregida, y peor aún militarizada, ya que habrá un psicólogo, un juez, y hasta un político para vigilar que la ley se cumpla, entramos al régimen de la vigilancia absoluta para poder someter al projimo de manera más legal, pero todo avalado por una moral burgesa, donde que sea dicho, todo se hace por el bien del menor, y ya sabemos que cuando se legisla por el bienestar del otro, muchas veces caemos en lo faccioso que toda ley por si misma encierra. El bienestar es la presencia de lo útil, de lo necesario, de lo conveniente, aunque siempre la letra chiquita es la que duele, esa que sostiene la ley o bien lo no dicho de esa ley que perturba el régimen del bienestar, la pregunta de fondo es ¿realmente importa la familia? Aunque se vea en los campos sinaloenses niños trabajando, muy buena ley para la familia, eso sería en todo caso demagogia o las variantes inhumanas de la ley que legislada siempre deja esquirlas en el otro.
Lo que observamos en México es que frente a la falta de una autoridad, el hijo demagógicamente se pretendería ser hijo de todos, pero en los hechos no es así, tampoco en las desiciones de elegir, digo de elecciones donde se juega el destino de lo infantil, ahí hace falta un padre, alguien que haga las veces de autoridad, porque el padre es un transmisor de experiencias, a veces soportables o insoportables, pero no deja de influir en las elecciones o por lo menos intentar hacerlas más soportables desde el sustento moral y económico. Cuando se legisla una ley dictada por políticos, instala en la sociedad lo punible, es decir se tiene que acatar esa ley, de no ser así, lo familiar se criminaliza. Lo peor entonces es que al aprobar leyes, su trasfondo conlleva criminalizar, claro si no se lleva a acabo conforme a derecho, entonces una ley que debe acatarse se criminaliza, es una ley que lleva cierta perversidad en su ejecución por ello, la familia también se quiere convertir en un botín de filibusteros.
*Doctora en educación