Por: Alberto Ángel “El Cuervo”
-Como siempre, la visita al Museo Nacional de Arte es una gran experiencia hedonista. Como siempre, también, los compañeros de la administración de ese bellísimo museo del no menos bello centro histórico de la Ciudad de México, al verme me saludan con toda gentileza y al intentar pagar, me dicen que es un honor tenerme ahí y que puedo pasar como una cortesía.
—¡Cómo está, Maestro… Bienvenido, es un honor tenerlo nuevamente por acá…!
—Muchas gracias… ¿Cuánto es…?
—No se preocupe de eso, Maestro, adelante, ya sabe que nos da mucho gusto y pase usted por cortesía del museo.
—¡Caray, pues muchas gracias, ya les debo muchas…!
—Pues unos disquitos para la próxima, Maestro… jajajajaja!
—Denlo por hecho, prometido que en mi siguiente visita los traigo…
Así, entre bromas y halagos, voy directamente a la exposición temporal que anuncian bajo el nombre de: “Yo el Rey… La Monarquía Hispánica en el Arte”. Tal vez a manera de gancho, anuncian como parte de la exposición a ese maravilloso pintor español cuya obra no dejo de admirar sobre todo en su etapa obscura en el Museo del Prado cada vez que voy a Madrid, Francisco de Goya y Lucientes… Al comenzar la visita, veo muchos cuadros viejos conocidos de otros museos, sumamente interesantes y algunos otros que no había tenido frente a mí y que resultan también de una manera u otra sorprendentes… A la mitad del recorrido me doy cuenta, no sin un sentimiento de desilusión, lo confieso, de que solamente hay una pintura de Goya y es el retrato de Fernando VII en un Campamento… Lo que hago entonces, dado que no es una de mis favoritas de Goya, es observar el fondo, las figuras secundarias del cuadro que muestran ese dolor que alrededor de la muerte y que Goya imprime en su obra de manera magistral… Hay otros cuadros hechos por grandes Maestros como Velázquez siempre bajo el rubro de la monarquía y algunos de autor desconocido dentro de los que me llama la atención de manera especial el Retrato de Moctezuma, de autor desconocido y realizado en el siglo XVII en donde se muestra a este soberano Azteca, con una espada y una armadura al estilo español… Muchos sentimientos encontrados resultan muy difíciles de impedir al verlo… Así, poco a poco voy terminando la visita y casi al final, surge la pregunta:
—¿Por qué en todas las pinturas religiosas siempre se muestra parte de la desnudez femenina…? ¿Será que era una manera de burlar la represión por parte de la Iglesia…?
—Bueno, no es exactamente eso, aunque no dudo que haya habido la intención de rebelarse ante la censura eclesiástica…
—Entonces a qué se deberá… Porque si te fijas, en casi todos los cuadros religiosos siempre se mira la intención de mostrar la desnudez como si quisieran manifestar un erotismo de forma parcial, semi oculta…
—Bueno, sí, hay una intención erótica, pero no de carácter sexual en el entendimiento cotidiano actual del término, sino bajo el concepto de la pulsión freudiana que se refiere al impulso de vida Eros, contrario a Tánatos que sería la pulsión de muerte… Si te fijas, siempre o casi siempre es el pecho femenino el que se muestra y en una actitud de amamantamiento que va a simbolizar la protección materna para, de alguna manera, garantizar la supervivencia…
—¡Ah, claro… Qué interesante… Muchas veces me había hecho esa pregunta, pero no lo había contemplado de esa forma… Qué interesante…!
Son muchos los cuadros, las pinturas, que plasman mujeres en su mayoría representando a la Virgen, en este momento y actitud de amamantamiento mostrando el pecho… Desde siempre, ha sido un tema recurrente en los pintores. Así, por ejemplo, tenemos que la primera representación de la virgen amamantando a su hijo se remonta al siglo II de nuestra era… esta representación está en las paredes de las catacumbas de Priscila y forma parte de esa etapa de la pintura conocida como “Arte Paleocristiano” dada su antigüedad en la manifestación religiosa alrededor de la figura de Jesús. Después de esto, encontramos muchas pinturas del llamado arte bizantino en las que se muestra a la Madre de Dios amamantando a su hijo constituyendo así un símbolo recurrente en los retablos o las pinturas llamadas así por extensión de el término original que se refiere a las obras que se encuentran en la parte posterior del altar en las iglesias católicas. Con el tiempo, en todas las escuelas de pintura y en todas las culturas, podemos ver pinturas del amamantamiento de la virgen que nos hablan de lo importante que es esta especie de icono por medio del cual se trata de motivar el acercamiento a la llamada “Santa Madre Iglesia” dado su carácter de protección materna.
Así, tenemos a la Panagia Galaktotrophousa (virgen de la leche a quien los rusos adoptan por parte de los griegos nombrándola Mlekopitatelnitsa cuya traducción sería la misma que el término griego: Virgen de la leche y que podemos observar en muchos retablos, lienzos o incluso murales de la iglesia ortodoxa rusa. Más tarde, se generaliza esta figura en prácticamente todas las pinturas religiosas de todos los pueblos cristianos incluyendo desde luego a nuestro país.
Hay muchos elementos que se mantienen en estas pinturas, así, La Virgen se cubre con un manto sobre la cabeza, el niño se representa vestido a veces acostado y otras sentado. En algunas ocasiones, el niño sujeta con sus pequeñas manos el pecho materno para llevarlo a la boca y amamantarse. En otros casos, es la virgen quien sujeta su propio pecho para acercarlo a los labios del niño… La virgen siempre va cubierta con ese manto o túnica que generalmente es de color rojo que simboliza la vida y azul que es símbolo de pureza y modestia. A veces, el niño mira ensimismado el pecho materno dejando ver claramente el pezón de la virgen y en otras aparece succionándolo en el amamantamiento. En algunos cuadros, el niño mira directamente al espectador, lo que no deja de ser de una u otra manera sorprendente o curioso… Casi siempre, el niño amamantado por la virgen es pintado con cara de adulto, cosa que vuelve a motivar también muchas preguntas que generalmente se intentan responder por muchos de los actualmente llamados psicoanalistas del arte con conclusiones que francamente muchas ocasiones resultan ser una perorata ridícula que intenta a toda costa hacer caer al arte y sus manifestaciones en algo que vaya acorde a las teorías psicoanalíticas y que de alguna manera confirme que el Dr. Sigmund Freud (de toda mi admiración y respeto) tenía razón y que sus señalamientos acerca de los traumas de los humanos están presentes en todas las manifestaciones conductuales de los mismos. Por último, en muchas ocasiones aparecen la virgen y el niño con ángeles a su lado o con algunos símbolos o palabras eclesiásticas. Pero no solamente son las vírgenes las que aparecen en las pinturas con esta actitud de protección materna para la supervivencia en el amamantamiento, no. Hay muchas obras laicas, por llamarles de alguna manera, en las que podemos observar esta intención. Así, en este mismo recorrido, nos encontramos con un cuadro estupendo realizado por el pintor mexicano Luis Monroy, nacido en la ciudad de México y que fuera alumno de grandes Maestros en la Academia de San Carlos como José Salomé Piña y Santiago Rebull. El cuadro al que me refiero, es al llamado “La Caridad Romana” en la que se muestra a una joven que amamanta a su padre en su celda de la prisión para impedir que muriera de hambre. En este caso, el artista se enfoca en ese sentimiento del México del siglo XIX en el que la Patria, es plasmada en casi todos los rubros del arte, como una figura materna protectora y toma Monroy la idea del cuadro de un episodio de la historia romana que supuestamente fue cierto. La intención de esa patria como figura materna en este cuadro, se puede observar fácilmente en la utilización que hace Monroy de los colores de la bandera mexicana en las túnicas que cubren a la hija y al padre amamantado.
—Interesante todo esto… ¿no?
—¡Muy interesante, jamás se me ocurriría haberlo contemplado de esta manera! pero claro que resulta algo de lo más lógico…
—Sí, como siempre digo, me fascina leer esa narrativa que hay en cada cuadro intentando mirar con los ojos del autor… Claro, sin la intención de ir más allá para no caer en comentarios de intención heurística dignas del oráculo jajajaja…
—No me digas que no tienes la tentación de hacer una interpretación psicoanalítica del arte… Finalmente es tu formación…
—¡Jamás… Lo niego rotundamente…! Jajajajaja mejor vamos a comer que ya hace hambre…
Termina la visita con los quince minutos obligados a la contemplación del maravilloso cuadro de Felix Parra titulado “Fray Bartolomé de Las Casas”… En el año de 1875, pintó esta maravilla de la plástica mexicana en la que se refleja el dolor de nuestro pueblo masacrado por el conquistador ante la impotencia del fraile que intentaba protegerlos en su labor misionera…
* Cantante, compositor, escritor y pedagogo