Por : Gilberto J. López Alanís
Mocorito está relacionado con el galeno y poeta Enrique González Martínez en más de un aspecto; en la antigua cabecera de misión jesuítica de San Miguel de Mocorito, y al inicio del siglo XX, espacio de haciendas ganaderas y agrícolas con explotaciones mineras, también conocida por sus excelentes quesos, las bizcotelas, los corícos y el chilorio, el poeta fijó su residencia, después de vecindades en las ciudades de El Fuerte, Sinaloa, para después habitar con su familia las otras de Mazatlán y Culiacán.
Precisamente en Mocorito vivió una vida de bohemio con frecuentes francachelas que llegaron a perturbar su sentimiento familiar; aficionado a la baraja cayó en el vicio de una pertinaz necesidad del juego, incluso por extraviadas noticias de Voz del Norte se le acusó de algún delito que no pudo comprobarse.
Sin embargo en Mocorito el galeno jaliciense produjo tres de sus primeros libros, Lirismos (1907), Silenter (1909) y Los Senderos ocultos (1911), uno anterior a estos fue publicado en Mazatlán, Preludios en 1903.
Por sus azarosas mudanzas seguramente extravió su acta de nacimiento, y para cumplir con algún requisito legal ante su eminente nombramiento de Secretario General de Gobierno del Poder Ejecutivo jefaturado por el acaudalado industrial Diego Redo de la Vega, solicito ante Martín Careaga, oficial del registro civil de Mazatlán, Sinaloa, por octubre de 1910, una reposición de acta de nacimiento.
El poeta afortunadamente contó con un testigo irrebatible, su padre don José María González que aportó los datos necesarios para la expedición de tan importante documento.
Sirva esta colaboración a La Voz del Norte en su quinto aniversario, para recordar a un hombre que vivió el esplendor y ocaso del porfiriato en Sinaloa, asomándose a la Revolución con los presagios negros de un cambio, que sin embargo le alumbró el camino.
* Director del Archivo Histórico de Sinaloa