Por: Ándres Garrido
Peregrino de amor, vagaba triste, por sendas oscuras y de abrojos. Un gloria buscaba sé que se existe, la vi en el fondo de tus lindos ojos… de tus bellos ojos. Guty Cárdenas
Alguno de mis cinco lectores se preguntará ¿por qué utilizo tanto los vocablos “peregrino” o “peregrina” en mis trabajos literarios? Es una licencia que me permito en razón de una palabra que desde mi lejana juventud me encanta: peregrina; peregrino o peregrina significan extraño, singular, bello, perfecto, errante, pocas veces visto, insólito, raro y singular, palabras que perfectamente encajan en mi peregrina vida y en mis escritos, los que a veces son producto de mi intelecto pero más de mi peregrino corazón. Este hermoso vocablo lo aplicamos para nombrar al que acude a lugares sagrados, al que se traslada a tierras extrañas, al que emigra de un lugar a otro, al que es extraño o a lo que es sorprendentemente original, extraordinario o hermoso. Pues sí comprensivos lectores, me identifico con lo más sagrado como son Soriano o El Pueblito, con lo más extraño como es Cuatro Palos en Pinal de Amoles, con lo más sorprendente y original de una obra del maestro Jesús Águila, con lo extraordinariamente espiritual del padre Javier Martínez Osornio o con lo hermoso de las mujeres de mi peregrina tierra o de su cielo intensamente azul, que en las noches claras se pinta de peregrinas estrellas. Pero sobre todo, me marcó por toda mi vida peregrina aquel encuentro del 26 de noviembre de 2003 con su santidad Juan Pablo II, Peregrino del Amor (como le llamó Aurelio Olvera Montaño en inspirada canción), en cuyos ojos vi y sentí muy cerca a Dios. Tengo la fortuna de haber nacido y vivido en un Querétaro peregrino: el Querétaro de la gigantesca y centenaria peregrinación a la Basílica de la Virgen de Guadalupe; el Querétaro cuya Patrona de la Diócesis es la Virgen de la Señora de los Dolores de Soriano que recibe año con año a un millón de peregrinos; el Querétaro del Santiago Peregrino que repudia la violencia y ve con cierto temor al Santiago Matamoros que aparece en sus escudos de armas. ¿Con cuál Santiago me quedo, con el matamoros del frontis superior del templo de San Francisco y mis escudos estatal y municipal o el Santiago Peregrino situado en el templo de San Felipe Neri (catedral de Querétaro) en la parte superior del altar y también colocado en el inicio del Acueducto del marqués de la Villa del Villar del Águila? Por mis convicciones de hacer el amor y la paz y no la guerra , si Querétaro nació sin sangre, prefiero la advocación de un apóstol Santiago Peregrino, el que peregrinó de Medio Oriente a la Hispania y la convirtió al cristianismo. Después de su muerte a manos de Herodes Agripa, Santiago Peregrino regresaría a Compostela para recibir a diario miles de peregrinos de todo el mundo e iluminarlos con el faro de la fe. Conozco guarros que de afeminado (por su vestidito y sombrerito) no bajan al Santiago Peregrino que está en el inicio de Los Arcos, pero puedo decir que el ayuntamiento capitalino, encabezado por Armando Rivera Castillejos, lo mandó hacer así porque reproduce fielmente al que está en la monumental catedral de Santiago Compostela, España, digan lo que digan los ignorantes que prefieren al viril Santiago degollador de musulmanes.
En esa famosísima catedral ha triunfado la Estudiantina de la U.A.Q. desde abril de 1979, repitiendo éxitos en 2003, 2006 y 2007, a grado tal que el Arzobispo de la Arquidiócesis de Santiago nos recibió en misas de gala con el botafumeiro (incensario gigantesco que balancean entre varios dignatarios de la Iglesia) por delante, y no porque nuestro humor corporal fuera apestoso, agrio o alcohólico, sino por el hermanamiento que hay entre las dos ciudades.
Aunque los clásicos afirmen tajantemente que “los Romeros” son únicamente los que caminan a Roma; “los Palmeros” son exclusivamente los que van a Jerusalén; y “los Peregrinos” nada más los que andan a Santiago Compostela, puedo asegurar que tan bella y poética palabra no puede ser encerrada en una región del mundo por disputas bizantinas, y menos cuando esas querellas lingüísticas tienen un mar de razones más mercantilistas que espirituales. Mi futura obra, “Crónicas Peregrinas”, no tiene otra pretensión que la de llevar sueños, coplillas, solaz, algo de cultura y mucho esparcimiento a mis amados hermanos peregrinos y amadas y bellas peregrinas santiagueñas y santiaguenses.
* Doctor en Derecho y Cronista del Estado de Querétaro