Por: Alberto Ángel “El Cuervo”
La silla mexicana de montar, tiene características muy particulares que no tiene ninguna otra. Por esta razón, con justicia puede y debe hablarse de que la silla charra mexicana, es única en el mundo.
Hay algunas versiones acerca del origen de la silla charra. Pero la que está consignada en la historia posterior a la conquista es la que aquí les narro.
Durante la colonia, los mestizos tenían prohibido montar a caballo bajo pena de muerte como castigo. No obstante esto, los mexicanos aprendieron clandestinamente el arte de la jineta con una destreza tal que pareciera que la traían en los genes. Primero montaban a pelo dado que no podían utilizar ningún arreo propio de la jineta. Luego pusieron una zalea sujetada débilmente por un cincho de mala calidad. Los fustes y las sillas eran privilegio de los españoles y el fabricante cuidaba mucho el secreto de su manufactura. Aquí comienza la historia de la silla charra mexicana.
Consumada la conquista de México, llega a la entonces Nueva España, don Alonso Martínez, diestro talabartero especializado en hacer jaeces de caballos. Don Alonso fue el primer talabartero que se estableció en la colonia y además, el único que por entonces ejercía el mencionado oficio.
Pues bien, la gente que sabía leer era muy escasa en esa época entre mexicanos y europeos por lo que los anuncios de los negocios eran con un objeto alusivo a lo que vendían. La zapatería colgaba un zapato, el dentista una muela y el talabartero puso un fuste colgado a la entrada del negocio. Un día, llegó un mestizo a comprar un fuste pero dada la prohibición, Alonso Martínez no se lo quiso vender por más que insistió varios días. De pronto una mañana, al abrir, el talabartero se dio cuenta que el fuste había desaparecido. Hizo el coraje de su vida pero nada pudo hacer. Tiempo después el fuste volvió a amanecer colgado en la puerta de la talabartería.
Y ya cuando había olvidado el suceso, llegó el mestizo a ofrecerle en venta algunos fustes que llevaba y otros más que tenía ya terminados en su casa. Martínez montó en cólera dándose cuenta que lo había robado para copiar su secreto de construcción y lo salió persiguiendo y maldiciendo el hurto porque ya no sería el único en toda la Nueva España que fabricaba fustes. Los fustes fabricados por los mexicanos, comenzaron a alejarse del diseño español ya que buscaban mejorarla adaptando la silla a las necesidades de la labor del campo. De esta manera, llegó a construir un fuste completamente distinto.
De aquí, resultó lo que pudiera considerarse la primera silla mexicana que consistía en la zalea que se ponía sobre el lomo del animal, un fuste forrado de pergamino y sujeto al caballo por reatas y las arciones de cuero con estribos de madera que imitaban en su forma los metálicos. La silla charra, la silla mexicana, fue evolucionando hasta convertirse en única y verdadera joya de la talabartería mexicana. Tan distinta era, que el Virrey Don Luis de Velasco, al conceder permiso a los indígenas de montar a caballo, lo condicionó a que solamente montaran en sillas mexicanas, así, con ese nombre que pone de manifiesto que eran completamente distintas.
El fuste mexicano, tiene Cabeza que puede ser “Saldivar”, “Bola” o “ Media Cebolla”. La primera para las suertes de reata y las otras para las sillas de gala de desfile y la cabeza puede adornarse con repujados de metal y reforzados con turma que es escroto de toro seco. Cuello, Hombros, Tablas, Arciones, Asiento, Teja… Y al fuste se le aumentan todas las otras partes de la silla: Enreatados, contraenreatados, basto, arciones, estribos, látigo, contralátigo, cuarteros, cuartas, cincho, pechopretal, sarape y carona. Esta es nuestra silla mexicana, que es distinta del lado izquierdo y el derecho… La silla charra, única en el mundo.
* Cantante, compositor, escritor y pedagogo
Me gustaría discutir algunos puntos con respecto al nacimiento de la montura charra y su relación con la California y la Texicana. De antemano muchas gracias por la publicación.