Estudió periodismo pero prefirió la ficción que la realidad. Hace 10 años publicó su primera novela y no
pasó nada. Hace unas semanas se dio a conocer su segunda novela, “El murmullo de las abejas”, con 30
mil ejemplares, y no ha parado de viajar. “Me llevaste desde la carcajada hasta las lágrimas” le escribió
una lectora. La escritora nacida en Monterrey está sorprendida de su propio éxito y ya está lista para viajar
a Estados Unidos, Sudamérica y España donde contará la historia de un recién nacido que fue abandonado
en un bulto lleno de abejas.
Por: Jaime Cháidez Bonilla
La historia de Sofía Segovia puede ser una novela en sí misma. Hasta el 2014 era una periodista que había escrito una novela que se había quedado en el olvido. Y de pronto, este 2015, su segundo trabajo tiene un tiraje inusual, 30 mil ejemplares, está por lanzarse en Estados Unidos, España y Sudamérica, y diariamente los lectores le agradecen por internet y en vivo haber escrito esta novela que habla de los tiempos de los tiempos de la Revolución Mexicana, Linares, Monterrey, y un bebé envuelto en abejas.
Sofía estudió periodismo pero no lo ejerció. “Pensé que la única avenida para escribir era el periodismo. Y cuando estudié periodismo me di cuenta de algo que ya sabía, a mí me gusta más la ficción que la realidad” comenta la escritora en su reciente visita a la región.
“Mi primera novela la escribí en el 2000, salió publicada en el 2003 pero no tuvo la fortuna que tiene ‘El murmullo de las abejas’. La mandé a México a las grandes editoriales y ahora la imagino que está perdida en el hoyo negro de la literatura.
-¿Y no sucederá que ‘El murmullo de las abejas’ provoque que la gente busque tu primera novela?
-Sí, está sucediendo que la primera novela ya por fin cruzó los cerros de Monterrey y ya llegó también con la editorial y se va a publicar en una segunda edición muy pronto, todavía no tengo la fecha porque estamos muy concentrados en El Murmullo…
-Tengo la impresión de que estos últimos meses han sido como un sueño para ti, Sofía.
– “El sueño es que escribes una historia para que sea leída. Penguin Random House en su sello Lumen creyeron mucho en la novela, me abrieron la puerta. No es fácil salir de Monterrey con esta aventura literaria. Les ha gustado tanto la novela que hacen un tiraje de 30 mil libros. Poco a poco van conociendo la novela, van pasando de mano en mano el manuscrito y se dan cuenta que a todos les va gustando muchísimo y un día me dicen, esto se va a hacer más grande, lo normal es un tiraje de 3 y 5 mil pero vamos a hacer un tiraje de 30 mil. La verdad es que tuve que respirar profundo y sentarme.
-Me imagino que en ese momento se confirmó tu autoestima de saber que lo que escribiste y te gustó a los demás también les gustó.
-“Yo desde que estaba escribiendo esta novelan sabía que debía tener mucha paciencia con ella. No tuve mucha prisa para terminarla. La terminé conforme con lo que estaba haciendo. Yo sabía que esta novela si lograba llegar a las grandes editoriales les iba a gustar. Lo difícil es que reciben más de 100 manuscritos
al día, entonces muchas obras que estoy segura son muy buenas quedan sin siquiera ser abiertas. Y esa es la fortuna que yo tuve, abrieron mi documento.
Es una novela que comienza en los días previos a la Revolución, cuando la familia de los Morales encuentra y acoge a un bebé recién nacido, abandonado, que viene envuelto en un manto lleno de abejas y que en vez de boca tiene un hueco. A pesar de la gran superstición que despierta en otros que dicen ‘a este niño lo besó el diablo’, la familia lo acoge sin saber que este niño va a cambiar el destino de ellos y de toda la región”.
-Sin querer revelar toda la historia de tu novela, ¿qué pasó con el niño de las abejas?
-“El niño de las abejas sigue teniendo esta relación con las abejas, casi mágica. Las abejas se quedan con él porque le tienen un destino. Le piden que haga algo por ellas, traer vida a esa tierra porque va a llegar un momento que la gente de ese lugar va a tener que decidir quitar lo que ha cosechado por generaciones y cambiar a sembrar naranjos. Las abejas son parte de este gran cambio que se vive aquí. Este niño también detona un gran antagonismo con un personaje que provoca un gran enfrentamiento al final”.
-¿Qué ha dicho la crítica literaria, los especialistas?
-“Bueno, a mí los especialistas que me interesan son los lectores porque para eso contamos las historias, para llegar a ser leídos. Y los lectores han recibido muy bien ‘El murmullo de las abejas’. Ahora con las redes sociales me escriben mucho y me dicen: me llevaste a entender el odio y me llevaste a entender este gran amor por la tierra, me llevaste a recordar a mi abuela, y me llevaste desde la carcajada hasta las lágrimas. Yo creo que cuando escribimos debemos de hacerlo honestamente. Yo no puedo esperar lograr todos estos efectos si yo no lo sentí. Yo me dedico con todo el corazón a meterme en la piel de mis personajes, a sentir lo que ellos sienten y eso se ha transmitido muy bien, los lectores lo están sintiendo y están aceptando que esta novela les envuelva los sentidos porque también es muy sensorial, es muy nostálgica pero también tiene sus momentos muy mexicanos”.
-¿Cómo es tu proceso de creación, eres muy disciplinada y te levantas a las 7 dela mañana a escribir rigurosamente?
-“No, a las 7 no, pero disciplinada sí, a mis horas. Sí, para escribir necesitas disciplina. La inspiración sí existe pero hay que sentarse para atraparla con un lazo y luego ya la inspiración te atrapa. Escribo en las horas de oficina, mientras mis hijos y mi marido están fuera de casa. Procuro no trabajar de noche porque de noche soy otra persona, no funciono igual, me da por poner comas o cosas así. Me di cuenta que no debo meter mano, debo de descansar porque es muy cansado estar 7 u 8 horas en un escritorio. Ese es mi proceso de creación. Y por otro lado, aunque esto de las horas parece de gran disciplina y un poco cuadrado soy una escritora que cree en la libertad y yo misma me la doy. No sigo esquemas, no hago gráficas, no hago líneas del tiempo, voy descubriendo la historia mientras la estoy escribiendo. Sé dónde quiero empezar, a dónde quiero llegar”.
-¿Cuándo descubriste que tenías que escribir este libro?
-“En el primer párrafo. Simonopio no está nombrado en el primer párrafo pero desde ahí se apoderó de la historia. Y luego también en el segundo capítulo. Esta novela aunque está narrada de una manera sencilla, no está narrada de una manera simple. Es sencilla porque yo quiero que la historia brille pero tomé riesgos narrativos. Tiene dos líneas narrativas que finalmente tienen su gran encuentro y enfrentamiento en un gran final. Yo creo que las mejores historias no dejan cabos sueltos. Esta historia es muy redonda, una historia que cuida mucho sus personajes y que se ha reflejado ahora en el gusto de los lectores. El final del libro tarda como 150 páginas. Eso lo resolví en un viaje que iba manejando sola de Monterrey a San Antonio, Texas. Escribo en todos lados aunque no esté en el teclado”.