Por: Carlos Lavin Figueroa
Con la escritura aparece la historia -antes era prehistoria-, así, a partir de que se inventó la escritura empieza la historia. Todo lo que está escrito en libros, de cualquier tema como, medicina, arte, mecánica, leyes, ingeniería, todo, es historia, porque en los libros nos damos cuenta de cómo es que eran las cosas o sucedieron los hechos y también nos damos cuenta de que no siempre son acertadas, porque en ellos se escribieron datos que no siempre resultan realidades.
Se empezó a escribir con dibujos en piedra y después las tablillas de arcilla, luego en rollos de papiro y le siguieron los códices de pergamino, hasta llegar al papel. Durante más de mil años, en Europa, la escritura en libros fue exclusivo de los cultos monjes en los monasterios.
A lo largo de los siglos XII y XIII empieza a haber una demanda creciente de libros debido al nacimiento de las universidades, y es cuando el libro se empieza a utilizar de forma masiva y los copistas no daban abasto a la demanda.
El primer libro impreso con bloques de madera del que se tiene constancia, data del año 1000 d C. Se trata de El Diamante Sutra, encontrado en el noroeste de China, contiene textos con caracteres chinos, así como dibujos grabados.
A mediados del siglo XV, Gutemberg mecanizó la impresión y “democratizó” el acceso a los libros y por tanto a la cultura. En sus primeros años, la imprenta imitaba la letra manuscrita y se dejaban en blanco grandes espacios para que fueran ilustrados por dibujantes, los primeros libros fueron durante muchos años de gran formato, hasta que se empezaron a hacer en serie y más pequeños, más manejables; y ya no se escribían en letra manuscrita sino en “letra de imprenta”, ni en latín, sino en las lenguas regionales.
De la rustica imprenta se llegó a la rotativa que permitía mayores tirajes. En 1846 nace en Filadelfia la primera prensa moderna, también aparece el linotipo lo que facilita más la impresión, y el libro se hace más popular. En 1904, se desarrolla la impresión en offset, usada en la actualidad, y esto supone otro impulso para el libro.
En el México prehispánico, no existían las letras, existía una escritura pictografía sujeta a interpretación por medio de dibujos plasmados en largas tiras de papel amate doblados a manera de biombo o acordeón, en los inicios de la época colonial se siguieron elaborando por encargo de los de las autoridades virreinales, uno de esos es el Códice Mendoza hecho ya en papel europeo fue ordenado por el virrey Antonio de Mendoza para enviarlo al rey de España -nunca llegaría a su destino- , que después se imprimió en libros. El Códice Dresde, es considerado el más importante de los mayas.
El modernismo que aparece a finales del siglo XIX afirmaba que en historia todo estaba ya dicho, pero en los años ‘70 del XX aparece el posmodernismo, asegurando que no todo estaba dicho de cualquier tema, que la historia se podía reescribir con evidencias y reinterpretaciones.
Los post modernistas afirman que los textos -históricos, literarios o de otro tipo- no tenían autoridad u objetividad para revelar la intención del autor, ni decirnos que sucedió en realidad. Más bien, estos textos reflejan los prejuicios, cultura e intereses particulares del escritor, o de quien le ordena escribirlos, dicho de otra manera; la historia la escriben los vencedores a su modo y gusto, y no por estar escrita en un libro es una realidad como muchos creen inocentemente, o solo es parcial que muchas veces resulta peor que una mentira.
Estando escribiendo estos renglones, abro el Tomo I de los veinte que conforman El Tesoro de la Juventud, de W.M. Jackson, Inc., Editores, e impresos por The Colonial Press Inc., en Cilinton Massachusetts, es curioso que no tienen año impresión, pero esta versión debe ser alrededor de 1955, son la adaptación de la enciclopedia The Book of Knowledge, editada por Jackson en 1910, son 7,172 paginas, sus colaboradores son autores destacados de los países de habla hispana, por México participa el cronista, poeta, literato y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua Luis G. Urbina, entonces ya ex director de la Biblioteca Nacional de México.
Esta enciclopedia fue el inicio de mi interés por los libros, fue un regalo de mi padre en uno de mis cumpleaños, venían en una caja de madera, fue emocionante abrirla. Es la primera enciclopedia para niños y jóvenes, fue traducida a diversos idiomas. Su contenido se adaptó al país en el que se distribuiría, para 1920 existían ya varias ediciones bajo la consigna de universalizar conocimientos y considerar aspectos locales.
Uno de los 14 temas que se tratan en sus veinte volúmenes, está El Libro de Los ¿Por Qué?, es el que más me llamaba la atención y más releía. Desde pequeño me interesaron las investigaciones, dentro de ese tema el primero es “De qué modo origina la Luna las mareas”.
Los contenidos son de muy diversas temáticas bajo la figura de “Libros” como también El Libro de América Latina, El libro de nuestra vida, El libro de la narraciones interesantes, El libro de la poesía, El libro de hechos heroicos, El libro de lecciones recreativas y otros.
En lo personal, he escrito temas antes inéditos de mi ciudad y estado o reinterpretado con evidencias y pruebas algunos temas de su historia escrita en libros por autores respetados, pero la historia no cambia, lo que cambia es lo que se ha dicho en ella y de ella.
Y así, cuando algún tema ha sido falseado ya por error ya intencional o con omisiones, de tanto repetirse se arraiga y se da por bueno, porque reescribe lo mismo una y otra vez, sin investigar, y es cuando se hace difícil enderezarlo, pero con fundamentos se puede reescribir, como me dijo el mismísimo John Womack; No hay nada escrito por mano humana que no se pueda corregir. Todo está en el cómo, cuándo, dónde, qué, quién y por qué.
El Cóndice Mendoza hecho pintura
Códice mexica, llamado Mendocino o de Mendoza
* Cronista de Cuernavaca