Por: María Trinidad López Lara
El mundo interior es el motor que te impulsa a hacer o no hacer las cosas que quieres, es lo que te caracteriza y lo que gobierna todas tus acciones; si estás bien adentro por ende estarás bien afuera, o sea que eso es lo que transmitirás. Por eso, desarrollar y concentrarse en mejorar las relaciones internas hará que tengas una vida mucho más fácil, agradable y amena para ti. La mente inconsciente indica tu verdadero yo, esa es la que domina la mayor parte de tus acciones, si esta no le da la orden a la mente conciente de que haga tal cosa simplemente no lo hará, así de poderosa es.
Ella es la que va guardando todos los recuerdos de tu infancia, adolescencia y hasta de cuando llegues a viejo. Así tenemos que los cuentos satisfacen necesidades psíquicas y espirituales enraizadas profundamente en las personas, cumpliendo la función del mito, siguiendo líneas tradicionales y obedeciendo a las leyes universales del simbolismo, en ellos podemos encontrar el motivo constante de su identidad interior y su lugar en el universo de la fantasía como un contraste con la realidad.
La mitología y la leyenda están llenas de historia y de transformación, es por eso que una persona que no haya conseguido un mínimo de equilibrio y fortaleza en su personalidad no puede llegar a vivenciar un equilibrio y fortaleza en la vida espiritual o superior, sólo puede hacer contactos y sólo puede tener experiencias. Nos sentimos molestos de nuestro mundo interior, e insatisfechos con nosotros mismos, sin percibir que el único problema que nos coloca en ese estado es nuestro pensar y la incomprensión de su mecanismo de funcionamiento.
Es la comparación y la asociación de ideas quien pone en funcionamiento el mecanismo repetitivo del pensar y sus consecuentes obsesiones. La observación desnuda de nuestro pensar, sin condenas y juicios, logra poner al descubierto la rutina de permanente asociación de ideas, comparación, suposición, interpretación, deducciones, conclusiones, que son en definitiva el contenido de nuestra conciencia, lo que permite ver y descubrir el campo absolutamente limitado en que se mueve la mente.
Clarissa Pinkola Estés, nos dice “que hay un tiempo humano y un tiempo salvaje, que la psique y el alma tienen sus propios ciclos y estaciones de actividad y soledad, de correr y quedarse en un sitio, de participación y exclusión, de búsqueda y descanso, de creación e incubación, de pertenencia al mundo y de regreso al lugar del alma”.
Las niñas y jovencitas, con su naturaleza instintiva observan todas estas fases y ciclos, permaneciendo como en suspenso muy cerca de ellas, mientras que los niños son la naturaleza salvaje y, sin necesidad de que nadie se los diga se preparan para la venida de todas las estaciones, las saludan, viven con ellas y conservan recuerdos de aquellos tiempos para grabarlos en su memoria”.
Es por eso que en este mundo, en nuestra vida parece haber un estado, una sensación que es lo opuesto a la vida. Es como sentir el fin de todo, el no poder más. Sin embargo con nuestras experiencias hemos aprendido que todos los miedos, adoptan muchas formas. Es la idea oculta a todos los sentimientos que no son de suprema felicidad, de un estado de plenitud, entendimiento y aceptación. Es como una alarma a la que uno responde cuando reacciona de cualquier manera o forma que no sea con la perfecta sensación de alegría y paz. Todo pesar, sensación de pérdida, ansiedad, sufrimiento, dolor e incluso el más leve suspiro de cansancio, cualquiera ligera incomodidad, da testimonio de todo lo opuesto a nuestra existencia, a todo aquello en lo que realmente creemos y somos.
Sin lugar a dudas, en todo el mundo se narran relatos de criaturas míticas a través de los cuentos misteriosamente emparentados con los seres humanos, ello representa un arquetipo ya que a veces los cuentos de hadas y los relatos populares nacen de la conciencia de lugares espirituales creados en la mente humana.
Por eso, cada pensamiento en nuestra mente que nace desde lo más profundo de nuestro ser, es compartido, vivido y refleja todo aquello que despierta una emoción y se convierte en un encuentro significativo con mi “Yo Interior”.
A mi nieto
Alexys Lara Ochoa
Mi fuente de inspiración, en los cuentos.
*Catedrática de la Universidad Autónoma de Sinaloa