Por: Carlos Lavin Figueroa
Según expertos, todo embrión se desarrolla primero como mujer, el diseño del ser humano es en un principio femenino, y semanas después va tomando forma masculina; así las cosas, todos los hombres íbamos a ser mujeres aunque no todos se alcanzan a definir ya que unos quedan en la ambigüedad; no cree usted; pues entonces vea usted.
Científicamente, el pene es un clítoris desarrollado, ambos proceden de la misma estructura, ambos están compuestos de tejido eréctil, ambos se llenan de sangre en respuesta a la excitación y aumentan considerablemente su tamaño, el hombre tiene pezones y tetillas sin desarrollarse como mamas, y los testículos son ovarios potencialmente desarrollados fuera de su lugar. La neuro investigadora y Premio Nobel Rita Levi, nos dice que las células son todas femeninas, y que eso demuestra que el talento no tiene sexo, que la única diferencia la hacen los periodos hormonales.
En la mitología pre judía mesopotámica hay una mujer llamada Lilith anterior a Eva, que la considera la primera esposa de Adán. Lilith tuvo desavenencias con Adan, porque a la hora del sexo ella quería estar arriba y luego en todo o en igualdad y como Adán no accedió, Lilith abandonó el Edén, se instaló junto al Mar Rojo, uniéndose allí con un tal Samuel del que fue su amante y luego de demonios, finalmente se convirtió en uno de ellos. Lilith es para muchos el símbolo de la mujer emancipada, la que no se somete al hombre y busca la igualdad. Es el caso que hay sobradas evidencias cientificas, bíblicas y mitológicas –que luego resultan realidades- de que la mujer existió antes que el hombre, entonces Eva no nacería de una costilla de Adán, sino que Adán nació de un vientre de mujer, pero fueron hombres los que escribieron la Biblia y se anotaron primero. Y la creó primero, para ser el principio y preservación de la humanidad, y Él mismo la fecundaría para dar inicio a la vida humana, de la misma manera que el Espíritu Santo fecundó a la Virgen María y nació Jesús. Y la mujer, como ser que da vida, necesitó al hombre para fecundarla y proveerla; si los hombresdesaparecieran, la mujer ya embarazada podría continuar la especie, no así, si desaparecen las mujeres.
Una controvertida pintura de Gustave Courbet uno de los pintores más destacados del decimonónico francés, que tituló “El origen del mundo”, representa a una mujer recostada desnuda con su encrespado sexo expuesto en primer plano de manera esplendida, sugiere que tal es el origen de la humanidad.
-Courbet es el fundador y máximo representante del realismo, pero también fue un pensador revolucionario, lo plasmó en sus cuadros que por su nuevo enfoque escandalizaron. Pero aun con todo, es la mujer la que se quiere parecer al hombre y hasta lucha por una igualdad; la femineidad está en peligro de extinción; a mí me encantan las mujeres-mujeres, mujeres que no buscan parecerse a los hombres, que tampoco buscan un buen partido para casarse, sino que buscan ser un buen partido para un hombre, aunque quieran estar arriba.
Y sucede que en la búsqueda de una aspirada equidad, surge una marcada desigualdad porque hoy todo se está feminizando, brotan por doquier organizaciones e instituciones tal, y tal, y tal “de la mujer”, algunas se justifican pero se exagera, ya hay hasta tarjetas de crédito “de la mujer” acaso las habrá exclusivas para hombres-, y habrá quien entienda que serán solamente para adquirir productos de uso femenino, se ha caído en una triste y ridícula demagogia. Y antes, a alguien se le ocurrió inventar la absurda palabra feminicidio, cuando la palabra homicidio, que viene del latín homicidium, significa muerte causada a una persona por otra, sin distingos si el homicida o la víctima sean hombre o mujer; pero como ya se institucionalizó, pues entonces, sólo por equidad debe haber masculinicidios, y hay sobradas razones, porque los asesinatos de mujeres contra hombres o con su participación, también existen.
Creo que la palabra feminicidio surge de una errónea interpretación especulando que hom, viene de hombre; craso error, es el caso que viene del latín homo que significa humano, que como persona incluye hombre y mujer. Se ha llegado a un ridículo foxiano; en México, oficialmente, no existe el cargo de “presidenta”, y en ninguna parte es correcto decir esa palabra -aunque esté en el diccionario-, como quería hacer el tal Fox a la tal Martha. Cuando hablamos de “presidente” que termina en “e” corresponde tanto a lo masculino como a lo femenino como “el” presidente o “la” presidente, esto es lo correcto. Los sustantivos terminados en “e” son neutros, como, él gobernante o la gobernante, el o la gerente, y en gentilicios el o la cuernavacense.
En otro caso es correcto expresar “el juez” y “la juez” pero nunca “la jueza” sólo por la mentada y lamentada equidad; y si; él o la astronauta, él o la amante, él o la cantante, el pariente y la pariente. Pero también existen profesiones terminadas en “a” como dentista, artista, concertista, que también designan a ambos géneros, y nadie exige instituir dentisto y concertisto para los hombres.
Por otra parte es innecesario repetir –como Fox-, ciudadanos y ciudadanas; niños y niñas; alumnos y alumnas, va contra el principio de economía del lenguaje, sólo se justifica cuando es relevante. Y no podemos, ni debemos, basarnos en el Diccionario como si fuera la panacea lingüística, no; no, lo es; es sólo un catálogo de palabras, que si bien registra las que son propias de lo que se dice, también registra las apropiadas en el sentido de raptadas que se usan para algo distinto a lo propio; coloquialismos y calcos semánticos o prestamos de otro idioma; pero las registra, exclusivamente para que podamos entender hasta las pendejadas que leemos o escuchamos y no por ello significa que sean correctas; por favor; cosa distinta es innovar como decir foxiano y foxista, pero con tiento.
Y considero; que en la traída y llevada paridad se debe considerar que no debe existir equidad por cantidad, eso es una calamidad que puede dejar a un lado la calidad en aras de la igualdad, pues mujeres y hombres, sin distingo de su sexo, pueden participar en todo, pero de igualdad a igualdad, en razón de su capacidad, sin imponer cantidad; porque sería discriminar. La democracia es lo cuantitativo mas no siempre lo cualitativo C.L.F.
*Cronista Cuernavaca