Por: Juan Carlos González
Como guía de turistas (anfitrión distinguido) en mi querido Mocorito, me he podido dar cuenta de que son muchas las personas que llegan a conocer y se alejan con un buen sabor de boca por lo que nosotros ofrecemos. Eso que ofrecemos le llamamos turismo cultural, de acuerdo con Bonink y Richards (citados por Valdez Muñoz, 2002) se puede definir el turismo cultural de la siguiente manera: “Todos los movimientos de personas hacia atracciones culturales específicas como sitios histórico-patrimoniales, y/o manifestaciones artísticas y culturales fuera de su lugar normal de residencia.”
Por lo anterior es que, con sólo llegar a esta cabecera municipal, es maravillarse. Desde el arco de la entrada, las cientos de bugambilias multicolores, el centro histórico, sus casas coloniales y tantas otras bellezas que sólo en Mocorito tienen ese toque especial.
También las actividades que se desarrollan, sobre todo en esta época de la Semana Mayor tienen mucho interés entre los numerosos mocoritenses que regresan con motivo de aprovechar la vacación, así como visitantes que vienen a conocer y disfrutar de lo que aquí hay.
Y es en la Semana Santa cuando la Parroquia de la Inmaculada Concepción, bajo la guía de dos excelentes seres humanos, los sacerdotes Marco Antonio Bojórquez Pacheco y Gustavo Alonso Gil Mendoza quienes hacen una labor pastoral con la comunidad, a la vez preserva las tradiciones y hacen buena parte del turismo cultural.
Desde el Domingo de Ramos en el ambiente se siente el fervor católico que continúa el Jueves Santo en el que se realizan ceremonias que congregan a vecinos y visitantes. El lavatorio de pies, la bendición de los panes y la última cena llenan el templo parroquianos y del aromático incienso.
El día viernes es de mayor convocatoria, pues desde las diez de la mañana se reúne el pueblo para ser testigos del viacrucis que corre a cargo de jovencitos principalmente, quienes teatralizan la pasión que toca puntos de la mayor parte de la cabecera; y aunque el sol cae a plomo, va creciendo el acompañamiento a medida en que se van visitando cada una de las catorce estaciones que culmina con la crucifixión y sepulcro de Jesús, esta vez caracterizado por Marco Antonio Reyes Castro.
Por la tarde, se reúne de nuevo la población para meditar las Siete Palabras, y después de esto se realiza la Procesión del Silencio, una actividad que a muchos eriza la piel por la solemnidad con la que se lleva a cabo: sale el cortejo silencioso e iluminado con velas, con el sonido de un tambor a la que le sigue el cristo bajado de la cruz, cargado en andas por mujeres, hombres, ancianos o jóvenes; la iluminación pública se apaga a propósito por los lugares del recorrido y eso le da un ambiente tan especial que invita a la reflexión.
El sábado por la noche la Misa de Gloria se lleva a cabo en el atrio de la iglesia, donde de manera muy sobria se prepara para le ocasión y en determinado momento aparece de nuevo, por un escenario que simula el sepulcro, el joven que hizo de Jesús, ahora resucitado. La plazuela Miguel Hidalgo se queda a oscuras para la ceremonia de la bendición del fuego, mismo que se propaga a cientos de cirios que portan en sus manos los asistentes quienes también llevan agua para ser bendecida. Es una ceremonia que dura cerca de dos horas y media.
La belleza de esta tierra la van conformando su gente, sus tradiciones y sus edificaciones. Es un lugar al que tienes que visitar y sentir una magia que está presente desde hace mucho. Aquí es un espacio en el que puedes encontrar turismo cultural que incluye tradiciones, edificios, artesanías y gastronomía esplendorosa.
* Maestro de la UAS Campus Mocorito
Fotos Ramón Lozoya