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JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, UN RECUERDO ESTREMECEDOR

Por miércoles 15 de abril de 2015 Sin Comentarios

Por: Faustino López Osuna

Juan Ramón Jiménez, poeta español, consigna el Larousse, nació en Moguer (Huelva), en 1881 y murió en San Juan de Puerto Rico, en 1958. Maestro de la escuela modernista, su exquisita inspiración, la pureza de su estilo y lo sutil y profundo de su emoción hacen de él una de las máximas figuras de la lírica española, que ha enriquecido con numerosos libros de versos: Almas de violetas, La soledad sonora, Estío, Animal de fondo, etc. Como prosista escribió el relato ´Platero y yo´, en el que narra sus andanzas por tierras de Moguer a lomo de un paciente burrillo. La influencia de este poeta sobre los escritores de la generación siguiente, en España e Hispanoamérica, ha sido inmensa. Agregaríamos que, literariamente, su obra atraviesa por tres etapas: la sensitiva (1898-1916), la intelectual (1916-1936) y la suficiente o verdadera (1937-1958). Premio Nobel, 1956.

Adentrándonos en su biografía, encontramos que los padres de Juan Ramón Jiménez fueron don Víctor Jiménez y doña Purificación Mantecón López-Parejo. Era de carácter hiperestésico (sensibilidad exagerada), por lo que frecuentó mucho los hospitales. Tempranamente, se sabe que tuvo una intensa etapa de mujeriego. En 1913 conoció a la que sería su esposa toda su vida: Zenobia Camprubí Aymar, con la que tuvo un noviazgo difícil (por conflicto con la familia de ella) y con la que finalmente contrajo matrimonio en 1916, lo que provocó que fuera desheredada. Radicado en Madrid, Juan Ramón Jiménez escribe y publica poesía y prosa. Traduce por su cuenta y, auxiliado por su esposa, al Nobel hindú Rabindranath Tagore (22 obras), entre otros. En 1936 en que estalla la Guerra Civil Española, apoya decididamente a la República, ayudando a niños huérfanos pero, por inseguridad, abandona España y se instala en Washington como agregado cultural. En 1937 Jiménez viaja a Cuba, donde dicta conferencias. En 1939, de nuevo en Madrid, le saquean el piso, robándoles, a él y su esposa Zenobia, libros, manuscritos y pertenencias. Entre 1939 y 1942 se establece en Miami, Florida. Ese año regresa a Washington. De 1944 a 1946, él y Zenobia son contratados como profesores en la Universidad de Maryland. Enferma y es hospitalizado ocho meses. En 1947 Juan Ramón y Zenobia compran una casa en Riverdale. En 1948 viajan por mar a Argentina y Uruguay, donde son recibidos con aclamaciones. En 1950 la pareja se establece en San Juan de Puerto Rico, para dar clases en Recinto Río Piedras, sede de la Universidad de Puerto Rico. Es muy importante destacar que, pese a haber sufrido Zenobia los primeros síntomas de cáncer desde 1931, ayudó a Juan Ramón con una fe inquebrantable en su obra, que alentó durante los 40 años de su matrimonio, pese a haberle dado la espalda su familia, tratándola de loca por haberse casado con un loco que, decían, platicaba con un borrico (´Platero´).

En 1956, al cumplir 75 años de edad, se otorgó a Juan Ramón Jiménez el Premio Nobel de Literatura. Mi maestro de Literatura en la Escuela Vocacional de Ciencias Sociales del IPN en México, don Isidoro Enríquez Calleja, español de origen, en 1960 nos contó en clase que no andaba bien económicamente Juan Ramón y que encontrándose en el café que acostumbraba (en San Juan), una noche un individuo bien vestido, con maletín en mano, se dirigió a él en la barra: ¿Señor Juan Ramón Jiménez? Creyendo que se trataba de un cobrador, Jiménez se incorporó y salió del café a toda prisa, seguido del individuo, quien no tuvo más remedio que gritarle a media calle: Me han comisionado para informarle que la Academia Sueca le otorgó el Premio Nobel del presente año. Juan Ramón se detuvo de golpe y girando sobre sí le reclamó con cólera: ¡No se burle de mí! Véalo usted mismo, le replicó el individuo, alargándole un escrito. Lo primero que acató Juan Ramón Jiménez fue comunicárselo a su esposa. Se regresó al café y, agitado, llamó por teléfono, exclamando: ¡Zenobia, el Nobel! ¡Se nos hizo el Nobel! Como únicamente recibió silencio como respuesta, agregó: ¡Voy para allá!

25 años minada por el cáncer, la noticia devastó a Zenobia Camprubí Aymar. Tres días después falleció. Su muerte afectó tanto a Juan Ramón Jiménez, que quien recibió el Nobel en su nombre fue Jaime Benítez, rector del Recinto de Río Piedras, como se ha dicho, sede de la Universidad de Puerto Rico. Herido espiritualmente, en un aislamiento casi total, Juan Ramón Jiménez murió dos años más tarde, en 1958, en la misma clínica en que falleció su esposa. Sus restos fueron trasladados a España. Falta agregar que, de novios, Zenobia le mandaba moras a su apartamento en Madrid, de una huerta de la familia. Cuando la desheredan, un matrimonio de ancianos que cuidaban la huerta, a escondidas de la familia, le seguían dando de las mejores moras para su novio. Ahora, en los dos años que le restaban de vida, Juan Ramón Jiménez al ordenar su obra, cambiándole el nombre a Zenobia, en la nueva edición del Nobel ´Platero y yo´ agregó la dedicatoria: “A la Memoria de Aguedilla. La pobre loca de la calle del Sol que me mandaba moras y claveles”. (De haber sido sinaloense y hubiera sido premiado en el presente año, Juan Ramón Jiménez, por haber recibido el Premio Nobel de Literatura a los 75 años de edad, no hubiera sido aceptado en El Colegio de Sinaloa, pues en 2012, adulterando los estatutos en contradicción con los fines que le dieron origen, en El Colegio se puso como límite la edad de 70 años para su ingreso, pese a que el licenciado Raúl Cervantes Ahumada ingresó de 78, el economista José Luis Ceceña de 75 y el maestro José Ángel Espinoza “Ferrusquilla” de 71).

 

* Economista y compositor

 

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