Por: Sylvia Teresa Manríquez
– ¿Qué es “empoderamiento”? – me preguntó la pequeña de diez años de edad.
– Que tú puedas decir tus ideas y ejercer tus derechos
– respondí.
Después de pensar durante un momento continuó:
– Entonces a mi amiga se la llevaron sus papás por culpa del empoderamiento. –
– ¿Por qué dices eso? –
– Porque creo que por el empoderamiento Lupita acusó a los que venden drogas en la escuela y le pegaron. Ya no va a la escuela, sus papás se la llevaron. –
Se habla mucho y se entiende poco. El diccionario de acción humanitaria y cooperación al desarrollo define al empoderamiento como el proceso por el cual las personas fortalecen sus capacidades, confianza, visión y protagonismo como grupo social, para lograr cambios positivos de las situaciones que viven. Se aplica a cualquier grupo vulnerable y marginado, aunque su utilización se da mayormente en los análisis de género.
El 25 de marzo de 1911 jóvenes mujeres trabajadoras de una fábrica de camisas exigió jornada y pagos justos, quedando encerradas durante la protesta en la maquiladora. No se sabe a bien si el incendio, que cobró la vida de la mayoría de ellas, fue provocado o producto un accidente debido a una colilla de cigarro en un cubo de deshechos de tela. Ellas, sin manejar el término empoderamiento, se apropiaron de su derecho a exigir mejor trato, aunque fueron reprimidas con la práctica común que tenían los responsables de las fábricas en aquella época, de cerrar todas las salidas para evitar y frenar movimientos obreros.
Después de más de cien años pesan las caídas en este camino tortuoso que lleva a la igualdad y equidad. El empoderamiento se nos presenta más como una recompensa lejana que un derecho, y, como en el caso de la niña con que inicia este texto, un derecho que muchas mujeres dudan en exigir ante el temor de la coerción y la represión que las vuelve víctimas en muchos países del mundo. En este marco ¿cómo explicar el concepto de empoderamiento sin que parezca una hazaña en la que se arriesga la vida? Cómo explicar a una niña que pregunta, que empoderarse no significa sufrir violencia y hasta peligro de muerte, en un país en el que según la Organización de las Naciones Unidas mueren cinco mujeres diariamente víctimas de violencia de género. Cada feminicidio nos señala que vivimos en una sociedad que minimiza la violencia, la acepta y la normaliza. Entonces el reto es acompañar a más mujeres para que logren empoderarse de su propia vida y cotidianidad. Entendiendo que una vida libre de violencia no es una concesión sino un derecho que tramitamos las mujeres día a día, luchando codo a codo. Cada vez que conmemoramos el Día de la Mujer hacemos un homenaje a todas las mujeres que lucharon antes que nosotras, que se empoderaron de su presente para que hoy podamos disfrutar de condiciones que nos permiten estudiar, trabajar y decidir cómo queremos vivir. Gracias a ellas, hoy las mujeres de este país podemos votar y ser votadas en puestos de elección popular; eso significa que tenemos voz y voto para fortalecer, cambiar y crear políticas públicas que mejoren la vida de niñas, mujeres y su entorno.
Significa también que desde el lugar dónde nos encontremos, nuestro hogar, escuela, trabajo o comunidad, podemos y debemos empoderarnos sin temores, porque la lucha y el esfuerzo de las mujeres que nos anteceden y de las que están a nuestro alrededor nos cobija y nos impulsa.
Juntas somos capaces de defender nuestras conquistas y reconocer desafíos para seguir pugnando por una vida de igualdad y libre de violencia. Y así hacer posible la propuesta de ONU Mujeres: si empoderamos a las mujeres, empoderamos a la Humanidad.
*Comunicadora