Carlos Varela Nájera
Junto a tu cuerpo totalmente entregado al mío, junto a tus hombros tersos de que nacen las rutas de tu abrazo, de que nacen tu voz y tus miradas, claras y remotas, sentí de pronto el infinito vacio de su ausencia (Salvador Novo).
El psicoanálisis siempre ha sido tema de debate entre filósofos, poetas, psiquiatras médicos, intelectuales, científicos y cientificistas, algunos para apropiarse de sus conceptos, otros para intentar refutar sus postulados. Lo cierto es que el psicoanálisis viene a desnudar el alma humana, y eso para algunos es imperdonable.
En México, Freud no paso inadvertido por los intelectuales importantes de los años 20s en adelante, no cualquier critico de oficio que pulula desde su prejuicio vago, Salvador Novo, Samuel Ramos, Xavier Villaurrutia, Frida Kahlo, Diego Rivera, Octavio Paz, Carlos Monsivais, cada uno de ellos asume la impronta de Sigmund Freud de múltiples maneras. Sigmund fue fusionado por el movimiento surrealista, cuyo representante Salvador Dalí, y André Breton, dejaban que lo inconsciente se desplegara en la punta… de sus herramientas de trabajo.
El movimiento socialista en voz de León Trotsky, recibió la influencia de Sigmund Freud, aunque para el bloque Stalinista, el psicoanálisis haya sido políticamente incorrecto, y una amenaza por sus concepciones sexuales y burguesas, bien, este y otros espejitos le han colgado al padre del psicoanálisis.
En México, en la década de 1950, Freud es parte de la cultura dominante a través de la creación de la Asociación Mexicana de Psicoanálisis, cuya dirección estuvo a cargo de Santiago Ramírez, este médico y psicoanalista escribe un magnifico libro que explica las singularidades del mexicano, sus características psicológicas y culturales, su título: El mexicano psicología de sus motivaciones, donde explica el psiquismo del mexicano, sus rituales y creencias, sus neurosis y psicosis colectivas.
En México, tres autores de talla internacional retomaron la teoría de Freud para entablar los debates culturales y engrandecer sus pensamientos, los tres bajo la mirada del psicoanálisis, Salvador Novo, Samuel Ramos y Octavio Paz, cuya mirada se ensanchó por la ventana psicoanalítica, permitiendo una concepción de la literatura y del psicoanálisis más amplia, sin menoscabo de su profundidad.
Tanto Octavio Paz, como Salvador Novo, se implican escrituralmente con el Eros freudiano, Salvador Novo para justificar con la teoría psicoanalítica sus formas homoeróticas de lazo que establecía con los choferes de tranvías y taxistas, a un nivel de éxtasis gozoso, su lectura, sobre todo del texto Tres ensayos para una teoría sexual de Sigmund Freud, le permitía justificar sus pequeñas perversiones, que en el nombre de una práctica lo cobijaba, y así encobijado y todo, con el otro… gozaba a su manera la trasgresión del cuerpo sin menoscabo alguno. Es ahí, donde su alter ego Oscar Wilde, le invitaba a fundirse en un abrazo homoerótico sin límite alguno.
Fue en los Tres ensayos para una teoría sexual donde el psicoanálisis le dio elementos para justificar sus perversiones, cuando Freud hablaba del pequeño perverso polimorfo, se denunciaba al niño lejos de la santurrería, a la cual se le hacía objeto por parte de la iglesia y sus primos hermanos los psicólogos.
Este desliz perverso del infans le permitía a Novo asumir esa práctica con su cuerpo, ya que según Freud era una práctica natural, y normal en los sujetos. Sin embargo, Freud hablaba más que nada de lo pulsional.
Aunque Salvador Novo sostenía desde la teoría freudiana de tres ensayos, una teoría del coger… con sujetos del mismo sexo, éste acto se debería de realizar sin errancia laguna, como una forma normal y necesaria de prácticas homosexuadas.
La escritura de Novo no deja de ser una convocatoria al disfrute perverso, con ciertas dosis de escritura sado-masoquista, esta escritura nos coloca en un masoquismo de lo real, donde el goce debe darse sin concesiones en el cuerpo tensando los músculos, hasta no poder soportar mas el dolor que implica la transgresión, ya que para este autor si no hay transgresión no hay goce, esto lo deja plasmado en su máxima obra prohibida: Estatua de sal, en la cual relata sus prácticas homosexuales, sus fijaciones a olores de diesel y gasolina que añadían un plus de goce, a sus entregas, el chofer acurrucaba a Salvador Novo en su nave, y el movimiento del auto hacía existir la inexistencia de la relación sexual, que este autor febrilmente quería demostrar su existencia en la repetición compulsiva del acto.
Novo ante la inexistencia de la relación sexual no le queda de otra más que anudarse a olores, sudores, y actos transgresores, quedar anudado es hacer de su escritura una matesis de goce, que lo lleva a hacer existir los goces como ulceraciones que le palpitaban en su cuerpo.
*Lic. en Psicología y doctor en educación, profesor e investigador.