Por Juan Manuel Véliz Fonseca*
Fue el año de 1985, en el poblado La Tranquilidad, del municipio de Sinaloa, cuando se corrió la noticia de la existencia de esta “niña milagrosa” que logró extender su fama a nivel nacional incluso hasta en el extranjero. Este pueblo lo forman unas veinte casas y pertenece a la sindicatura de Llano Grande a sólo 15 kilómetros al sur de la cabecera municipal, Sinaloa de Leyva. Teresa de Jesús nació el 12 de marzo de 1979; sus padres son Bertha Alicia Castro Sepúlveda y Toribio Camacho Romero, quienes procrean nueve hijos. Esta historia se inició cuando Teresita contaba con 6 años; andábamos ella y yo, relata uno de sus hermanos: “juntando aceitunas también se conoce a este árbol como nanchi en la región; cuando se nubló y de una nube bajó un señor con barba parecido a Jesucristo y le dijo a mi hermana: ¿me puedes regalar agua? Ella se arrancó para la casa y trajo un bule lleno de agua y él tomó. El agua que le sobró le dijo que la podía usar para curar a la gente. El primer paciente fue su papá cuando se hizo una herida en un parpado con una herramienta de trabajo; se frotó sus manos toco la herida y mi papa sanó de inmediato. Este hecho milagroso fue motivo para que muy pronto corriera esta noticia de “La Niña milagrosa de La Tranquilidad”.
Diversos periódicos y revistas daban fe de este fenómeno. Un periódico local argumentaba: “Inmediatamente sus padres hicieron correr el rumor pregonado en los lugares cercanos sobre el importante milagro del que era protagonista su hija y podía curar a los ciegos y paralíticos, incluso podía devolver la salud a enfermos de cáncer. Fue cuando a esta pequeña comunidad ejidal de tierras de temporal empezaron a arribar cientos de personas diariamente: “Sólo cura a aquellas personas que tengan fe y que no estén hechizadas. Las consultas son de martes a sábado con los siguientes horarios: de 8 a.m. a 1 p.m. y de 2 a 6 p.m. Los pacientes eran formados, pero cuando las filas eran de un kilómetro ella pasaba tocándolos con la mano arriba de un Volkswagen que le regaló un paciente agradecido. El periodista Víctor López Carrillo, de una revista nacional: “Un verdadero fraude han resultado las curaciones de la niña que hizo su aparición hace meses en el poblado de La Tranquilidad, de catorce viviendas, todas estas de condición muy humilde y en donde habita en promiscuidad debido a la pobreza económica y cultural de los moradores…Este productivo negocio en complicidad con las autoridades municipales está redituando cantidades exorbitantes, ya que diariamente son consultadas un promedio de mil quinientas personas dando una ganancia de un millón quinientos mil pesos diariamente… este reportero se enteró que también hay una entrada de dinero ya que todos los vendedores, por expender sus mercancías, tiene que pagar una cuota diaria de mil pesos por puestos instalados, sin saber exactamente si este dinero va a las arcas municipales o al bolsillo de los vivales que controlan este fraude maquinado”. En entrevista realizada (01-06-08) a don Toribio por un servidor, nos explica lo siguiente: “Recuerdo que todo el patio de la casa estaba lleno de gente que venía a consulta, otros que instalaban casetas o carpas para vender comida y otros que venían a mirar”. Allí, señala con su mano, había sembrado cártamo y la gente lo pisoteó todo, ya no sirvió”. ¿Ya no consulta Teresita? “Algunas veces viene gente que quedó agradecida porque la alivió de sus males” Dicen que hizo mucho dinero “No era tanto y lo que hubo se terminó, mire donde vivo, me dedico a la siembra de temporal, luego me voy a los campos agrícolas donde vive mi hija”. Mientras que la reportera Mary L. Beltrán nos narra una entrevista (25-11-1995) realizada a doña Rosalía Lugo y plantea la siguiente vivencia de la amenaza del hombre del hacha: “Fue tanta la riqueza acumulada por la familia Camacho Castro, que los costales en que se guardaban los billetes, prácticamente no cabían en el interior de las reducidas recámaras de su vivienda. Ello motivo la ambición de mucha gente, entre ellas, del propio hermano del padre de la niña, un hombre llamado Rosario que tal vez conociendo algún secreto, empezó a exigir dinero a cambio de no derribar el nanchi. Cada que Chayo se aparecía con el hacha al hombro, el padre de la niña milagrosa, casi sin decir palabra se metía a su casa; abría la boca de uno de los costales y sacaba un puñado de billetes para entregárselos al aguerrido “leñador”, mismo que se retiraba contento a seguir dándose la gran vida…”Es que Chayo” siempre amenazó con hacer leña la aceituna si no le daban”. Mientras que el cronista José Ángel Gómez Mora nos comenta lo siguiente: “Me toco conocer al “Güero Gino, él, era compositor guasavense a todo le componía corridos, muy bien versificados y le compuso un corrido a “La niña de La Tranquilidad”, los mando a imprimir por miles en la imprenta de Marco Polo, luego se vino a La Tranquilidad donde los vendía a $10.00 cada uno, ojala consiga alguno”. Algunos aseguran que el corrido lo interpretó el grupo musical de Los Hermanos Castro, de Sinaloa de Leyva. Nuestro amigo el fotógrafo José Luis “El Bibi” Torres, se las ingenio y le tomo una foto a “La Niña Milagrosa” (estaba prohibido hacerlo) y con ella elaboro unos llaveros, los cuales ofertaría a los pacientes a $20.00 cada uno y la policía rural que resguardaba el lugar le impidió venderlos. Hoy en el poblado La Tranquilidad sus habitantes hacen honor a su nombre: viven “tranquilos”, los grandes tumultos de gente desaparecieron, “la niña milagrosa” Teresita Camacho Castro vive en ese lugar, casada con su marido y sus hijos. Su casa es igual que las demás, no existen lujos, sólo lo indispensable, no compraron nada ni ahorraron en un banco, del dinero nunca se supo, quizás gente más “viva” se aprovechó. En esta comunidad sólo existe la capilla que ella mandó construir en agradecimiento a Jesucristo, con la imagen de la virgen de Guadalupe.
*Cronista de Sinaloa de Leyva.