Por Iván Escoto Mora*
Alice Munro (1931), escritora canadiense, conocida especialmente por sus relatos. En 2013 recibió el Premio Nobel de literatura.
Según se aprecia en la página oficial del Premio Nobel, su obra se caracteriza por retratar las condiciones cotidianas de la humanidad, desde la perspectiva de la vida que acontece pequeños pueblos y escenarios suburbanos.
Sus historias reflejan la lucha por la aceptación social que conduce, con frecuencia, al establecimiento de relaciones tensas y conflictos morales, procedentes de las diferencias generacionales y de expectativas insatisfechas. En medio de tensiones psicológicas, su narrativa plasma imágenes de un día a día que va construyendo eventos decisivos en los que se asoma la ambivalente experiencia de la vida (nobelprize.org., 2015).
Para la escritora, lo ordinario es un instrumento de análisis que le permite desentrañar la esencia de lo humano. Sus protagonistas, inscritas en la vida de pequeñas comunidades, son espejo del carácter de la autora: intuitivo, apasionado, fuerte, independiente (Murphy, 1990).
En una entrevista para el telediario The Journal Revue (Murphy, 1990), Muro deja ver los trazos de esa mezcla peculiar que constituye su perfil literario: simple, claro y, al tiempo, de profundidad sociológica:
-Cuando inicié mi carrera como escritora en los cincuentas, quería escribir novelas, como todos, pero no podía porque tenía hijos y no tenía tiempo de dedicar un año entero al proceso creativo, entonces decidí escribir pequeñas historias, podía escribir esas historias en un mes o seis semanas y luego, dedicarme a mis tareas del hogar…
-¿Esto corresponde a un inconveniente de la vida doméstica?
-Eso espero, aprendí a ordenar mejor mi tiempo para escribir. Lo que hacía en mi vida me daba la tranquilidad que me permitía escribir de manera clara y breve…
-¿Por qué escribir sobre la vida y la gente de pequeños pueblos?
-Lo que da la vida en ellos es la posibilidad de ver a la sociedad en sus conductas, sus vidas, sus etapas, las cuales también revelan las fases de la humanidad… La represión de toda la sociedad se hace visible en esas pequeñas sociedades…
-¿Por qué escribir de gente ordinaria y de vidas ordinarias? ¿Eso responde a las necesidades del público?
-Yo tengo problemas con el concepto “ordinario” porque no sé qué sea… Siempre he creído que la gente que lee un libro es extraordinaria…
-¿Sus historias son un esfuerzo para explorarse a sí misma?
-Sí, de hecho lo son porque mi vida es lo único que tengo para ver a través de la vida y eso es sin duda parte de la aventura…
La obra de Munro es extensa y ganadora de múltiples premios. Un dato interesante es que, con autorización de la autora, gran parte de sus relatos están en la Internet, disponibles en versiones libres y, aunque se trata de textos no definitivos, dan la posibilidad a los lectores a acercarse a su literatura.
El libro Too Much Happiness (Demasiada felicidad), es un conjunto de diez relatos en los que Munro pone en el centro la perspectiva de mujeres inmersas en el drama de circunstancias que, de un modo o de otro, anclan su vida a la ficción de la realidad. En el fondo de cada drama, posiciona dilemas éticos, filosóficos y humanos de corte fundamental.
Quizá uno de los cuentos más perturbadores de la colección es Juego de niños, en él se advierte la crueldad de la inocencia que, mucho antes de que el concepto bullying se incorporara al lenguaje colectivo, capta en la percepción de dos niñas (protagonistas del relato) las definiciones de la intolerancia, el rechazo y el miedo a lo diferente, el cual, materializado en el odio, conduce al extremo de la aniquilación.
Dos pequeñas estudiantes, en edades de primaria, se identifican en sus intereses, gustos e incluso apariencia física. Se observan tan idénticas que logran asumirse como mellizas. Son alumnas regulares de un colegio en el que coinciden con un grupo de estudiantes especiales. En ese grupo, hallan a una niña a la que deciden señalar como su enemiga, la razón, su condición diferente que les recuerda todo a lo que temen, todo lo que no quisieran ser.
En una oportunidad, mientras pasan algunos días de campamento, aprovechan la confusión de los juegos y los descuidos de los profesores para ahogar en el estanque a su enemiga. Han decidido que no tolerarán su presencia y menos aún el atrevimiento de pretender ingresar a su exclusivo grupo de dos.
Los años pasan y las niñas homicidas se separan, su vida parece seguir sin alteraciones ni sobresaltos, no se advierte que experimenten remordimiento y aquel episodio queda en el recuerdo de una travesura pasajera. ¿Será este un relato sobre lo que otra mujer, Hannah Arendt, describe como banalidad del mal? Tal vez la comparación sea adecuada. Arendt se refiere a esa maldad irreflexiva que es incapaz de observar su propia perversidad o la gravedad de sus consecuencias. Las niñas quizá piensan: sólo es una vida, del mismo modo que Adolf Eichmann pensó, al asesinar a miles que: “sólo se trataba de cumplir las órdenes del Tercer Reich”.
Juego de niños presenta un rostro aterrador de lo humano, insensible, violento, capaz de simplificar la racionalidad al extremo de lo irrelevante, llevándola así al lugar en el que todo se vuelve lícito.
Alice Munro, escritora de honduras psicológicas y realidades cotidianas. Sus historias son fotografías de la interioridad humana imposibles de mirar sin cierta dosis de angustia.
* Lic, en derecho y filosofía.