Ala memoria de Don Adrían García Cortés
Por Faustino López Osuna*
Como es costumbre entre familia encontrarnos en estas fechas procurando pasar juntos las tradicionales fiestas decembrinas de Navidad y Fin de Año, me reuní en Cholula y Puebla con mis hermanas Juanita y Wuldina, rememorando épocas felices, cuando a las conmemoraciones sumábamos los cumpleaños en este doceavo mes, tanto de mi madre como de mi hermano, ya fallecidos, el día 29 y el 25, respectivamente. Hoy lo hicimos los tres hermanos, junto con un sobrino y dos sobrinas y sus propias bonitas familias.
Puebla es un hermoso estado y su ciudad capital, una joya. Cuenta con muchísimos sitios típicos y de sabor costumbrista, entre los que destacan su Catedral, el Callejón de los Sapos (donde se exhiben y venden antigüedades) y los Barrios del Artista (con exposición y venta de arte) y de Analco (con su mercado de artesanías).
Aún con sus saltos espectaculares de modernidad urbana, existen lugares de indiscutible valor histórico, como el Edificio Carolino, que empezó a construirse en el siglo XIX y a partir de 1937 es ocupado por la Rectoría y oficinas administrativas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Dicho edificio fue sede del colegio de la Compañía de Jesús, uno de los cinco colegios fundados por los jesuitas en la Puebla novohispánica. Algunos historiadores refieren como curiosidad que Puebla, junto con la europea Praga, es la ciudad con más colegios jesuitas del mundo: San Jerónimo, de la Compañía de Jesús, San Ildefonso, San Ignacio y San Javier.
Dato anecdótico: en la entrada de su magnífico auditorio está colocada una placa en la que se asienta que (en la época de Don Benito Juárez) ahí estuvo el gran poeta romántico poblano Manuel M. Flores, rival de amores del desafortunado poeta coahuilense Manuel Acuña.
Otro timbre de orgullo de Puebla y de México lo constituye la Biblioteca Palafox o Palafoxiana, cuyo nombre proviene del obispo Juan de Palafox y Mendoza quien, en lo que fue el colegio de San Juan, fundado en 1595, la instaló en 1646, donando su biblioteca particular de 5 mil volúmenes, con la condición de que se le permitiera el acceso a cualquier persona que supiera leer, y no sólo a los miembros de la iglesia y seminaristas, por lo que se le considera como la primera Biblioteca pública del continente americano.
Las donaciones bibliográficas posteriores y los libros confiscados a los jesuitas tras su expulsión, hicieron que el acervo de la Biblioteca creciera tanto que se necesitó se ampliara, inaugurándose su ampliación en 1773, contando con dos niveles de estantería. En el siglo XIX se construyó su tercer nivel, al albergar ya un acervo de 42,556 volúmenes y 5,345 manuscritos, siendo el libro más antiguo de la misma “Los Doce Libros de Historia de Heródoto”, impreso en Venecia en 1473.
El bello edificio colonial de la Biblioteca, a partir de 1974 es sede de la Casa de la Cultura de Puebla. De ella depende institucionalmente la gran Biblioteca y cuenta con sala-teatro, sala de cine, librería, cafetería y espacios para exposiciones.
Resulta muy breve este espacio para ponderar la importancia de Puebla como estado y ciudad. Pero son recomendables unas vacaciones aquí en los tradicionales días navideños, a la vista de los imponentes volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuat. Huelga decir que en la ciudad heroica, Puebla de Zaragoza, es imposible no disfrutar, en sus restaurantes de los Portales del Centro Histórico, los deliciosos platillos típicos regionales, como el infaltable mole poblano, el pipián verde, los tlacoyos y la tradicional cecina.
*Economista y compositor.